Desde que empezaron a aplicarse sanciones por violar las nuevas normas de
tránsito en el microcentro, el 2 de febrero pasado, ya se labraron 3.129 actas a vehículos que
estacionaron en lugares prohibidos o a camiones que cargaron y descargaron mercadería fuera de
horario. Y no sólo eso: cerca de 750 coches —entre 20 y 25 rodados por día—
directamente fueron a parar al corralón.
En el área central, transgredir tiene sus costos. Y no son lo que se dice bajos:
las multas por estacionar en un lugar donde ahora está prohibido (básicamente, en el área
delimitada por Entre Ríos, San Lorenzo, Laprida y San Juan, de lunes a viernes de 7 a 21 y los
sábados de 9 a 14) cuestan de 60 a 600 pesos, según se tengan o no antecedentes.
En cuanto a las que se aplican por cargar o descargar un camión fuera de horario
(después de las 7 para los de gran porte y de las 9 para los medianos y pequeños) van de 100 a 900
pesos.
Ingrata sorpresa. Pero hay quienes pagan todavía más por transgredir las reglas
del Plan Integral de Movilidad Urbana: son los que ni siquiera se enteran de que fueron pescados in
fraganti y cuando van en busca de su vehículo se encuentran con que fue trasladado por la grúa
derecho al corralón.
En esos casos no sólo tienen que abonar la multa correspondiente, sino también
la tasa de acarreo (20 pesos para las motos, 80 para los autos y 160 para camiones), más otra tasa
por estadía en caso de que pasen más de cuatro días en el corralón (3,15 pesos diarios) y 3,70 por
el talón de liberación. Ninguna ganga.
Por eso no deja de sorprender que, pese a los carteles que publicitan las
prohibiciones y los horarios, siga habiendo tantos conductores dispuestos a que los multen o les
lleven el vehículo.
Según contó ayer la directora de Tránsito, Marcela Biscotti, sobran incluso
quienes creen erróneamente que si dejan algún acompañante de seña dentro del rodado mal estacionado
la transgresión podrá serles perdonada.
Por día, unos 50 inspectores recorren el microcentro, explicó la funcionaria,
sobre todo durante la mañana y en el horario bancario, que es cuando se hace más intenso el
tránsito en el centro.
Su misión es garantizar que se cumplan los objetivos del Plan Integral de
Movilidad, lo que incluye la liberación de los corredores (sobre todo Santa Fe, San Lorenzo, Maipú
y Laprida), el respeto por las áreas con estacionamiento medido o prohibido y el cumplimiento de
los horarios de descarga de mercadería. Todo en aras de la descongestión del tránsito en el sector
central.
El plan se implementó en el microcentro a partir del 19 de enero último, aunque
se dispuso un período de gracia sin multas de 15 días para que los conductores pudieran informarse
sobre las nuevas disposiciones.
Durante esas dos semanas se cambiaron los carteles indicadores y agentes de la
Dirección de Tránsito se encargaron de difundirlas, en lo que desde la Intendencia definieron como
una instancia de "educación y sensibilización".
Sin embargo, una recorrida de La Capital al término de la primera semana
ya daba cuenta de que el centro estaba plagado de vehículos infractores y los propios inspectores
intuían que cuando entraran en vigencia las sanciones sería "fatal".
Mal necesario. Pese a pronósticos tan agoreros, el día en que finalmente se
aplicó la "tolerancia cero" Biscotti aseguró que el operativo había "superado las expectativas".
Aun así, la jornada terminó con 25 vehículos remitidos al corralón.
Y ese número coincide, aproximadamente, con el promedio de acarreos diarios que
se mantuvo desde entonces, lo que suma cerca de 750 rodados remitidos al corralón en un mes y
medio.
"No es algo demasiado grato labrar actas por infracción, pero aquí en Rosario y
en cualquier ciudad del mundo se trata de un mal necesario, porque la ecuación combina educación,
prevención y sanción", afirmó la responsable de Tránsito.
Para Biscotti, y posiblemente para la mayoría, que le "toquen el bolsillo"
termina siendo una eficaz forma de aprendizaje.
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