"Yo propongo recuperar la lectura en voz alta obligatoria en la escuela, entre 5
y 10 minutos diarios", dijo el escritor Mempo Giardinelli ante casi 800 educadores y estudiantes de
los profesorados reunidos en el teatro El Círculo. Y fue por más: expresó que no se debe temer a la
palabra "obligatoria", después de todo —justificó— "las vacunas también lo son y no
están nada mal".
Mempo Giardinelli llegó a Rosario el lunes pasado invitado por el suplemento Educación de
La Capital para dictar la conferencia "Lectura, literatura, ciudadanía y educación en la
Argentina del siglo XXI". La discusión por recuperar la lectura en voz alta se instaló cuando el
literato y académico abrió el diálogo con los asistentes.
Una docente le planteó la inquietud de que sus alumnos se negaban a leer en voz alta y preguntó:
¿Cómo lograr que lo hagan?
"Esto es parte de un debate de hoy, sobre todo del Plan de Lectura de Nación y de algunas
provincias que están impulsando cada vez más la lectura en voz alta", expresó Giardinelli, quien es
un asesor permanente de los programas de lecturas.
El autor del "Santo oficio de la memoria" aseguró que el debate mayor es en torno a la
obligatoriedad. Para eso tiene un argumento justo: "Las vacunas también son obligatorias y no están
mal. De modo que la palabra obligatoria no nos coloca en el lugar del autoritario, la palabra
obligatorio en materia de una conciencia educadora y de una estrategia de lectura no debe ser
combatida".
Sin embargo, los argumentos de por qué reinstalar esta lectura no se agotan en la escuela: "La
lectura en voz alta es la primera y la mejor de todas las estrategias lectoras. Es la más amorosa,
más gratuita, más libre, más delicada y más entusiasmante que hay".
Para explayarse en esa idea invitó a los asistentes a hacer la prueba con "el marido, el novio,
la novia, la esposa" o la familia. La invitación fue sencilla pero prometedora: simplemente leer en
voz alta un poema de Neruda, un cuento breve de Cortázar, de Gorodischer o Blaisten, que no demande
más de un minuto, que no encuentre excusas en el "estoy cansado o no tengo tiempo", sin ninguna
explicación y porque sí. Y esto reiterado por varios días, siempre a la misma hora, como una
rutina.
Anticipó que la sorpresa llegaría para el lector cuando esa práctica estética se interrumpiese
sin mediar explicaciones. "Cuéntenme la rebelión que van a tener. La lectura en voz alta nunca
falla".
Luego insistió en que la propuesta para las escuelas, los maestros y las maestras argentinos es
que "abran la jornada escolar con dos o tres minutos de esta lectura frente al aula". "No es la
única estrategia, —explicó—, pero sin ninguna duda es la mejor. Créanme que hay
experiencias fabulosas en el mundo de cómo ha bajado la violencia, de cómo se mejora la
convivencia. Es tan sencillo y además es barato, porque es gratis. Qué más queremos".
Para dar más muestras de estos logros se refirió a la experiencia de las Abuelas Cuentacuentos
que trabajan en el Chaco y son parte de los programas de su fundación
(www.fundamgiardinelli.org.ar). Recordó que llegan con sus lecturas a barrios donde "ni la policía
se atreve", donde ya han dejado huellas en la formación de lectores competentes.
Discusión oficial
La discusión en torno a la vuelta a la lectura en voz alta obligatoria en las aulas se viene
dando desde la época de la Alianza, cuando Andrés Delich era ministro de Educación, y siguó con más
énfasis con la llegada de Daniel Filmus a la cartera educativa nacional, y ahora continuada con
Juan Carlos Tedesco. "Todos de alguna manera han venido pensando en esta posibilidad de hacerla
obligatoria", confesó Giardinelli.
De hecho, el Ministerio de Educación nacional produjo el año pasado unas guías con sugerencias
para recuperar la lectura en voz alta en las aulas.
El escritor se reconoció ante el público como "el responsable" de la urgencia de instalar
nuevamente la lectura obligatoria como era antes, una necesidad desarrollada en su libro "Volver a
leer" (2006).
Para que no quedaran dudas de su respuesta, Mempo le sugirió qué hacer a la docente que trasladó
la inquietud inicial: "Maestra, si los chicos se niegan a leer en voz alta, leele vos, seleccioná
bien el texto, y vas a ver que al 5º día o al mes, seguro que uno de esos 30 o 40 vándalos que
están en el aula aparecerá y te dirá: «Seño, ¿no me deja leer a mí?». Y después de un año me
contás".