Un importante número de comerciantes y vecinos de los barrios Azcuénaga y Belgrano, en la zona oeste de la ciudad, desafiaron al mal tiempo y se sumaron profundamente indignados para acompañar a los familiares y amigos de Nicolás Varela en una marcha en la cual se reclamó el rápido esclarecimiento del homicidio del adolescente baleado el viernes pasado frente a una escuela de Pedro Lino Funes y Pérez Bulnes, en el presunto intento de robo de su moto.
"La policía nos informó sobre la detención de un chico sospechado de ser uno de los que mataron a Nicolás (ver aparte) y confiamos en que van a seguir trabajando hasta encontrar al cómplice para que paguen por lo que hicieron. Pero aún no hemos tenido ninguna respuesta desde el Gobierno de la provincia, nadie ha aceptado reunirse con nosotros, y eso es lo que hoy reclamamos", dijo Soledad, tía del joven asesinado y vocera de la familia Varela.
Sin piedad. Nicolás tenía 16 años. Alrededor de las 20.45 del viernes estaba sentado en el cantero de la Escuela Técnica Nº 466, en Pérez Bulnes al 5700. Junto a él estaba Sabrina, una joven de su misma edad. Y estacionada frente a ellos una Motomel de 100 cc. gris que es propiedad de Juana, la mamá del muchacho. Entonces, en la incipiente oscuridad de la noche, aparecieron un par de maleantes y el barrio se sacudió por la estampida de un balazo.
Nicolás, quien trabajaba con su papá como pintor de viviendas, recibió un disparo en la base del cuello que lo desangró y le quitó la vida ante la impotencia de Sabrina, los propios padres del joven que llegaron rápidamente al lugar y muchos vecinos que nada pudieron hacer mientras desde todos los domicilios cercanos llamaban al 911 y al Sies para que una ambulancia fuera a socorrer al joven herido. Finalmente en un auto particular lo llevaron al Heca, pero llegó sin vida.
Los vecinos del barrio, apenas supieron del trágico desenlace, exteriorizaron su indignación. Esa misma noche hicieron un cacerolazo en la esquina de Mendoza y Rouillón pidiendo más seguridad y justicia por el crimen. Y el sábado al mediodía volvieron a reunirse en ese transitado cruce del oeste rosarino ante el jefe de la Zona de Inspección 2ª, Alejandro Sauro; el titular de Orden Público de la policía rosarina, Dardo Saucedo; y el propio jefe de la Unidad Regional II, Néstor Arismendi, quienes dialogaron con la gente y se comprometieron a brindar más atención a la zona y esclarecer el crimen de Nicolás.
Ayer, esa misma indignación se hizo escuchar en las calles. La marcha, de unas 700 personas, inició su recorrido frente a la casa donde vivía Nicolás junto a sus padres y sus dos hermanos menores, uno de 12 años y otro de 6 meses. Así, desde Cochabamba al 5500 marcharon hasta el lugar donde balearon al adolescente y desde allí hasta Rouillón y Mendoza donde los esperaban otros vecinos y representantes de la Federación Rosarina de Paseos Comerciales.
Sin respuestas. Más allá del esclarecimiento del homicidio, el planteo de los allegados a Nicolás Varela es que "el gobierno de la provincia debe dar una respuesta por la falta de seguridad", según reflejó Soledad. En ese orden, volvieron a reclamar una asamblea popular en la que se haga presente el secretario de Seguridad Pública de la provincia, Marcos Escajadillo, para dar respuestas no sólo por el crimen del adolescente sino también por la creciente inseguridad que vive el barrio. Sin embargo, el funcionario anunció que preferiría "reunirse con algunos representantes del barrio y de la familia" del joven asesinado porque "la experiencia indica que lo otro no es viable".
Así, el doloroso reclamo de justicia que anoche enarbolaron los allegados a Nicolás sigue esperando una respuesta oficial y se anuncian nuevas marchas hasta que el crimen sea esclarecido y el barrio goce de la seguridad que se merece.