El uruguayo Martín Buscaglia pertenece a una generación de músicos y poetas que renovaron el candombe. De él se puede decir, entre tantísimas cosas, que simplemente logra canciones muy cuidadas y originales.
El uruguayo Martín Buscaglia pertenece a una generación de músicos y poetas que renovaron el candombe. De él se puede decir, entre tantísimas cosas, que simplemente logra canciones muy cuidadas y originales.
Esta noche este charrúa lúdico, onírico y trashumante vuelve a Rosario, en la Terraza de la Plataforma Lavardén, con un formato íntimo de guitarra y voz bajo el nombre de “Hombre”, para contraponer a aquel multiinstrumentista “Hombre Orquesta” que varias veces trajo a esta ciudad, y también para homenajear a su padre, El Corto Buscaglia.
—En “Hombre” disminuís a uno el número de instrumentos de “Hombre Orquesta” donde eran muchos más. ¿Cualquier canción se puede hacer de infinitas formas?
—Si la canción es buena soporta cualquier enfoque arreglístico, e inclusive lo agradece. Si no lo es, no debería tocarse ni una sola vez.
Hablando de influencias, ¿te sentís más cerca de Leo Maslíah o de Eduardo Mateo?
Curiosa pregunta. Evidentemente la influencia de Mateo es la más notoria, pero con el correr de los discos he explorado de diversas formas la lírica y la métrica, y eso es algo que tanto Maslíah como Mateo realizan maravillosamente y a conciencia. Vuelvo a lo del principio: los dos me parecen literalmente geniales. A Mateo vuelvo a menudo y la emoción no se gasta nunca. De Maslíah no necesito ni enterarme de quÉ está haciendo para saber que será superlativo.
—¿Qué discos disfrutaste últimamente? ¿Cuál recomendarías?
—”Yeezus”, de Kanye West, me fascinó. Y hoy amanecí con el hermoso “Police & Thieves”, de Junior Murvin. Pero no le recomendaría ningún disco a nadie que no conozca; el disfrute y la potencia de una obra musical depende mucho del momento anímico, existencial, etáreo, geográfico y etcéteras varios.
—¿Quién fue Horacio “El Corto” Buscaglia y por qué el homenaje?
—Difícil de sintetizar, pero pruebo: mi padre. Y además una figura de inmensa relevancia en la vida contracultural, y luego cultural a secas, del Uruguay, desde fines de los 60 hasta su fallecimiento en el 2006. Creador junto a Rada y Mateo de las primeras canciones de música uruguaya que incorporaban la influencia beatle, más psicodelia y revolución; director teatral, conductor de radio, militante, poeta en fin. Hasta el día de hoy es raro el día en que alguien no me para por la calle en Montevideo y me hace referencia a algún recuerdo o sentimiento relacionado con El Corto, como le llamaban. Como su obra, sobretodo la más enfáticamente poética, estaba desperdigada, junto al poeta Macachín Wojciechowski nos abocamos a antologar un libro, “Mojos”, que la reúne. La primer edición se agotó, está a punto de salir la segunda. En este show nuevo aprovecho para hacer una inmersión en el libro, lo que lleva inevitablemente a hacer un repaso por cierta faceta de la música y el arte uruguayos de la segunda mitad del siglo XX.
—¿Seguís viviendo en España o pasás más tiempo en Uruguay?
—Estoy afincado en Montevideo. Pero viajando mucho, como siempre lo he hecho. En fechas recientes, tocando en Chile, Estados Unidos, Colombia, Mexico...
—¿Emigrar es también otra de las singularidades de los músicos uruguayos?
—No lo veo como algo generalizado. Más bien es que afuera del país conocen más y mejor a los músicos que han emigrado, o que tienen esa impronta viajera. Pero no somos tantos los que andamos por el mundo. Si hacés las cuentas, hay muchos (y muchos de ellos buenísimos) que no salen de las fronteras. Supongo que será como en las ligas europeas, donde es raro ver a un inglés, un alemán o un español jugando fuera de su país, cuando luego los goleadores son todos latinoamericanos.
—Tu música parece mucho más divertida que melancólica, ¿eso te distingue del resto de los cantautores uruguayos?
—Ambos términos no son opuestos. El arte es la búsqueda de la epifanía, donde conviven celebración y melancolía. Y esa combinación la veo en muchos otros músicos uruguayos, desde los ya nombrados Mateo y Maslíah, a Rada, Mandrake Wolf o el Príncipe.