Mario Roberto Segovia, el rosarino dos veces condenado por tráfico de efedrina, deberá prepararse para un tercer juicio oral y público. La Cámara Federal de Casación Penal rechazó por inadmisible un pedido de la defensa para apartar a los jueces encargados de someterlo a ese trámite. Por lo que una vez más, el llamado "Rey de la efedrina" será juzgado.
Los camaristas Luis María Cabral, Ana María Figueroa y Juan Carlos Gemignani rechazaron el apartamiento requerido por la defensa de Segovia, que argumentaba que el Tribunal Oral en lo Penal Económico (TOPE) 2 lo había prejuzgado ya que en un juicio anterior le habían dictado condena.
Lo que señala Casación es que los hechos por los que se produce el nuevo juicio, si bien son de una modalidad similar a los ya juzgados, son acontecimientos diferentes por los cuales Segovia ya fue condenado. Y que por eso el proceso oral puede ser conducido por el tribunal cuestionado sin que se vea afectada la garantía de imparcialidad.
De esta manera, dicho tribunal, integrado por los jueces César Osiris Lemos, Claudio Javier Gutiérrez de la Cárcova y Luis Gustavo Losada, harán el nuevo juicio oral al hombre que ya recibió dos condenas por tráfico de efedrina, insumo destinado a que narcos mexicanos elaboraran drogas sintéticas.
En aeroparque. Segovia fue detenido en noviembre de 2008 en el aeroparque porteño acusado del contrabando a México de casi 300 kilos de efedrina disimulados en un cargamento de 12 toneladas de azúcar. En marzo de 2012, el TOPE 2 lo condenó a 9 años de prisión por contrabando simple agravado por haber utilizado documentación aduanera falsa, por la intervención de tres o más personas y por ser perjudicial para la salud.
Luego, en agosto de ese mismo año y en el marco de la investigación tras el desbaratamiento en julio de 2008 de un laboratorio de metafentaminas en una quinta de Ingeniero Maschwitz, Segovia recibió una condena adicional de 14 años. En este juicio, el TOF 4 de San Martín lo consideró coautor de contrabando agravado por la intervención de tres o más personas y tratarse de sustancias que pudieran afectar la salud pública, 91 hechos, en concurso real con contrabando de estupefacientes agravado en grado de tentativa.
De la nada. Segovia tuvo un vertiginoso crecimiento económico en Rosario. En 2003 había afrontado un juicio por desalojo de un departamento por no poder pagar el alquiler. Pero desde entonces logró un enriquecimiento súbito. En sólo cinco años, por medios que no figuran en la Afip, escaló asombrosamente. Adquirió una casa en Alvarez Condarco 472 bis, de 350 mil dólares, en Fisherton. Y al arrestarlo, allí tenía un Rolls Royce Phantom valuado en 600 mil dólares, dos camionetas Hummer y una Land Rover. También dos lingotes de oro de un kilo cada uno, dos de medio kilo y otros dos de 100 gramos, 275 mil euros en billetes, 70 mil dólares, 3500 libras esterlinas y diez armas de fuego.
El entonces ministro de Justicia de la Nación, Aníbal Fernández, dijo que los documentos de la Secretaría de Inteligencia señalaban que, entre 2006 y 2008, Segovia compró 8.100 kilos de efedrina a distintas droguerías cuya cotización en el mercado ilegal mexicano le reportó unos 30 millones de dólares. De acuerdo a las investigaciones judiciales lo hizo mediante una identidad adulterada: la de Héctor Germán Benítez, un recluso que estaba entonces detenido en la cárcel de Sierra Chica acusado de un robo calificado.