Máximo goleador histórico de Rosario Central en las divisiones inferiores, y sin posibilidades de jugar en primera, Marcos Figueroa reconstruyó su historia en Central Córdoba. “Cuando llegué dije que quería ascender. Y lo logré. Estoy muy feliz y no lo olvidaré jamás”, asegura el delantero, factótum del ascenso a Primera B con el gol que abrió la victoria sobre Italiano, en Ciudad Evita, por 2 a 0 en la revancha de la promoción.
“Este es un momento único. Como futbolista apunto a lo más alto, que es jugar en una primera división. Hasta el momento no se dio y me tocó venir a Central Córdoba (a comienzos de temporada). Cuando llegué dije que quería ascender. Y lo logré. Estoy muy feliz y no lo olvidaré jamás”, dice el atacante, mientras disfruta junto a su familia el día después del triunfo sobre Italiano.
Cada detalle de ese partido es imborrable, como el gol que empezó a torcer el rumbo de la promoción, luego del empate (1-1) en el Gabino. “Cuando la paré (tras un pase de Killer) y quedé frente al arco, sabía que iba a definir a ese palo. Ni siquiera tuve tiempo para pensarlo. En el momento del festejo se me cruzó el recuerdo de toda mi familia”, cuenta Figueroa, con el pase en su poder y que hasta el momento no habló sobre su continuidad en Tablada.
La entrega y la vocación de no resignarse a dar nunca una pelota por perdida son algunas de sus características, claves en esta conquista. “En la cancha doy el ciento por ciento y saco fuerzas hasta de donde no tengo. También me ayudó que tuvimos una buena base física en la pretemporada y la continuidad que tuve durante el torneo”, dice.
Figueroa cuenta que estaban convencidos del triunfo, incluso cuando llegaron al entretiempo y no habían podido abrir el marcador. “Entré al vestuario y dije: «Vamos que somos superiores y le podemos ganar. No entremos en el juego de Italiano, que propone el roce». Mis compañeros también pensaban lo mismo”, dice.
“Pasamos por muchas adversidades. Tener cuatro técnicos (Marcelo Vivas, Jorge Forgués, Omar Palma y Marcelo Vaquero) durante el torneo fue algo increíble. Cuando tenés una idea de juego, es difícil adaptarse a lo que quiere el que llega. Por suerte la mayoría compartió el objetivo de ser protagonista en cualquier cancha”, señala.
Prefiere preservar en la intimidad del grupo los otros inconvenientes. Dice que esos problemas fortalecieron la unidad del grupo. Y cuenta el momento más impactante del día del ascenso.
“Cuando terminó el partido, salimos corriendo a la mitad de la cancha para abrazarnos todos juntos. Ese es el mejor recuerdo”.