Cae el consumo interno, sube el costo de producción y reaparece la competencia de las importaciones. Un combo letal atraviesa a gran parte de la geografía económica santafesina, donde el cambio de escenario presiona sobre los puestos de trabajo y alienta el regreso de formas de organización social propias de los 90, como las comisiones multisectoriales en defensa de la producción y el empleo.
Fabricantes de línea blanca, carroceros, calzados, siderurgia autopartistas de reposición, fundiciones, muebleros, metalmecánica. Todas estas actividades están enraizadas en territorios específicos de la provincia y en muchos casos le dan vida económica a localidades enteras. Tienen en común su fuerte dependencia de la salud del mercado interno y una historia compartida: sufrieron en los 90 y se reactivaron durante la posconvertibilidad.
Hoy enfrentan un escenario complicado, fenómeno que tempranamente tocó a las puertas del Ministerio de Producción de la provincia y también de la cartera productiva nacional, donde algunos funcionarios vinculados al área industrial intentan moderar el impacto del fuerte ajuste que dispuso el gobierno nacional como política económica general.
Luis Contigiani, titular de la cartera productiva provincial, destaca que en el diálogo abierto en forma permanente con la Secretaría de Industria de la Nación, el diagnóstico es recurrente: las industrias sensibles de la provincia sufren caída en las ventas, aumentos de tarifas y una incipiente pero persistente presión de productos importados de Brasil y China.
La competitividad que el volumen, la recesión y la devaluación le dan a los fabricantes brasileños de bienes capital y consumo se potencia con la flexibilización de las barreras comerciales dispuestas durante la administración anterior. Permanentemente se gestiona desde la provincia la incorporación de más sectores al nuevo régimen de licencias no automáticas de importación.
Las primeras cifras oficiales de comercio exterior dan cuenta del incremento de importaciones de bienes de consumo. La preocupación alcanza a las agroindustrias de segundo piso que supieron recuperarse en los últimos años, como los productores de cerdos, que hoy asisten al regreso de la carne brasileña y al aumento de costos provocado por la eliminación de las retenciones al maíz. En este segmento, la crisis de rentabilidad también afecta a la principal cuenca lechera del país, eje una importante economía provincial.
"Estamos ante un escenario donde aparecieron algunas alertas", señalo recientemente Contigiani en un reportaje con La Capital, tras dar cuenta de que en las reuniones con el ala productiva del gobierno de Macri se intentan alcanzar acuerdos en torno de la necesidad de desarrollar políticas de estímulo a la demanda y protección a los pequeños y medianos industriales.
"Nos preocupa porque los ejes de crecimiento en los que se apoya el nuevo gobierno nacional, como las agro exportaciones, la vuelta al mercado de deuda externa y la llegada de inversiones, recién tendrían efecto, si lo tienen, en 2017", explicó. Y advirtió que "el año que viene queda demasiado lejos si no se toman medidas para subsanar la caída de la demanda interna".
De hecho, la situación productiva de la provincia asiste a una paradoja, ya que el panorama de este mapa de sectores sensibles se solapa con un incremento notable en la actividad portuaria y de transporte de cosecha, en el optimismo por las señales de reactivación de las ventas de maquinaria agrícola y la apuesta a las inversiones que podrían hacer los empresarios agropecuarios cuando levanten la cosecha valorizada por la devaluación del peso.
Pero en todo caso, esta vía no termina de derramar. Y en estos sectores también pega fuerte el tarifazo energético. Por ahora, en ciudades como Villa Constitución y Firmat, las reuniones tripartitas de funcionarios, empresarios y sindicatos se suceden. Estas instancias de discusión, tanto en sus conflictos como en sus mesas de diálogo, van dibujando un mapa de alertas en la geografía económica provincial.