La idea de la Municipalidad de dotar con un bebedero público a la remozada plaza San Martín ha sido seguramente apreciada por los transeúntes, sobre todo en primavera y verano. Sin embargo, como tantas otras cosas, la falta de mantenimiento juega una mala pasada que atenta contra la imagen de Rosario. No se sabe por qué, un sucio balde de pintura recogía el agua que surgía permanentemente del bebedero, artefacto que sin lugar a dudas no funcionaba correctamente. Con un solo detalle, el magnífico espacio público en pleno centro de la ciudad pasó a denotar abandono, dejadez, negligencia o indiferencia de quién o quiénes deben velar para el perfecto estado de la plaza. Sólo un detalle, pero con significación.