En sólo un mes más de dos mil personas se anotaron en el programa provincial
"Sumando voluntades" para capacitarse y realizar trabajos de voluntariado. Más de la mitad de los
inscriptos son rosarinos que tienen el firme convencimiento de que para mejorar la sociedad es
necesaria la cooperación de todos.
Trabajan, estudian, tienen su familia y sacan horas extra para dedicarse a un
trabajo voluntario. Ese es el perfil de más de mil rosarinos que se presentaron hace 15 días en el
parque España para participar de la primera reunión para voluntarios. El 67 por ciento fueron
mujeres, la mayoría de entre 20 y 35 años. De todos los participantes, el 58 por ciento eligió
trabajar en las tareas de acción social. En segundo lugar prefirieron hacerlo en el ámbito de la
educación, luego en salud y en el cuarto puesto quedó ecología.
El ministro de Desarrollo Social, Pablo Farías, reconoció que el número de
inscriptos "superó todas las expectativas" que tenían desde esa repartición. "En un momento donde
hay tanto individualismo, falta de valores y crisis institucional, desde el Estado queremos
promover a quienes tienen inquietudes voluntarias para realizar trabajos en bien de la sociedad y
en forma altruista".
A involucrarse. Fabián Sánchez tiene 26 años, trabaja como profesor de educación
física, da clases de comunicación en un polimodal y estudia psicología. Sus horarios son acotados,
pero quiere dedicar los fines de semana a realizar alguna tarea de voluntariado.
Confiesa que ya tiene una experiencia previa que "dejó una huella". Trabajó
durante dos años en barrio industrial, donde organizaban actividades deportivas y de recreación
para los chicos que no podían acceder a un club. Ahora el curso de la provincia supuso una buena
alternativa para volcar sus conocimientos en tareas comunitarias. "Es la oportunidad de darles a
otros la posibilidad que yo tuve de estudiar y hacer deportes", afirma seguro de que lo suyo es un
deber. "Yo creo que hay que involucrarse", subraya.
Ahora intentará trabajar en escuelas rurales, en el programa 025 de la
Municipalidad y en el tríptico de la infancia, para incurrir desde lo cultural y la educación.
Todos los programas tienen tres meses de duración con la posibilidad de
reinscripción. Aunque muchos encontrarán trabajo de voluntarios en áreas municipales o
provinciales, el ministro Farías aclaró que "no se trata de ninguna manera de reemplazar al
personal del Estado, sino de dar una oportunidad de participación más activa.
Los libros. Desde las 7 y hasta las 18 Carmen Teresa González, de 46 años,
atiende la librería de la escuela Normal Nº 1. Además de su trabajo está ansiosa por participar en
tareas de voluntariado. "Milito en el partido socialista y siempre que hubo alguna necesidad
participé, más que por ideología, por una cuestión personal de mejorar la calidad de vida de
todos", señala la mujer con un ruido de voces infantiles de fondo. "Creo que sumando voluntades se
puede hacer mucho", asegura.
Hace algunos días participó de la capacitación y se asombró de que hubiera
chicos universitarios con estas inquietudes y muchas mujeres jubiladas. "Admiro ese espíritu, y es
una muestra de que no todo está perdido", remarca.
David Verano es otro de los que participaron de la jornada. Tiene 36 años, es
papá de dos nenas y trabaja como técnico de computación al tiempo que estudia análisis de sistemas.
"Trabajé como voluntario en las inundaciones de 2003 con un grupo de la iglesia mormona Jesucristo
de los Santos de los Ultimos Días", recuerda.
Educado en esa religión, recibió una formación dedicada a la "ayuda al prójimo".
Se enteró de la posibilidad de capacitarse y no dudó en inscribirse. "Lo de Santa Fe me encantó. A
pesar de lo terrible que fue, experimenté que uno ayudando a otros se olvida de sus problemas. Nos
metíamos en las casas de los inundados, les llevábamos comida. Es impagable ver la cara de
felicidad de esa gente. Realmente te sentís bien de poder hacer algo por esas personas que no
conocés". Con ese entusiasmo se anotó para trabajar en tareas relacionadas con la salud, la
nutrición y la ecología.
"Quiero ser útil". Rubén Escheroni, de 67 años, lo dice sin tapujos. "Quiero ser
útil", repite y cuenta que por eso se está capacitando para trabajar como voluntario en el área de
salud. Es odontólogo y sigue ejerciendo. A pesar de esto no duda en intentar volcar sus
conocimientos en favor de los demás.
Más allá de los problemas sociales, Escheroni remarca "la gran necesidad de dar
que tiene la gente, de mejorar a partir de uno mismo y de dar lo mejor. El voluntariado es una
oportunidad".
Le preocupan el consumo de droga, la falta de agua potable y los problemas
sanitarios, entre otros temas. Está dispuesto a todo y espera que desde el programa le concreten el
área en el que es va a desempeñar. "No tengo ganas de descansar, sigo adelante con mi profesión y
quiero hacer algo que cambie la realidad en que vivimos", subraya.