Bajo el signo de la crisis capitalista global, el Coloquio de Idea en Mar del Plata dedicó buena parte de sus debates a intentar desentrañar la nueva forma que tendrá el mapa económico mundial y el lugar que tanto Sudamérica como la Argentina pueden ocupar en esa cartografía geopolítica del siglo XXI.
El invitado estrella de la gran reunión empresarial, el ex presidente brasileño Luis Inacio Lula da Silva, ya lo tiene claro: tras recordar la arrogancia histórica de los países centrales y de los organismos de crédito multilaterales como vendedores de verdades, aseguró que ahora “ellos nos piden consejos a los brasileños y a los argentinos sobre cómo superar la crisis”.
“Antes de 2008 decían saber todo sobre Argentina o Brasil, pero no supieron nada cuando la crisis fue en Estados Unidos y en Europa”, lanzó.
“La salida definitiva de la crisis exige una nueva agenda que incluya políticas de desarrollo y no de emergencia, bajar las barreras proteccionistas que impiden a los emergentes exportar, rever la regulación financiera internacional y evitar así la inestabilidad en los mercados de commodities”.
Además, resaltó que hoy América latina “tiene antídotos” para esquivar la crisis ya que atraviesa uno de los ciclos más promisorios de su historia al “haber encontrado caminos para superar los grandes problemas sociales” gracias a sus economías, que son las principales turbinas del siglo XXI.
Todo eso y mucho más dijo Lula ante casi mil empresarios, políticos y dirigentes gremiales —ninguno oficialista— que colmaron como nunca el gran salón del Sheraton marplatense.
Los mismos que hace apenas dos años aplaudieron las arengas neoliberales del ex premier español José María Aznar, se calentaron las palmas sin complejos cuando el brasileño del Partido de los Trabajadores recordó que en la época de Carlos Menem o Fernando Enrique Cardoso “se peleaban a ver quién era más amigo de Estados Unidos”.
Lula, pobre primero, obrero metalúrgico después y líder sindical antes que político, le recordó al auditorio que es mentira que para distribuir, primero hay que crecer: “Nosotros lo hicimos al mismo tiempo y así incorporamos 40 millones de personas a la clase media”.
En ese marco, el brasileño rescató la “larga amistad” que tiene con la presidenta Cristina Fernández, a quien calificó como “amiga” y de quien dijo que, junto a Néstor Kirchner, Dilma Rousseff y él mismo, “hicieron más por el Mercosur en ocho años que el resto de los presidentes en 50”.
DIAGNosTICO CENTRAL. Lula se concentró en la génesis de la crisis actual, y en las recetas que hace falta aplicar para volver a crecer. “Las medidas tomadas desde 2008 no surtieron efecto, y ahora vemos serias dificultades en Grecia, Portugal, España, Irlanda y España, vemos desesperanza en los trabajadores y los jubilados y vemos con Europa se tambalea y le pone un impuesto a los inmigrantes, que no son los responsables del momento”.
El ex mandatario explicó que la crisis no brotó en la periferia del sistema ni en el sur de Europa, sino que “nació y explotó en el corazón del mundo”, provocada por la falta de regulación de los países y un mercado financiero muy especulativo.Ante esto, la reacción de los gobernantes “fue de perplejidad”. Los gobiernos europeos “accionaron para evitar la quiebra del sistema financiero, pero dejaron desprotegidos a los trabajadores”.
Las inyecciones de liquidez para disolver las deudas no atacaron la base del problema, por lo que hoy cualquier ayuda “costará más que cuando se anunció la crisis”, lo que vaticina que existe riesgo de una recesión duradera.
“Hay pesimismo general, pero hay que comprender que el problema no es meramente económico, y que es indispensable recurrir a la política para enfrentarlo”, herramientas entre las cuales citó la regulación financiera, las políticas anticíclicas, el fin del proteccionismo y de los paraísos fiscales, y una reforma profunda del sistema internacional.
NUEVO ORDEN. Bajo esas coordenadas, Lula enfatizó que hoy el mundo es multipolar y ya no depende de lo que hagan pocas potencias: “Era muy fácil esa época cuando alguien tomaba un buen whisky y resolvía los problemas de la humanidad”.
Pero el problema es que este nuevo mundo sigue bajo las leyes estipuladas a la salida de la Segunda Guerra Mundial, tal como se refleja en la composición del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
“No es posible que en ese órgano no esté América latina, Alemania o Japón”, recordó.
Sudamérica, dijo, tiene un horizonte despejado frente a si ya que posee todo lo que el mundo busca o necesita: reservas de agua dulce, alimentos y paz y democracia en el continente. “Somos 400 millones de sudamericanos viviendo el momento más favorable en décadas”.
Un crecimiento que se da en un marco democrático, liderado por gobiernos de signo de centroizquierda: “Ya no encuentro en el continente gobernantes bolivianos que hablan mejor el inglés que el castellano, y mi frontera es con Argentina, Uruguay, Paraguay, hoy orgullosamente puedo decir que hicimos en poco tiempo una América del Sur con Cristina, Néstor y Dilma”.
MODELO BRASIL. Ante la adoración de los empresarios, que gustan decir que es un estadista más que un político, Lula repasó algunos de los grandes ejes de las gestiones petistas, en varios aspectos muy parecidos a lo que el kirchnerismo implementó tras la devaluación.
El ex presidente recordó que con la creación del PAC (Programa de Aceleración del Crecimiento) en 2007, Brasil retomó después de dos décadas la construcción de infraestructura. “Nos salteamos una generación entera de brasileños sin grandes inversiones, y ahora hay que recuperar eso”.
También resaltó la importancia vital del consumo del mercado interno como generador de empleo, y la puesta en marcha de programas de inclusión social como la Bolsa Familia, que alcanza las 50 millones de personas.
Elite. “Construimos un círculo virtuoso de crecimiento sustentable con creación de empleo formal, 40 millones de personas cambiaron de clase social y ese crecimiento de la clase media continua firme”, afirmó.
También contó que desde el Estado fomentaron la creación de una nueva elite brasileña a través de inversiones en educación con escuelas técnicas y universidades.•