El 11º Encuentro Nacional de Músicos Populares cerrará esta noche, a las 21, en la Plataforma Lavardén, con un concierto que ofrecerán Luis Baetti, Pablo Juárez y el dúo Perpetuo Remolino, que será cerrado por el guitarrista Luis Salinas como figura central. El artista dialogó desde Chile con Escenario y reafirmó que su carrera se basa en su sentimiento y que el único límite que reconoce está en sus manos: “Para la música no hay techo, el techo te lo ponés vos mismo”, aseguró el músico de Monte Grande.
Desde “Salsalinas” (1994), su primer disco, hasta la trilogía de “Sin Tiempo” (2010), pasando por “Luis Salinas en Vivo” (2009, 2010), dedicados a los clásicos de la música popular argentina, el artista acumuló 15 discos con los que recorrió un amplio abanico de géneros mostranto su virtuosismo.
Con una carrera de trabajador de la música que le puso sonidos a grandes voces, —entre las que se destaca la de Mercedes Sosa—y tocó junto a ilustres colegas de las seis cuerdas como Tomatito y Scott Henderson —por nombrar un par—, Luis Salinas sigue siendo el tipo llano y sencillo que afirma que el principal mérito de un artista es la sinceridad con la que se expresa.
En un mundo que pone los números delante de las palabras, Salinas rescata el amor por lo que hace a la hora de expresarse con su guitarra.
—¿Cómo se siente tocando en la Universidad Central de Chile convocado por una escuela de música, siendo un artista que no pisó la academia?
—Muy contento. Siempre es bueno compartir la música. Primero están los sonidos, luego los nombres que esos sonidos tienen.
—¿Esta convocatoria está relacionada con su anterior experiencia junto a Scott Henderson en Chile?
—No. Esta fue una invitación de Christian Gálvez, gran músico, que me convoca cada vez que puede. Lo conozco desde que tenía 16 años y desde ahí para acá, lo convoqué siempre que pude y ya hicimos 3 discos juntos y compartimos varios conciertos.
—¿Imaginó una situación como la presente cuando aún era un chico de Monte Grande que quería tocar la guitarra como su padre?
—La verdad es que soy un agradecido, cuando miro hacia atrás y veo que hoy puedo vivir tocando lo que me gusta; que ya viajé a más de 25 países y los escenarios y músicos que conocí. Es mucho más de lo que esperaba.
—¿Qué siente cuando su hijo Juan toca junto a usted?
—Una gran emoción... Es muy difícil de explicar. Debo separar el músico del padre, y eso es muy difícil. Es un regalo poder hacerlo.
—En el concierto de Rosario cerrará un encuentro de músicos populares que lo considera un maestro de la guitarra. ¿Que puede aconsejarles?
—Que escuchen todo, que se abran a escuchar diferentes cosas, que escuchen a los clásicos para poder desprenderse donde quieran, y que nunca dejen de escucharse a ellos mismos. Que siempre busquen que pueden decir ellos. Para la música no hay techo, el techo te lo ponés vos mismo.
—Después de haber tocado con muchos de los grandes guitarristas del mundo y con cantantes como Mercedes Sosa, ¿qué sueño de músico le queda por concretar?
—Tocando siempre se está aprendiendo. Este último viaje a Europa, en lo personal, fue una vivencia muy importante porque la hice nuevamente con mi hijo. Estar en el Festival de Córcega, donde tocan los principales guitarristas de mundo como Jeff Beck, Birelli Lagrene, y compartir escenario con Tomatito; o en París y en Madrid con mi hijo, que tiene 15 años, es algo muy lindo, muy enriquecedor. Y en lo artístico, siempre es muy importante por los músicos que uno ve, con los que uno toca y siempre se aprende.
—Muchas veces dijo que Rosario es una ciudad especial para usted y tiene un álbum con ese nombre, ¿qué es lo que lo une tan fuertemente con la ciudad?
—Rosario fue especial desde la primer vez que fui. Además, si no hubiese ido a Rosario, mi hijo Juan no habría nacido, ya que ahí conocí a su mamá. Tengo muchos amigos, y siempre me ha gustado presentar mi disco primero en Rosario, luego en cualquier otra ciudad.
—¿Que cualidad define a un músico como popular?
—Adolfo Abalos me dijo un día que la música popular es la música noble, que representa a un pueblo, por eso es tan importante lo que hay detrás de las notas.
—¿Qué música lo impulsa a tomar la guitarra y ponerse a tocar?
—Ninguna en particular. Siempre creí que la música empieza desde el lugar de uno y es universal. No podría decir hoy “me gusta más esto que aquello”, aunque por momentos hice “esto” o “aquello”. La música es inmensa. Me gusta la libertad. Creo que de la libertad viene la creación y la música es de muchas formas no de una manera sola. Lo importante es que sea sincera.
—¿Se ve compartiendo algún proyecto artístico con su hijo Juan en el futuro?
—Sí, claro. Ya lo estamos haciendo. Hace poco, en Mar del Plata, hice un concierto (“Intimo”), solo en dúo con Juan. Y ahora, en Rosario, estará como invitado.
—¿Planifica su carrera o sigue los pasos que le marca el corazón?
—Como te dije antes, he luchado mucho para poder hacer lo que quiero, lo que me gusta. No fue fácil esto de “tocar de todo”. La música no es un especulación para mí: toco lo que siento. Creo que hay una diferencia en decir equivocadamente “toco de todo porque puedo”, a decir “toco diferentes cosas porque me gusta y amo”, porque tiene que ver con lo que escuché desde chico. Si tuviera que definirme diría que soy una consecuencia de lo que he escuchado desde chico y eso se ve en mi manera de tocar y de componer.