Los Toten Hosen, emblema del punk, compartiendo escenario con una orquesta sinfónica clásica. ¿Un experimento posible? Sí, sobre todo cuando se trata de rendir homenaje a los músicos perseguidos por el terror nazi.
Los Toten Hosen, emblema del punk, compartiendo escenario con una orquesta sinfónica clásica. ¿Un experimento posible? Sí, sobre todo cuando se trata de rendir homenaje a los músicos perseguidos por el terror nazi.
El concierto "Bienvenidos a Alemania" celebrado en Düsseldorf unió al célebre grupo liderado por el frontman Campino con la orquesta de la Escuela de Música Robert Schumann, una de las estigmatizadas por el régimen de Adolf Hitler.
"Hoy no será de ningún modo una noche Toten Hosen", avisó Campino al inicio del particular concierto en la sala Tonhalle. Pero de algún modo se equivocaba: entre los 2.000 espectadores predominaba la ropa negra, los símbolos punk y las botellas de cerveza.
Los cinco músicos del grupo alemán pisaron el escenario y escucharon en silencio la obertura interpretada por la orquesta durante casi un cuarto de hora. Tiempo suficiente para meditar sobre el motivo del concierto.
A pocos pasos de la sala, los nazis inauguraron en mayo de 1938 la muestra "Música degenerada", en la que condenaban las formas de música que consideraban perniciosa. Seguían así el paso dado un año antes en la plástica con la exposición "Arte degenerado" en Munich.
El programa del concierto este sábado sirvió de muestra de la riqueza musical aniquilada o expulsada por la Alemania nazi: música para película de Erich Wolfgang Korngold, canciones críticas de Kurt Weill y Hanns Eisler, piezas dodecafónicas de Arnold Schönberg, música yiddish y emotivos temas de presos de campos de concentración.
La unión de orquesta sinfónica y banda punk sonó algo forzada al principio de la noche, pero fue haciéndose más fluida a medida que avanzaba el programa. Los Toten Hosen demostraron pronto que también son capaces de generar un sonido más suave y "unplugged". Uno de los momentos más conmovedores fue la canción de cuna "Wiegala" interpretada por la soprano Linda Hergarten. Era al parecer el tema que la compositora Ilse Weber cantaba a su hijo y otros niños cuando eran llevados a la cámara de gas en Auschwitz.
En el Tonhalle de Düsseldorf, la voz raspada de Campino encajó a la perfección con el tono de "Mackie Messer", de Kurt Weill, y brilló junto con Hergarten en la "Canción de Alabama" de la ópera "Mahagonny", de Bertolt Brecht.
La noche dejó otra sorpresa: lo bien que encajaron los Hosen y la orquesta a la hora de tocar punk duro acompañado por cuerdas, guitarras y piano. Una forma de demostrar que, a diferencia de lo impuesto por el horror nazi, el lenguaje de la música es sólo uno.
Por Miguel Pisano
Por Martín Stoianovich