Londres.- Cuando el régimen de 42 años de Muammar Kaddafi esté terminado, los nuevos líderes de Libia y sus aliados occidentales afrontarán la dura tarea de restaurar el orden, comenzar la reconstrucción del país y evitar un colapso por conflictos internos que lleve al caos.
Las potencias de Occidente creen que la restauración de las exportaciones de petróleo y el acceso del gobierno provisional a los fondos congelados en el exterior serán clave para una reconstrucción que sea sustentable sin ayuda financiera externa, pero son conscientes de que hay otros desafíos inmediatos.
El rápido avance rebelde en Trípoli, respaldado por los ataques aéreos de la Otán, parece haber tomado por sorpresa a muchos. El rebelde Consejo Nacional de Transición (CNT), los gobiernos extranjeros, las firmas petroleras, los grupos de ayuda y otros actores deben apurarse para afrontar los desafíos.
Posguerra. "Lo que casi siempre se ve en estos casos es que la planificación para la posguerra no se desarrolla con la misma rapidez que el conflicto propiamente dicho", sostuvo David Hartwell, analista de Oriente Medio para IHS Jane's. "Habrá mucho por hacer", agregó.
Con los recuerdos de Irak frescos en la mente de muchos de los que planean la transición de posguerra, la mayor prioridad es la restauración de la seguridad. Sin embargo, ni los libios ni los Estados que han intervenido en el conflicto están interesados en desplegar fuerzas extranjeras en el terreno, con la excepción quizás de unos pocos países árabes. El CNT con sede en Bengazi ha trabajado con asesores occidentales durante meses para planear la transición, pero aun hay muchas preguntas que no tienen respuesta.
Teniendo en cuenta los problemas que se produjeron cuando las fuerzas militares occidentales intervinieron en otros conflictos, no son pocos los que ven con buenos ojos que los libios encuentren la forma de salir del problema a su manera. No obstante, la solución no es tan sencilla.
"No se pueden dejar atrás todas las viejas estructuras y hay que permitir que aparezca un nuevo liderazgo", dijo Graeme Lamb, director de las fuerzas especiales que trabajaron junto a los comandantes de EEUU en Irak y Afganistán. Los rebeldes dicen que han entrenado a miles de agentes de seguridad en Bengazi para que puedan trasladarse a Trípoli con la misión de restaurar el orden, pero los analistas cuestionan la preparación e incluso la existencia de esas fuerzas. La Otán podría ofrecer transportarlos por aire o tierra, pero lo que no está claro es si ellos serán bienvenidos. Además, los rebeldes del oeste de Libia que tomaron Trípoli han criticado a sus pares del este por lo que perciben como un avance lento. Su lealtad al CNT está en duda.
"La desmovilización de los grupos armados rebeldes será importante, comenzando si es posible con la recolección de las armas distribuidas por la Otán entre sus fuerzas", dijo Nikolas Gvosdev, profesor de seguridad nacional en el U.S. Naval War College. "Dejar Libia inundada de armas no ayudará a la estabilidad", afirmó.
A pesar de que no se desplegaron tropas extranjeras, Daniel Korski, ex funcionario del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, dijo que algún tipo de misión de monitoreo sin armas -tal vez conformada principalmente por miembros de la Liga Arabe o la Unión Africana- podría ser útil.
También se necesitarán reparaciones de infraestructura, y no sólo para subsanar los daños provocados por los ataques aéreos. Aunque Kaddafi gastó millones en carreteras, hoteles y otros proyectos, gran parte de Libia sigue sin urbanización. Los oriundos del este se sienten marginados. Atender sus quejas sin empeorar la tensión este-oeste será delicado.
La corrupción. El órgano anticorrupción Global Witness destacó también la importancia de promover un sistema transparente sobre la utilización de los beneficios del petróleo para evitar futuros conflictos. "Una de las causas claves de la Primavera Arabe ha sido la enorme insatisfacción de la gente por el abuso de finanzas e ingresos públicos y eso tendrá que solucionarse", remarcó Brendan O'Donnell, miembro de Global Witness. "Los Estados occidentales tienen que tener una mirada severa sobre sí mismos y algunas de sus prácticas, ya que han sido muy cómplices de esto", aseveró. (Reuters)