De reojo o no, incrédulo o fanático, quien más quien menos quiere saber qué le deparará el destino. Será por eso que Ludovica Squirru ya lleva 30 años dando respuestas desde el horóscopo chino. Esta semana, una vez más, eligió Rosario para presentar la edición 2015 de sus predicciones, que vienen de la mano de la cabra de madera. En su opinión, y como país, lo que está por venir no tiene desperdicio siempre y cuando se busque recuperar "el espíritu fundacional" de la Argentina.
"De pronto el gigante asiático se acerca a nosotros con su flota de vagones de trenes, barcos, aperturas de rutas regionales e inversión en tecnología para enseñarnos la cultura del trabajo, que está en manos de quienes no se dejaron doblegar por una epidemia de vagancia, vandalismo y decadencia institucional", escribió en su libro en alusión a los lazos que el país está tejiendo con China. Con este acercamiento, Ludovica está en su salsa después de fatigar décadas tratando de traducir para los latinos, los insondables enigmas orientales.
Llegó a esta ciudad después de un mes de gira por países americanos donde la recibieron de manera "increíble". La posta que sigue ya tiene fecha, será el 4 de diciembre, cuando en Ojo de Agua (Córdoba) y como hace 11 años, se junten quienes apuestan a refundar la Argentina desde "lo interior y desde el interior", con talleres, seminarios y música. "Una fiesta desde lo cósmico-telúrico", asegura e invita.
De charla afable, aclara una diferencia que la aleja de la predicción: dice que lo suyo son pistas preventivas, una especie de GPS a mano de todos, aunque será cada uno el que decida por dónde conducir su vida. En su texto confluyen diversas disciplinas, incluida su percepción de los momentos socio-históricos del país. Al respecto, contó que presidentes y gobernadores la convocan seguido, pero que nunca acudió. "No es lo mío, el oráculo no tiene partido político", contó y dijo que el actual gobierno no fue la excepción. "Es muy supersticiosa nuestra presidenta", dice Ludovica con la sonrisa que no pierde en ningún momento.
¿Y el futuro para Rosario? En su opinión, la ciudad está en un momento difícil, "un emergente de lo que pasa en el país y del que sólo se puede salir con conciencia grupal, desde los ciudadanos que digan basta hasta las autoridades que se tienen que ocupar de sacar todo lo que está pasando de terrible acá", dice Ludovica más cerca del realismo que del oráculo. Locura creativa.
Si el 19 de febrero comienza el tiempo de la cabra, ¿nos espera un año de locos?
— Es una continuidad del año del caballo (2014), y tiene que ver con sacar afuera todo lo que queda pendiente como asignatura en la vida: sueños, utopías, romances, trabajos. La cabra te lleva por el sendero de la imaginación, vamos a estar más locos de lo que estamos; pero creativos, imaginativos, con propuestas nuevas, refundándonos como país. La crisis es tal que dentro de cada uno está la llave.
Es un año de mirar hacia adentro. Somos un país de mirar hacia afuera; pero ahora, como muy poca gente puede salir, llegará la mirada hacia adentro, y adentro hay mucha riqueza, naturaleza, caudal humano que ayuda al prójimo sin prensa, que no está alineada en lo político. La cabra es una linda mecenas del espíritu. Maestros como Osho y Krishnamurti son cabras. Además, para el 2015, nos traerá nuevos horizontes en un año electoral, ojalá la gente participe y no sea pasiva.
¿Con quién se llevará bien la cabra?
— Se lleva bien con todo el mundo, es un signo muy pacifista, humanitario, divertido, artista. Quizás se lleva mal con la gente muy estructurada como el búfalo, gallo, perro y a veces con el dragón. La cabra tiene espíritu samaritano, pero hay que buscar la conciliación de los signos abriendo el espectro para convivir, seamos del signo que seamos. Las relaciones humanas siempre son experiencias y si uno choca siempre con la misma persona, hay que ver qué nos está dando de espejo.
¿Qué es lo específico de la cabra de madera?
— Es la energía del año. Es cooperativa de gente que está con ganas de buscar soluciones, como la madera que da calidez, une y ayuda, pero también habrá catástrofes ecológicas.
¿El caballo de 2014 nos deja alguna mochila pesada?
— El caballo no deja nada. Es como Atila, una vez que pasó un año del caballo, no queda nada superfluo, lo que queda es lo que tiene que quedar en la vida de un ser humano. El caballo vino a purificar y hacer un pase a otra dimensión, y tenemos tiempo hasta el 19 de febrero de hacer una respiración profunda para tomar conciencia de qué es lo que se nos está yendo, qué es lo viejo, que es lo que no queremos más, qué vino a llevarse el caballo.
¿Quién deberá estar atento este año?
— El búfalo, porque es el opuesto complementario de la cabra.
¿Por qué todos quieren saber qué le depara el destino, es atávico?
— Sí, es atávico. Es el ser humano frente a la vida, la muerte y lo que le va a pasar, es algo que está arraigado en el ADN, en el alma del ser humano en todas las culturas y religiones de la historia.
¿Está mal visto demostrar apego o estar condicionado a las predicciones?
— No hay que tener prejuicios ni de un lado ni del otro. Todo vale, no se puede convencer a nadie de algo que no tenga afinidad. En mi caso siento que, con treinta años de trayectoria y best seller, afuera se aprecia más. Por ahí en la Argentina siempre hay una tendencia a subestimar, a no valorar a quienes tienen en su tierra y mucha envidia, te subestiman pero leen el libro y lo tragan igual. Hay qué decirles qué hace esta autora (risas).
¿Y qué hace como autora para que interese tanto?
— Estudió mucho, viajó mucho. Se mete mucho con los chinos, ha traído y difundido materiales inéditos y herméticos de la astrología china. Creo que esto, a la larga, la gente lo aprecia; y sobre todo en el buen sentido de la palabra no he vendido mi alma a nadie, no me dejé comprar por nadie.
Por lo pronto y por las dudas, en diarios, revistas y hasta en el celular, los horóscopos no pierden su espacio, una suerte de vistazo al futuro por la que se asoma hasta el más pintado.