Hubo que apretar el gatillo una y otra vez para expulsar cada bala. Y los disparos fueron 10. Esa acción repetida se requirió para rociar de tiros el Peugeot blanco en el que iba Guillermo "Willy" Ramírez cuando un par de policías del Comando Radioeléctrico de Roldán intentó identificarlo, una noche de septiembre de 2010, y uno de los balazos le causó la muerte. Uno de ellos, el policía Raúl Alberto Lacuadra, fue condenado la semana pasada a 11 años y medio de prisión. Ahora el Tribunal dio a conocer por qué, a su entender, ese dispendio de plomo no fue un acto válido ni respaldado por su función: "Cuanto mucho pudo haber disparado una o dos veces forzado por las circunstancias, pero no ocho. El resto de los disparos fueron determinantes para descartar la legítima defensa porque no existía ninguna agresión que pusiera en peligro su vida".
Ese es el argumento central del voto del juez José Luis Mascali al que adhirieron sus pares Alejandra Rodenas y Héctor Núñez Cartelle. Los tres integraron el tribunal que la última semana de junio juzgó en un proceso oral al policía Lacuadra. En el fallo que se dio a conocer en estos días los jueces explicaron además por qué descartaron el pedido de la acusación de condenar al efectivo a prisión perpetua. El fiscal Carlos Covani y el querellante Sergio Larrubia pretendían que se le aplicara esa pena al uniformado por haber actuado en abuso de sus funciones policiales. Lo que convierte al delito en un homicidio calificado.
Sin embargo, el Tribunal consideró que no hubo abuso de su función "desde el inicio de la conducta" sino que el proceder del policía comenzó siendo legítimo y terminó dando pie a un delito: "Existe un menor contenido de antijuricidad en la conducta de aquel que realiza una acción al comienzo justificada, de aquel que en ningún momento tuvo en miras el cumplimiento del deber". Según el fallo, el inicio del accionar policial estuvo justificado porque los policías detectaron una "circulación peligrosa por la ruta de un auto sin luces traseras".
Así, condenaron a Lacuadra como autor de un homicidio agravado por el uso de un arma. El delito se consideró cometido con dolo eventual. Es decir que, para los jueces, el efectivo se representó la posibilidad de provocar una muerte al tirar contra un auto con dos ocupantes pero ese resultado no le importó y siguió tirando. Estos fundamentos eran esperados tanto por la fiscalía como por la querella para resolver si apelarán.
Un hecho, dos relatos. "Willy" Ramírez tenía 32 años y murió tras ser baleado en la cabeza el 19 de septiembre de 2010. Tenía un pasado delictivo que, según el fallo, los policías de Roldán no desconocían. En esa época estaba procesado por privación ilegítima de la libertad y portación de arma porque el 6 de junio se había atrincherado en una casa de Roldán reteniendo a sus dos hijas de 4 y 9 años para realizar reclamos a su ex esposa.
A principios de ese año había denunciado a cinco policías por mejicanear a ladrones y vendedores de droga de Roldán, un precedente que rodeó a su muerte bajo balas policiales de oscuras suspicacias. Para los jueces, no obstante, nada más allá de las conjeturas permite probar que el crimen de Ramírez estuviera ligado a ese conflicto con la institución policial (ver aparte).
El hecho ocurrió cerca de las 23. Lacuadra prestaba funciones en el Comando Radioeléctrico de Roldán y circulaba en un móvil con el policía Cristian P. Según el relato oficial, en el cruce de las rutas 9 y A-012 vieron pasar un Peugeot 504 blanco "a alta velocidad y sin patente". Lo persiguieron hasta alcanzarlo en calle Maíz y la ruta 9, cerca de la casa de la familia Ramírez.
Al volante iba Guillermo Ramírez y en el asiento trasero su hermano Marcelo. Lacuadra se acercó al conductor y le exigió que se bajara. Entonces apareció en escena un segundo hermano de Willy, Jorge, que esperaba el colectivo cerca de allí. Discutió con los policías y tuvo un roce con ellos.
En ese momento Willy intentó escapar. Entonces Lacuadra sacó su pistola 9 milímetros y empezó a tirar. Ocho de diez proyectiles impactaron en el auto. Uno atravesó la luneta y le perforó el cráneo a Ramírez, que terminó estrellándose contra un kiosco a los pocos metros. Su hermano bajó y escapó corriendo.
El policía aseguró que actuó en legítima defensa al ver que Marcelo Ramírez, en el asiento trasero, sacaba de una mochila un arma cromada que exhibió a través de la ventanilla. Alegó que efectuó dos disparos a la parte baja del auto pero luego "perdió el foco" porque Jorge Ramírez lo tomó del brazo y forcejeó con él. Marcelo Ramírez negó rotundamente haber portado un arma, mientras que Jorge "dijo que sólo empujó enojado e insultando, pero no habla de ningún agarrón sobre el brazo".
Verdadero o falso."Aún si diéramos por cierto que fue tomado del brazo, no se encuentra una explicación válida para efectuar semejante cantidad de disparos. No tiene sentido seguir disparando si no fuera porque quería esa acción voluntariamente", evaluaron los jueces. "Un empleado policial puede perder el foco y disparar su arma una vez, dos veces si es tomado del brazo. Pero el vehículo registra ocho impactos en sus partes trasera y lateral", continuó la argumentación. "De ninguna manera puede sostenerse que todos esos proyectiles fueron disparados en cumplimiento del deber o en legítima defensa".
El fallo consideró "difícil de aceptar" que el acompañante haya portado un arma: para los jueces no tiene lógica que haya sacado un arma por la ventanilla, sin dispararla, cuando había en el lugar dos policías armados. Señalaron que Marcelo Ramírez bajó del auto "sin nada en sus manos" mientras el auto estaba recibiendo "na inusitada cantidad de disparos".
Lacuadra había afirmado que con sólo apretar el gatillo una vez salió una decena de balas, pero los peritos lo descartaron: tratándose de una pistola semiautomática, fue necesario "apretar el gatillo por cada disparo". Esto ocurrió, insiste el fallo, sin un peligro inminente y cuando el auto se alejaba. Para el tribunal, "el procesado estaba molesto porque la víctima no quería salir del auto, y eso no implicaba un peligro cierto para su integridad", por lo que el ataque "pudo haber tenido como móvil una actitud vengativa del momento cuando el auto se pone en marcha y huye".