De repente una especie de Déjà vu pareció sobrevolar sobre quienes estaban el jueves pasado en la inauguración del periodo de sesiones ordinarias del Concejo Municipal. De no ser porque en 2014 la intendenta utilizó un traje claro y esta semana uno oscuro, cualquier desprevenido podría haber creído que estaba leyendo el mismo discurso. Una original manera de admitir que tras 365 días, los problemas siguen siendo los mismos.
Vale la pena detenerse entonces a desmenuzar ambas alocuciones, por lo que aquí se exponen frases textuales de Mónica Fein.
● 2014: "Rechazamos la violencia y nos comprometemos con la seguridad democrática. Pero erraríamos si pensáramos que una ciudad sola puede hacer frente a una de las problemáticas más acuciantes y complejas de nuestras actuales sociedades".
● 2015: "En violencia y seguridad se requiere un trabajo articulado con provincia y Nación".
● 2014: "Mirar a Rosario como el problema del país sería no resolverlo, porque el país tiene un problema con la violencia, el delito y la narcocriminalidad que se manifiesta en determinadas ciudades por muchas y variadas complejidades".
● 2015: "La violencia armada caló fuerte en todas las grandes ciudades argentinas".
● 2014: "Rosario no puede ser estigmatizada".
● 2015: "Sufrimos en los últimos años una campaña sistemática de estigmatización de la ciudad".
● 2014: "No voy a eludir mis responsabilidades".
● 2015: "Esta intendenta no esquiva responsabilidades".
● 2014: "La Policía Comunitaria patrullará dos barrios".
● 2015: "La Policía Comunitaria patrullará ocho barrios".
● 2014: "Se instalaron 500 cámaras de seguridad".
●2015: "Funcionarán este año 900 cámaras de seguridad".
Como se ve, para avanzar sobre el tema que más preocupa a los rosarinos, la Municipalidad sigue apelando a las mismas recetas.
El jueves Fein volvió a hablar de brecha social, desigualdad, inequidad y su relación con la violencia, aplaudida por fervorosos militantes socialistas que sin dudas no se detuvieron a pensar que ese diagnóstico ya lo había trazado un año antes.
En la coyuntura de violencia que vive Rosario no hay mucho para aplaudir. Tres días antes de los aplausos de la militancia, un centenar de personas se había reunido en la zona de la Terminal para exigir seguridad ante el crimen de un joven laburante de 36 años. Iba a buscar a su hija y lo asesinaron al resistirse a un asalto.
Un día después de que la intendenta reiterara su discurso, en la Zona Cero un hombre la emprendió a los tiros contra un grupo de mujeres que pretendía usurpar viviendas.
Hace 15 días este diario reflejó las tensiones que existen en ese barrio del noroeste rosarino. Dos personas murieron al resistir usurpaciones. Se comenzó un censo para saber quiénes viven allí de modo irregular. En medio de esa coyuntura, alguien defiende su casa tirando balas de goma y lesiona a varias mujeres. A nadie se le ocurrió dejar una consigna policial para evitar estos enfrentamientos.
Y así, entre los mismos diagnósticos y frases remanidas, la realidad se sigue mostrando compleja.
Hace seis meses, Enrique Bertini, un próspero empresario al que le asesinaron a su hijo en una entradera en barrio Echesortu ( aún no hay un solo detenido), congregó a una multitud en el Monumento para pedir justicia. "Pensé que esto no me iba a pasar a mi. Y ahora estoy acá. Les pido perdón a ustedes porque nunca me comprometí", les dijo a quienes lo escuchaban.
El lunes pasado, en barrio Agote, la sensación fue exactamente la misma. El tan trillado "a mi no me va a pasar", ahora les pasa a todos. Y entonces las marchas por seguridad se repiten, casi igual que los discursos. Mientras tanto, las soluciones no llegan.