¿Qué hacer ante la certeza de que sólo quedan 90 minutos de aire y una muerte inminente en un lugar hermético? La peor de las certezas puede disparar "locura, la no aceptación, luego la resignación" y hasta "la risa como sostén". Así lo indicó Damián Ciampechini, el autor y director de "Embovedados", la obra que se estrena el sábado, a las 22, en el teatro Mateo Booz (San Lorenzo 2243). Para la puesta en escena convocó a Cristian Valci y Nicolás Valentini, quienes interpretan a un cliente y el empleado del banco. Ellos mostrarán cómo en uno de los lugares más seguros del mundo cuyo objetivo es hacer perdurar valores y secretos, también se puede perder la vida en apenas una hora y media.
Ciampechini contó que este trabajo tuvo dos ejes: la búsqueda de un espacio poco frecuente donde se desarrolle la acción y, sobre todo, contar la historia en tiempo real, es decir los 90 minutos que dura la obra. Por eso la escenografía representa los detalles de la bóveda de un banco presidida por un reloj donde el espectador podrá acompañar minuto a minuto las transformaciones de los dos personajes.
La pieza se alinea de alguna manera con otras propuestas de Ciampechini en las que los personajes transitaron espacios atípicos. "Me gusta investigar mucho con respecto a formatos no convencionales como «Aquariam», con 107 actores, tres espacios en paralelo y la gente que elegía dónde ubicarse, o «Varsovia», que las últimas funciones fueron en el barco Ciudad de Rosario", recordó.
Una breve sinopsis indica que Ramón (Valci), cliente de un banco, le pide a Sergio (Valentini), empleado de la institución, que le permita acceder a su caja de seguridad diez minutos antes del cierre. El cliente se descompone, mientras el sistema de seguridad sella la bóveda hasta el día siguiente con ellos adentro.
¿qué hacemos?"En primera instancia se enfrentan al hecho de no poder aceptarlo", dijo Ciampechini y añadió: "Dentro del planteo está la pregunta sobre qué hacemos ante el hecho inminente de la muerte. El texto es mío y creo que es el replanteo sobre lo que uno hace día a día: no dejar las cosas para el futuro, disfrutar y vivir el día a día. Y si lo analizo es porque es algo que surge en mis puestas, y acá se da otra vez. Igual, sobre el final, la historia cambia con un hecho muy particular que modifica todo lo que se fue construyendo".
Ramón y Sergio atraviesan varios estados de ánimo en la hora y media de encierro, que, según adelantó el dramaturgo y director. "Primero viene la locura, luego la resignación y hasta la risa como sostén, como un método de escape", pero avanza el tiempo y saben que su situación "de asfixia" es irreversible. Lo irremediable derriba la censura, y en un gesto que rompe las reglas deciden hurgar en la privacidad ajena con el efecto de que "cada caja que abren les provoca un replanteo existencial", señaló Ciampechini.
Cada caja es la llave de acceso a una vida, y esa es otra de las ideas que desarrolla el texto. "Eso queda muy claro en la puesta porque van a encontrar desde cenizas de un fallecido hasta vino de mucho valor; dinero, pero también trajes de novia, cosas que la gente conserva como recuerdo en una propiedad privada porque eso son las cajas de seguridad. Ahí hay un replanteo de la vida, del amor, de la muerte, del sexo. Justamente el análisis de los personajes es una revisión de atrás hacia adelante, y el planteo del interrogante sobre qué nos quedó, qué hicimos, y qué haría cada ser humano si le quedan 90 minutos de aire".
8mm. Sobre el trabajo de producción señaló que tuvo algunas singularidades como la inclusión de una grabación en 8 milímetros. "Tiene un trabajo de producción importante que nos llevó unos seis meses. Además de la escenografía, inclusive en el texto planteo una filmación con una cámara de 8 milímetros. En Argentina solamente se revela en Buenos Aires y los rollos se consiguen solamente allá. Hubo muchos elementos difíciles de conseguir como los rollos de tres minutos y los conseguimos", explicó.
Ciampechini destacó la importancia de contar con dos actores de gran trayectoria y distintas generaciones. "La experiencia fue enriquecedora porque más allá de las edades también hay características disímiles en construcciones de trabajo. Yo respeto mucho el trabajo grupal. Y tuvimos que acomodarnos, porque, si no estoy equivocado, somos de tres generaciones distintas. Tuvimos que acomodar el tipo de trabajo, el tipo de estética, el tipo de narrativa. Nicolás viene del teatro más vanguardista, y Cristian, con una trayectoria muy grande, viene con otra escuela y yo con otra. Nos acomodamos para tener una estética uniforme y el proceso fue muy enriquecedor", concluyó el director.