Mohammad Varamini perdió su trabajo de 14 años en una fábrica de Teherán debido a los crecientes costos de la energía y a una caída en las ventas que provocó al cierre de la firma de azulejos que lo empleaba.
Mohammad Varamini perdió su trabajo de 14 años en una fábrica de Teherán debido a los crecientes costos de la energía y a una caída en las ventas que provocó al cierre de la firma de azulejos que lo empleaba.
Su historia se repite por todo Irán, donde cientos de empresas fueron cerradas durante el año pasado a consecuencia de las sanciones internacionales y la mala gestión económica del régimen islámico. "El dueño cerró la fábrica porque no podía pagar las facturas de electricidad, el gas y el agua", dice Sedigeh, la esposa de Mohammad y madre de sus cuatro hijos. "Durante un mes pudimos pagar el alquiler y otros gastos con la venta de mis joyas de oro y el uso de nuestros pequeños ahorros. Pero después no teníamos dinero y mi marido no pudo encontrar otro trabajo. Tuve que empezar a trabajar como limpiadora", agregó.
La carne, un lujo. Ahora esta familia lucha para seguir teniendo un techo y poder educar a sus niños. Cuando en marzo suba el alquiler se trasladarán a casa de los padres de Sedigeh. "Los precios están aumentando cada día. Sólo puedo darme el lujo de comprar carne una vez al mes", agregó.
Pocos escapan a las dificultades en estos días. Desde los sectores más ricos a los más necesitados están sintiendo el impacto de la inflación galopante, una moneda que se hunde y el aumento del desempleo. Las sanciones internacionales dirigidas a privar al programa nuclear de Irán de fondos y tecnología complican las vitales exportaciones de petróleo y las finanzas públicas de Irán.
En septiembre de 2010, el gobierno impulsó recortes a los subsidios a los combustibles pese a la oposición pública y parlamentaria. El aumento de precios de los servicios ya ha obligado a cerrar unas 180 fábricas, sólo en Teherán.Shahram Alizadeh es un comerciante de acero de Teherán que no recuerda haber visto un momento más difícil para su negocio. "El comercio, por lo que a mí respecta, se ha reducido a casi cero. No hay proyectos de construcción debido a que la situación política es muy inestable e impredecible", comentó el hombre de 53 años.
El estado de ánimo de los comerciantes de Teherán es un hecho que no puede ser ignorado por los gobernantes, si se recuerda el importante rol que desempeñaron en las movilizaciones para derrocar al Sha en 1979.
Elecciones en puerta. A medida que se acercan las elecciones parlamentarias y presidenciales -en marzo de 2012 y en 2013, respectivamente- la temperatura política va en aumento. Antiguos aliados han acusado al presidente Mahmud Ahmadineyad de permitir que la corrupción florezca al más alto nivel. El líder supremo, el ayatolá Ali Khamenei, se ha unido a las críticas. En Irán la economía presenta posiblemente el mayor desafío. La tasa oficial de inflación se sitúa en torno al 20 por ciento. Pero otras estimaciones la sitúan más cerca de un 50 por ciento. Del mismo modo, muchas personas estiman que el desempleo está muy por encima de la tasa oficial del 14,6 por ciento.
Los precios de los productos básicos como el pan, la carne y el arroz aumentan día a día. La carne es demasiado cara para muchos, con un valor de 20 dólares el kilo. Sitios en Internet de la oposición iraní publican con regularidad informes de despidos y huelgas de trabajadores que no han recibido su sueldo durante meses, incluso en fábricas de propiedad del gobierno.
La vivienda. Las viviendas en Teherán están fuera del alcance de la mayoría. Los precios han subido en las últimas semanas en torno al 20 por ciento como consecuencia directa de la caída del valor de la moneda y el aumento de los costos de las materias primas. Agentes de bienes raíces predicen que los precios de los inmuebles seguirán aumentando.
Los recortes a los subsidios en energía y alimentos son parcialmente compensados por pagos mensuales de 40 dólares por persona. Pero es insuficiente, aseguran los críticos del régimen.
Corrida bancaria. Los iraníes comunes y corrientes están retirando sus ahorros de los bancos por miedo a las consecuencias económicas de un ataque militar de Estados Unidos o Israel, en caso de que la diplomacia no logre resolver la disputa nuclear del país con Occidente.
El jefe del banco central, Mahmoud Bahmani, dijo que los bancos buscan elevar las tasas de interés de los depósitos en moneda extranjera con el fin de atraer a los clientes. Pero es improbable que la medida tenga éxito, ya que los iraníes han perdido la confianza en el sistema bancario. "Yo tenía una cuenta en dólares, pero ahora los funcionarios del banco me dicen que cualquier retiro se pagará en riales (la moneda local) con una tasa baja", comentó Amin Mohammadi, un oficinista de 31 años que convirtió su salario en dólares como una medida para mitigar la inflación. Los bancos occidentales ya no entregan créditos abiertos para los importadores iraníes. Los bienes importados se han vuelto más caros debido a los costos adicionales de la canalización de pagos a través de terceros.
Desastre energético. El sector energético, la columna vertebral de la economía de Irán y el objetivo de las sanciones de Occidente, se mueve lento, pero seguramente se paralizará debido a la escasez de equipos y la falta de inversión extranjera. Los expertos iraníes de petróleo dicen que Irán se arriesga a quedarse sin reservas de crudo en 80 años, ya que carece de la tecnología moderna para mantener sus campos petroleros.
"El petróleo de Irán y el sector gasífero necesitan tecnología y inversión. Nuestros campos, oleoductos y refinerías de petróleo necesitan inversión y desarrollo. La tecnología china no es tan buena como la tecnología occidental y por lo tanto, las sanciones están afectando incluso los campos petroleros", advirtió un ex funcionario del Ministerio de Petróleo que pidió no ser identificado.
Nafta de baja calidad. "La demanda interna está aumentando. El gobierno dice que Irán está produciendo nafta para uso doméstico, pero no mira la contaminación. La razón principal de la contaminación es la nafta casera. No cumple en absoluto con las normas", agregó. Teherán es una de las ciudades más contaminadas del mundo y los expertos dicen que la razón principal es la baja calidad de los combustibles producidos en el país. En un esfuerzo para mantener el flujo de dinero del sector energético, se autorizó a las empresas afiliadas a la poderosa Guardia Revolucionaria a desarrollar campos de petróleo. "Pero ellos carecen de tecnología y de experiencia, lo que hace que el sector sea un desastre", dijo el funcionario. (Reuters)