El lanzamiento del Frente Amplio Unen (FAU) pone en un lugar ampliamente competitivo a la centroizquierda para desalojar del poder al peronismo —en cualquiera de sus variantes— en 2015 y obliga a kirchneristas, massistas y macristas a levantar los niveles de exigencia para poder ingresar a ese verdadero objeto del deseo: el escenario de ballottage.
Aunque muchos transeúntes de los pasillos de la política grande descarten al oficialismo como protagonista de los comicios de 2015, el kirchnerismo está en condiciones de tallar de modo gravitante si el último tramo de la gestión de Cristina Fernández logra remontar los números y el clima de la economía, hoy en temperatura bajo cero por el enfriamiento dispuesto desde el Palacio de Hacienda y el Banco Central.
En el reservorio del Frente Para la Victoria (FPV) se presenta un cuadro contradictorio de acuerdo a lo que fueron los ejes y las batallas del kirchnerismo. Hoy, el principal ariete electoral no es ninguno de los protagonistas que crecieron bajo las ínfulas del "relato", sino el eterno sobreviviente de caudillos y modismos políticos de los últimos 20 años. Así como sobrevivió a Carlos Menem, Domingo Cavallo, Eduardo Duhalde, Adolfo Rodríguez Saá y Néstor Kirchner, el gobernador de Buenos Aires, Daniel Scioli, pretende sobrevivir a Cristina y al "relato" todo.
El dilema K. El gran dilema que asoma en el kirchnerismo paladar negro tiene que ver con cómo afrontar el después de Cristina en el poder, si jugando las fichas con Sergio Urribarri, quien ya ha dicho públicamente que no se alejará un ápice de las columnas basamentales del espacio político que gobierna el país desde 2003, o avalar a Scioli condicionándolo en las listas legislativas e imponiéndole el candidato a vicepresidente.
Como figura intermedia entre el ultrakirchnerismo del gobernador de Entre Ríos y la desconfianza que genera Scioli, aparece la alternativa que esboza el ministro del Interior, Florencio Randazzo. Las aspiraciones voceadas por Randazzo a partir de un futuro mejoramiento de las redes ferroviarias demuestra la vara baja con que unos y otros auspician sus voluntades presidenciables. En otra época, y con otros contextos, hacían falta muchos más argumentos para pretender competir por el cetro mayor.
De una interna entre Urribarri, Scioli y Randazzo podrá emerger un candidato oficialista con suficiente ropaje como para aspirar a colarse en el ballottage, siempre como una especulación apriorística atento a los cuatro cuartos en los que se divide hoy la política argentina.
Hoy, el mayor objetivo del gobierno nacional es escaldar la fulgurante realidad de Sergio Massa, primero en todas las encuestas de intención de voto, y súbito dominador de la cuestiones de agenda. Con picardía, el diputado tigrense tomó como propio el tema de la seguridad —la principal prioridad de la mayoría de la sociedad— y la oposición a la reforma del Código Penal. Massa también parece haber elegido su contraplano, el polémico juez de la Corte, Eugenio Zaffaroni, quien como abanderado de la teoría garantista del Derecho Penal va en contra de las corrientes que piden endurecimiento de penas y medidas por el estilo.
Como ajenos a los tiempos que se viven —o al menos en falsa escuadra— Federico Pinedo (PRO), María Elena Barbagelata (FAU) y Ricardo Gil Lavedra integraron la comisión encargada de reformar el Código Penal que suscribió la idea de atenuar penas en los delitos más graves, algo que fue aprovechado por Massa para sacar una ventaja comparativa respecto de los demás partidos y construcciones políticas.
Sin embargo, el massismo deberá afrontar dos realidades difíciles: no le resultará sencillo mantener en alto esa hegemonía temática desde la Cámara de Diputados, un espacio que casi siempre adormece las intenciones y el deseo de estar permanentemente en primera plana, y no contará con la chance de resultar legitimado en una interna competitiva como previa a la general.
Esa presunta capitis deminutio que significa no tener competidores en las Paso deberá ser aprovechada al máximo por el krichnerismo y el FAU a la hora de pelear palmo a palmo con el massismo. Para la Casa Rosada también será fundamental evitar el pase de gobernadores e intendentes hacia el Frente Renovador, apostando a que esa estructura juegue sus fichas solamente en el Frente Para la Victoria. Para que esa instancia no se produzca, la lapicera de Cristina sigue siendo fundamental.
Desde los laboratorios de Olivos y Balcarce 50 auscultan que el jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, y Massa disputan los votos en el mismo ajuar. "Cada voto que Macri gana se lo saca a Massa, eso está claro. Y será así en el tiempo inmediato tras las conformación de Unen. Pero no es sencillo ese escenario que algunos plantean de poner al PRO como principal opositor, como una especie de (Sebastián) Piñera criollo, para la eventualidad de que tengamos que corrernos del poder por 4 años", mensuró un diputado cien por ciento kirchnerista.
Aunque la situación de Macri será tema de otra columna, debe decirse que en ese vector aparece el mismo riesgo que el que tiene Massa ante la ausencia de un competidor para las Paso. Todo el cotillón que sigue apareciendo en torno a un posible acuerdo entre el PRO y el FAU para que la competencia involucre a Macri no será resuelta hasta bien entrado 2015. Y aquí aparece un interrogante: ¿si Macri y Massa se disputan votos entre sí, por qué no pensar que lo lógico sería una competencia entre ellos en las primarias?
La división del voto peronista podría hacer naufragar en Santa Fe las expectativas de unidad que algunos diputados y senadores depositan para 2015. Las reuniones entre los legisladores justicialistas que se hicieron con la excusa de posicionarse contra el veto del gobernador Antonio Bonfatti a la reforma judicial lleva de la mano una idea superior: alcanzar un acuerdo entre kirchneristas, massistas y reutemistas (entre otros) para evitar otro desastre electoral del PJ.
Sin embargo, el domingo pasado en una entrevista con LaCapital, el ministro de Defensa, Agustín Rossi, adelantó que sería de cumplimiento casi imposible acordar con el massismo y/o el reutemismo, además de reiterar que los candidatos del PJ santafesino en las Paso deberán reflejar el apoyo al "modelo".
La idea de que el PJ siga desalambrando Santa Fe —poniéndola en sintonía con la Nación— siempre es una buena noticia para el Frente Progresista y para Unión PRO, cuyos referentes se restregan las manos cada vez que el peronismo local se divide en tantas partes.
A 18 meses del recambio en el poder, la política comienza a extremar movimientos, conjugar alternativas y apostar a los beneficios relativos de las alquimias electorales.