En el Gabino hubo baile, al ritmo de la zamba de Los Cuatro de Córdoba. El género musical y el grupo son elecciones caprichosas de quien escribe. Pero caen como anillo al dedo para remitir al 4-0 de Central Córdoba sobre Midland, que a la vez significó el cuarto éxito charrúa. Con tal presentación y racha positiva, el futuro pinta promisorio por Tablada, aunque por ahora deba seguir mirando las dos tablas, la general, en la que está entre los de arriba, y la del descenso, en la que tiene el 2º peor promedio.
La virtud de Central Córdoba fue desnudar las flaquezas de Midland. A las espaldas de los defensores visitantes, hizo lo que quiso. Como en el gol de la apertura, a los 5’. Amilivia la peleó y picó al vació para buscar el pase de Fernando Resler. Enfrentó al arquero Peralta Salinas y lo superó con un tiro cruzado.
De esas ocasiones hubo un montón y no alcanzarían las líneas de este artículo para describir una y otra. En cambio, es factible señalar los aspectos positivos de la gran victoria charrúa. Por empezar, hizo casi todo bien, aprovechando los huecos que dejaba la última línea visitante. El que se movió mejor en esos espacios libres fue Ezequiel Amilivia, inquietante y peligroso.
Para las habilitaciones punzantes en cada ocasión de gol fue clave un mediocampo que antes de poner el pase en profundidad la movió con criterio. Brian Meza, sereno, pausado y con los ojos bien abiertos para ver la mejor opción, resultó crucial. También Federico Sánchez, aunque lo suyo pasó más por la gambeta, con esa capacidad de lentificar el juego y acelerar en el momento apropiado.
La historia quedó casi sentenciada a los 28’, con la peinada de Alfredo Resler (tan expeditivo como sólido en la defensa) que se introdujo en el arco tras el tiro libre que llegó enviado por Cristian Sánchez.
Y se definió antes del cierre del primer tiempo con el tercero tanto, obra de Federico Ferrari, que tocó para Funes y buscó la devolución para dejar por el camino al arquero y empujarla al fondo del arco vacío.
El juego de Central Córdoba fue abrumador. Y si no amplió antes el marcador en el segundo tiempo fue por apresuramiento o falta de puntería. Esa que en cambio sí tuvo Juan Fernández, clavando en el ángulo un tiro libre precioso. Para gritar el gol con ganas, ratificar que se trató de un baile y de que el charrúa sigue en ascenso.