Los dos compañeros de viaje de Luis Forlenza, el barra de la facción boquense de
Lomas muerto de un síncope cardíaco tras un ataque registrado el domingo último en Ciudad del Cabo,
dejaron pasar de largo todo vínculo de agresión de otra barra brava y hasta ahora la justicia
sudafricana no tiene más testigos del hecho.
“No sé por qué se habla de ataques de barras que a mí no me
constan”, dijo a DyN el cónsul argentino en Ciudad del Cabo, José Basbus, quien ratificó ante
una consulta de esta agencia que el hombre “estaba solo al momento de la agresión”.
“Fue un ataque para robarle”, insistió el funcionario.
Asimismo, de la banda de Lomas, de los que solo quedan en Ciudad del Cabo los dos acompañantes, ya
que el resto de los que integraban el grupo de Forlenza, otros cinco, viajaron de inmediato a
Johannesburgo para intentar conseguir un pasaje de regreso lo más rápido posible.
Ya sin Argentina en competencia, miembros de otras barras, entre ellas
la de Independiente, que quedó en el centro de la escena como supuesta involucrada en el caso
Forlenza, hicieron el mismo intento, aunque pocos lograron cambiar el boleto para anticipar la
vuelta, por el pago adicional de 200 dólares.
Pero algo saben las dos partes, y es que en Sudáfrica no pueden hacer
nada raro ni siquiera tomar represalias. Esto significaría quedar encerrados en un proceso judicial
con amplias posibilidades de caer en prisiones locales, y bajo leyes propias, lejos de sus
familiares.
Nadie piensa mover un dedo aquí, y el silencio selló otra vez un
expediente judicial que envuelve a las barras bravas de la Argentina, como suele ocurrir en tierra
propia, pero con argumentos más que pesados para seguir en la misma línea de conflictividad.