Una participación mayor de lo previsto en las elecciones presidenciales de Afganistán y el fracaso de los talibanes en su intento por descarrilar la votación mediante el terror son el balance algo sorprendente que dejan los comicios presidenciales de Afganistán del pasado sábado. Un 60 por ciento de los afganos concurrió a votar, un porcentaje elevado para un país en guerra. Los resultados se conocerán el 24 de abril. Se trata de la primera vez en su larga historia que el país elige al sucesor de un presidente en forma democrática.
Los talibanes son hasta ahora los grandes perdedores de estas elecciones. Amenazaron con una campaña arrasadora de atentados, pero quedó en duda su capacidad para sumergir al país en el caos, justo ahora que las tropas extranjeras se disponen a marcharse. Los talibanes afirmaron que perpetraron más de 1.000 ataques y mataron a decenas de personas solamente durante el sábado, pero funcionarios de seguridad señalan que esa cifra es una enorme exageración. Sí hubo decenas de pequeñas bombas en los caminos y ataques contra centros de votación, policías y votantes durante el día. Pero el nivel global de violencia fue mucho más bajo respecto a las amenazas de los talibanes y a la historia del país.
Pese a los peligros que afrontaban al ir a los centros de votación, casi un 60 por ciento de los 12 millones de personas con derecho a voto acudieron a las urnas, una medida de la determinación para tener una voz en el primer traspaso de poder democrático de esta nación del centro de Asia, mientras el presidente Hamid Karzai se prepara para poner fin a sus 12 años en el poder.
"Así es como la gente vota para decir muerte a los talibanes", dijo un afgano en Twitter, publicando una foto de sus amigos mostrado un dedo manchado de tinta —señal de que habían votado— en un gesto desafiante.
Ayer había una sensación palpable en Kabul, la capital, de que quizá estaba al alcance una mayor estabilidad tras 13 años de brutales luchas desde que el régimen talibán fue derrocado a fines de 2001 mediante una invasión militar liderada por EEUU. Desde entonces la insurgencia ha cobrado la vida de al menos 16.000 civiles afganos y miles de miembros de las fuerzas de seguridad. "Es mi sueño hecho realidad", dijo Shukria Barakzai, parlamentario afgano. "Fue un fantástico golpe en la cara del enemigo de Afganistán, un gran puñetazo en la cara de los que creen que Afganistán no está preparado para la democracia", comentó.
Si bien los talibanes no lograron perpetrar grandes atentados el día de las elecciones, algunos temen que busquen alterar el proceso de conteo de votos.En el primer ataque desde el cierre de los locales de votación, ayer una bomba al costado del camino causó la muerte de dos trabajadores electorales y un policía, destruyendo además decenas de boletas.
Los observadores creen que es muy pronto para concluir que los talibanes fracasaron en su campaña contra las elecciones. Más de 350.000 hombres de las fuerzas de seguridad fueron desplegados para la votación, y los puntos de control y bloqueos de carreteras alrededor de Kabul podrían haber frustrado los planes talibanes. También es posible que los talibanes deliberadamente se mantuvieran en un segundo plano para dar la impresión de una mayor seguridad y acelerar la salida de las tropas de Estados Unidos, a fin de ganar más terreno después. Ya lograron lanzar una seguidilla de potentes ataques en las semanas previas a las elecciones.
Los resultados de esta primera vuelta presidencial se conocerán el 24 de abril. La eventual segunda vuelta está prevista para el 28 de mayo.