El diputado republicano Louis Gohmert tiene un concepto bastante particular de la masacre ocurrida en una escuela de Newtown, Estados Unidos, con 27 muertos. "Hubiese pedido a Dios que la directora tuviese un arma de asalto en la oficina" y que ella no hubiese muerto. Así podría haber "eliminado" al autor de los disparos, "le podría haber volado la cabeza antes de que matase a niños inocentes".
Las palabras del político resuenan en los oídos de mucha gente en otras partes del mundo, pero forman parte del ideario de la Asociación Nacional del Rifle (ANR), el poderoso lobby de las armas en Estados Unidos. "More Guns, less Crime" lleva por título (y no es casualidad) el libro de John Lot, que comparte los argumentos de la ANR. Y el título: "Más armas, menos crímenes" ya lo dice todo.
La ANR, fundada en 1871, está considerada en Washington como una de las organizaciones de presión más poderosas del país. Tan sólo en la última campaña presidencial destinó 17 millones de dólares al candidato republicano Mitt Romney, quien durante la campaña se mostró con la ANR y participó en su asamblea anual.
Pero lo más decisivo para el poder de la ANR no es el dinero con el que cuenta. Uno de sus principales aliados de los fanáticos de las armas es la propia Constitución estadounidense, pues en su segunda enmienda destaca expresamente el derecho de los estadounidenses a portar armas. Y, de hecho, la ANR se denomina la "organización más antigua de derechos civiles" en Estados Unidos. A ello se suma que en 2010 el Tribunal Supremo confirmó expresamente ese artículo constitucional, es decir, que no se puede apelar políticamente nada contra el derecho a comprar, tener y llevar armas.
Archivado. No es de extrañar que el presidente Barack Obama se hubiese abstenido hasta la fecha de tocar el tema. Algunos medios indican que hace unos años el Departamento de Justicia estuvo trabajando en posibles medidas legales contra el despropósito de las armas, pero como se acercaba la campaña electoral el borrador quedó enterrado en el cajón. ¿Pero se atreverá Obama ahora a abrir ese frente? Aunque personalmente no tiene nada que perder, pues no puede presentarse a un tercer mandato, en 2014 se celebran elecciones al Congreso.
Y que la ANR no se anda con vueltas ya quedó demostrado tras la grave matanza hace unos meses en un cine con 12 muertos y 58 heridos. "El futuro del derecho de la segunda enmienda está en juego", dijo a sus seguidores a los que instó a luchar por defender ese derecho. "Y nada menos que el futuro de nuestro país y nuestra libertad está en juego", afirmó.
Y en lo que a armas se refiere, los estadounidenses están divididos. Los sondeos indican que una clara mayoría del 60 por ciento está de acuerdo con que la ANR defienda la posesión de armas, pero la misma proporción de gente tampoco tendría nada en contra de determinadas limitaciones en la ley de armas.
Eso hace extremadamente difícil los cálculos políticos y por eso el tema de las armas en Washington se considera especialmente arriesgado.
Nada en concreto. Y Obama se cuida mucho de no hacer promesas concretas al respecto. "Utilizaré mi poder en el cargo (...) en los esfuerzos que apuntan a evitar más tragedias como ésta". Suena bien, pero no hay nada concreto. Las propuestas que por ahora circulan van en dos direcciones: por una parte se podría prohibir o dificultar considerablemente la venta de fusiles de asalto semiautomáticos, como el que utilizó el asesino de Newton. Por otra parte podrían establecerse controles más restrictivos y obligatorios cuando el comprador tiene un historial delictivo o psiquiátrico. En Estados Unidos hay 250 millones de armas en manos privadas, más que en ningún otro país del mundo.
Algunos analistas creen que Obama apoyaría un nuevo impulso de los demócratas en el Congreso para restablecer la prohibición de armas de asalto, que los legisladores dejaron expirar en 2004. Expertos también creen que el presidente apoyaría medidas más fuertes para asegurar que los enfermos mentales no puedan comprar armas con facilidad. Y podría hacerlo en forma ejecutiva sin esperar al Congreso.