León Condorito Pastor, un albañil acusado de vender cocaína en villa La
Cerámica, llegó en libertad al juicio que lo tiene como único acusado de ese delito. Todo hacía
suponer que el debate oral y público en los Tribunales Federales de Oroño al 900 se desarrollaría
en una sola jornada, pero por una cuestión meramente organizativa la culminación del proceso, con
la lectura del veredicto, quedó para el día siguiente. Lo que nadie imaginó fue que el imputado no
se presentaría a escuchar la sentencia. Quizás asustado por un probable fallo condenatorio
Condorito levantó vuelo y sobre el mediodía de ayer le dictaron orden de captura y fue declarado en
"rebeldía".
—Doctor, ¿entonces quedamos para mañana a las once?
— Mejor venga a las once menos cuarto.
Ese fue el último diálogo que el presunto dealer tuvo con su abogado defensor
Martín Gesino el jueves último, cuando ya había caído la noche y los integrantes del Tribunal Oral
Federal Nº1 decidieron postergar para el día siguiente las declaraciones de los últimos dos
testigos, los alegatos de la fiscalía y de la defensa y la lectura del veredicto. Ayer, con todo
listo para retomar el proceso, lo esperaron hasta pasada la una de la tarde, pero Pastor no
apareció. El paso siguiente fue darle curso a la orden de captura para que las policías provincial
y federal lo busquen.
En privado. Condorito cayó preso el 29 de noviembre de 2007 durante un
allanamiento judicial en su casa de Ortiz de Guinea 1575, en la zona norte de la ciudad. Policías
de la Dirección de Prevención y Control de Adicciones de Santa Fe secuestraron sesenta y dos
envoltorios de cocaína, una billetera con 770 pesos y un teléfono celular. En el mismo
procedimiento fue arrestado un hombre que había llegado unos minutos antes a comprar droga. Cuando
estuvo frente al juez de instrucción, Pastor hizo una escueta declaración y se abstuvo de responder
preguntas. “Soy adicto. Tomo 15 gramos por día. Es para consumo personal y no vendo
drogas”, manifestó en aquella oportunidad.
El juez Félix Angelini lo procesó por tenencia simple, una calificación que le
permitió a Condorito recuperar la libertad y esperar el juicio sin ninguna restricción en sus
movimientos. Pero la fiscal del caso no estuvo de acuerdo con la tipificación que puso el juez de
Instrucción y en la requisitoria de elevación a juicio pidió que Pastor fuera juzgado por
“tenencia de estupefacientes con fines de comercialización”. En caso de ser hallado
culpable, la sanción que podría aplicarse oscila entre los 4 y 15 años de prisión de cumplimiento
efectivo. Con ese agravamiento de la imputación llegó Pastor al juicio que se inició el jueves y
que ahora está suspendido por su sorpresivo faltazo.
Desconcierto. “No tengo la menor idea de qué le pasó por la cabeza. Hasta que no
aparezca, o lo detengan, y cuente lo que sucedió, todo lo que podamos decir son sólo
conjeturas”, manifestó a este diario el defensor oficial Martín Gesino. “Lo que me
llama la atención es que, estando en libertad, vino al juicio. Y ahora cuando llegaba la definición
se ausentó. Este proceso iba a durar un día. Es decir, estaba previsto que el jueves se llegara a
leer el veredicto, pero se postergó para el día siguiente por falta de tiempo. Sólo quedan dos
testigos y los alegatos”, manifestó el letrado.
Un nuevo debate. Si ninguna de las fuerzas de seguridad que fueron notificadas ayer del
pedido captura que pesa sobre el imputado lo ubica en los próximos diez días, el juicio que se
inició el jueves se anulará y deberá hacerse uno nuevo, sin modificar la lista de testigos.
“Eso está establecido así porque se entiende que una suspensión de ese lapso de tiempo puede
hacer olvidar detalles que hayan mencionados los testigos”, sostuvo una fuente de los
Tribunales Federales. La asistencia de Condorito al juicio y el poco tiempo que iba a insumir el
debate dan a entender, según un vocero judicial, que el acusado en principio no habría tenido
intenciones de fugarse.
Gesino opinó que por más que Pastor haya sentido que el juicio “venía
mal” o que percibiera que estaba cerca de ir a la cárcel, quedaban dos instancias para que el
fallo fuera revisado. “Por más que lo hubieran condenado a una pena de cumplimiento efectivo,
ese fallo tiene que quedar firme. Es decir, se podía apelar a Casación por ejemplo”, comentó
el abogado.