Si la muerte tiene un rostro, César Andrés M., un muchacho de 24 años domiciliado en la villa conocida como la Vía Honda, vio de cerca esa cara al menos un par de veces en los últimos dos meses. El sábado 11 de julio el joven se atrevió enfrentar a tres hombres denunciados por su familia como vendedores de droga en el su barrio. Y como respuesta, él y sus parientes fueron baleados a mansalva. Uno de esos proyectiles impactó en la cabeza de su cuñada, Patricia Elia Obregón, de 25 años, quien murió seis días más tarde (ver aparte). En tanto César M. volvió a codearse con la muerte ayer a la mañana, poco después de las 8, cuando a la salida del semáforo de Provincias Unidas y bulevar Seguí fue atacado a balazos mientras circulaba en una moto. Recibió cuatro tiros y sobrevivió a duras penas.
Los vecinos que viven en las inmediaciones del lugar donde ocurrió el ataque relataron que César M. transitaba en una moto Guerrero DL negra y gris por bulevar Seguí hacia el oeste. Vestía un pantalón naranja, similar a los que usan los empleados de Vialidad, campera azul y zapatos de trabajo. Iba acompañado de otro muchacho. En el semáforo de Provincias Unidas se detuvo y cuando tuvo luz verde y comenzó a cruzar la avenida, una moto color negra con dos ocupantes le salió al cruce.
Según explicó el fiscal de la Unidad de Homicidios Adrián Spelta, una cámara de videovigilancia de una de las empresas afincadas en la zona captó la mecánica de todo lo sucedido. El funcionario indicó que al ver la moto negra César M. aminoró la marcha y la actitud fue copiada por el conductor del otro rodado. "Fue como en una película. Uno de los tipos le disparó y el de la moto (César) cayó como en cámara lenta. Los de la moto negra (agresores) huyeron por Seguí al oeste. La cagada es que era un hombre que iba a trabajar", indicó un circunstancial testigo.
"Todo pasó en un abrir y cerrar de ojos. Se escucharon tres o cuatro disparos. Pero vos veías como había quedado el pibe y parecía más un accidente de tránsito que otra cosa. En un primer momento pensamos que lo habían querido robar, pero hablamos con los vecinos y esto fue un terrible ajuste de cuentas", agregó otro vecino.
Fuentes de la pesquisa indicaron que en el ataque se detonaron dos armas de diferente calibre: un revólver calibre 38 y una pistola calibre 3.80, lo que implica que los dos hombres de la moto negra dispararon contra César M. El acompañante de César, en tanto, resultó ileso y se convirtió en el principal testigo. "No puedo creer que ninguno de los balazos me dio a mí", le dijo a los pesquisas. Según la versión oficial, la víctima recibió cuatro impactos en el tórax y el brazo izquierdo. Fue evacuado de la escena del crimen en un patrullero que lo llevó al Hospital de Emergencias donde lo operaron y quedó internado en observación.
Con rostros cubiertos. "Yo alcancé a ver todo por casualidad. Por estar mirando el semáforo. Para mí le quisieron robar la moto, porque eso acá es moneda corriente. El pibe herido venía por Seguí al oeste. Cuando cruzó Provincias Unidas una moto negra con dos tipos lo cruzó. Uno llevaba puesto casco y otro una gorrita con la visera bien hacia abajo. Y cuando lo tuvo a tiro, el acompañante empezó a disparar. Fueron tres o cuatro balazos los que yo escuché. El pibe comenzó a caerse como en cámara lenta. Decí que frenó, porque sino se mata", relató un vecino que vio la escena desde unos 35 metros y desconocía el contexto. "Yo hay cosas de este país que no las entiendo", dijo el vecino, oriundo de Paraguay, para reflexionar: "Detrás de la moto de los agresores iba una Ford FPUNCTUATION_SPACE100 y el tipo siguió como si nada. Los tendría que haber atropellado pero acá nadie se compromete con nada".
El ataque contra César M. es investigado por el fiscal Spelta quien comisionó a la Policía de Investigaciones (PDI) y a efectivos de la seccional 32ª para que trabaje sobre el terreno. Una de las medidas que ordenó fue la gestión de las cámaras de videovigilancia de las empresas Roca Cargas y Spray Tec. Una de esas cámaras registró la escena del crimen.
De acusador a acusado en un barrio donde no hay leyes
César Andrés M. se ganó un lugar en las crónicas policiales cuando el sábado 11 de julio, mientras terminaba un asado en su casa de Felipe Moré al 3500 se topó con su vecino Rubén Darío L., al que conocen como “Willy” y al que su familia había denunciado como vendedor de drogas. Willy estaba con “Patito” y “Jorgito”. Y los tres estaban armados. Entonces pasaron de las palabras a los balazos y un tiro mató a Patricia Obregón, cuñada de César.
Tras ello César fue a la seccional 19ª a realizar la denuncia. Y ahí pasó de acusador a acusado: quedó detenido por haber baleado a Yamila, una hermana de Willy. El fiscal Ademar Bianchini le imputó tentativa de homicidio y el juez Juan Carlos Vienna le dictó 20 días de prisión preventiva. El 24 de julio recuperó la libertad. Y desde ese momento él y su familia no dejaron de denunciar los aprietes narcos.
Por el crimen de Obregón hay dos hombres con pedido de captura. En tanto, de “Willy” se sabe que estuvo detenido por el crimen de Héctor Mariano Esquivel, asesinado el 5 de abril de 2014 en Felipe Moré y Saavedra. Un día salió con un permiso laboral y nunca regresó al penal. Los vecinos dicen que hace 20 años que está en la Vía Honda y que vende drogas para su tío “Gaby”, dueño de un búnker derrumbado tres años atrás.