Brasil ya no duerme. Las multitudinarias protestas que sorprendieron al país hace poco más de una semana, lejos de mermar, continúan propagándose, multiplicándose y, en algunos casos, tornándose cada vez más violentas. Ayer le tocó a la ciudad de Fortaleza, que fue escenario de una violenta batalla campal entre la policía y unos 40.000 manifestantes anti-Mundial, en un enfrentamiento ocurrido en las inmediaciones del estadio Castelao, pocas horas antes del partido Brasil-México por la copa Confederaciones.
Piedras, gases lacrimógenos, balas de goma y automóviles quemados fueron el símbolo del conflicto entre los manifestantes y las fuerzas de seguridad, tres horas antes de que se iniciara el encuentro de fútbol. Según informó el coronel de la Policía Militar Joao Batista, unos 40.000 manifestantes se hicieron presentes en la avenida Alberto Craveiro para reclamar ajustes sociales y hacer público su rechazo hacia los millonarios gastos públicos para preparar la Copa Confederaciones y el Mundial de Fútbol del próximo año bajo el lema "Más pan, menos circo".
La protesta comenzó a gestarse cerca de las diez y media de la mañana en medio de un clima pacífico. Hasta el mediodía, los manifestantes se posicionaron a dos kilómetros del estadio Castelao para realizar cantos en contra de la presidenta Dilma Rousseff y del Mundial de Fútbol 2014. Los manifestantes cerraron varias vías de acceso al estadio, y obligaron incluso a los vehículos oficiales de la FIFA a buscar rutas alternativas para llegar a la cancha, protegido por la policía local y por efectivos de la Fuerza Nacional de Seguridad enviados a la capital del Estado de Ceará.
Según informó Batista, el reclamo era pacífico hasta que un grupo de "infiltrados" logró derribar las rejas que separaban a los participantes del acto de la avenida que conduce al estadio. A partir de ahí, el grupo se refugió en un área de construcción y pasó a lanzar piedras contra la policía, que reaccionó lanzando bombas de gas lacrimógeno y gas pimienta y disparando balas de goma, que causaron heridas a manifestantes.
Entre dos fuegos. Varios agentes también resultaron heridos por piedras, y al menos un automóvil de la guardia civil fue incendiado por los participantes del acto. Muchos hinchas brasileños y mexicanos que buscaban llegar al estadio para el partido se vieron atrapados en el enfrentamiento, y algunos de ellos desistieron de ver el encuentro.
Las fuerzas de seguridad también embistieron contra representantes de la prensa que intentaban cubrir la protesta, y al menos dos fotógrafos —un alemán y un francés— denunciaron que policías amenazaron a sus colegas con pistolas y fusiles para que abandonaran el lugar. La violenta manifestación en Fortaleza se encuadra en el marco de una ola de protestas que estalló en varias partes de Brasil poco antes del inicio de la Copa Confederaciones.
Dentro del estadio, varios hinchas burlaron las reglas de la FIFA y mostraron pancartas de apoyo a la protesta. "Paren la corrupción. Queremos seguridad, salud y educación", decía uno de los carteles, escrito en inglés. Otro hincha vestido con la camiseta de la "seleçao" levantaba una pancarta que leía: "Mi Brasil está en las calles. El gigante despertó".
Vuelta atrás. Cientos de miles de personas han salido a las calles del país en los últimos días para denunciar los multimillonarios gastos públicos en el Mundial de Fútbol del año próximo y para exigir un transporte público mejor y más barato, así como una salud y educación pública de calidad. Como para tratar de descomprimir las revueltas populares, San Pablo y Río anunciaron que reducirán el precio del transporte público, informaron ayer autoridades de ambas ciudades brasileñas.
La aceptación por parte de las autoridades de la primera reivindicación del Movimiento Pase Libre, que tiene como bandera la gratuidad del transporte público, ocurre un día después de que se realizara en San Pablo la sexta movilización multitudinaria en el centro de la ciudad. Durante la sexta marcha, que además de defender la rebaja del pasaje paulista repudia la corrupción y los gastos millonarios del gobierno para organizar el Mundial y la Copa Confederaciones, en desmedro, según los activistas, de recursos para la salud, vivienda y educación, se registraron actos de vandalismo que dejaron rastros de destrucción en varias avenidas céntricas de la ciudad.
Vandalismo. Entre ellos, hubo un intento de invadir la sede de la alcaldía paulista, que fue depredada, destrozos en agencias bancarias y estaciones de tren y saqueos a unos 29 locales comerciales. Un total de 69 personas fueron presas y hubo al menos dos heridos. Esta ola de manifestaciones llevó a que cinco de las seis ciudades que acogen partidos durante el certamen, pidieran al gobierno federal que envíe agentes de la Fuerza Nacional de Seguridad, un grupo de policía nacional destinado a apoyar a las gobernaciones provinciales en casos de disturbios u otros problemas de seguridad. Además de Fortaleza, solicitaron refuerzos federales el Distrito Federal, Belo Horizonte, Salvador de Bahia, Río. Recife es la única ciudad que por el momento no recibirá apoyo de las tropas federales, puesto que la gobernación del Estado de Pernambuco no lo solicitó.