A menos de tres años de haber sido clausurado, ayer abrieron las puertas del sitio en el que funcionó el prostíbulo "Madame Gold", en San Luis 818. El inmueble, alquilado por un partido político, preserva mobiliario y otros elementos que pertenecieron al mismo. La visita se dio en el marco de la presentación del libro "Nadie nace para puta", de la activista de derechos humanos, Sonia Sánchez.
El Partido Socialista Auténtico (PSA) alquila actualmente este inmueble. Una de sus militantes, Mirta Sellarés, contó que cuando ingresaron a la vieja casona "todo estaba desarmado. Destruyeron un cerramiento que había acá (dijo señalando hacia el techo en el patio interno de la antigua casa) y era todo negro. Sólo se veían las ventilaciones. Esto era un basurero; de hecho, hay ambientes que no pudimos habilitar por las condiciones de humedad y por los problemas estructurales, algo que da la pauta de cómo trabajaban las mujeres acá ".
El comienzo de la recorrida pone en clima a quienes recorren las instalaciones. Sellarés muestra una de las habitaciones que fue conservada para recrear lo que padecían las mujeres que trabajaban en el prostíbulo hasta hace tres años: una pequeña sala de estar con un banco empotrado en la pared, toda pintada de negro e iluminada por una muy lúgubre luz ultravioleta, que está junto a un baño con bañadera; todo eso formaba parte de un servicio.
"Acá se reproduce la escena de cómo era este lugar. También estaba decorado con ramitos de flores de plástico y, junto con el baño, eran un área de servicio", relata mientras muestra la conexión que tiene con otra habitación.
En el cuarto lindero se pueden observar cuatro vidrios con inscripciones pegados en ellos. Sellarés dice que son cosas que fueron encontrando cuando comenzaron a limpiar el lugar, una tarea que les demandó varios meses.
Las inscripciones remarcan los servicios que se ofrecían: camas redondas, show de luces y espejos eróticos, entre otras cosas. "Tenemos mobiliario y algo de la decoración. Estos vidrios los dejamos como muestra de qué era lo que pasaba aquí adentro", comenta y añade que, según sabe, "cada habitación tenía su precio".
Perverso. En el último cuarto se ven las cosas más curiosas. Por un lado, una fila de carteles con consignas que, según deduce Sellarés, estaban en todos los cuartos. En ellos rezan "normas" para lograr que el cliente esté a gusto: "Cualquier disconformidad, solicite la presencia de la encargada", "Controle y haga respetar su tiempo" y, el más llamativo, "Por su seguridad, el lugar está monitoreado por el comando radioeléctrico".
La sorpresa llega al momento de ver, dentro de la misma habitación, un panel negro de durlock con dos ventanas. "Esto estaba instalado para dividir el cuarto: en un lugar había una cama donde la gente tenía sexo, y del otro lado la gente pasaba y, siendo un servicio más, miraba por las ventanas a modo de voyeur. Todo estaba pintado de negro y las letras de los carteles se hicieron en colores flúo", relata Sellarés y afirma que lo primero que hicieron fue "pintar todo de blanco, porque es un lugar que estaba muy cerrado y no tiene buena iluminación".
En la entrada se puede ver una ruleta casera: los clientes, únicos habilitados a "jugar" en ese lugar, tiraban para ganarse premios como bebidas alcohólicas, 50 por ciento de descuento en un servicio o la posibilidad de agregar a otra chica al servicio ya contratado en el prostíbulo.
Hoy en San Luis 818 funciona el centro cultural Puerto de Ideas, con la meta de contener las expresiones culturales de quienes se quieran acercar. Y además, para registrar todo lo que pasó allí.
"Cada vez que vienen distintas personas a recorrer la casa, aportan algo. Queremos registrar todo ese material y usarlo para hacer una tarea pedagógica. Tiene que servir para concientizar. Queremos construir una sociedad con un concepto: que no esté la necesidad de que las personas deban pagar para tener sexo", concluye.