Las poderosas fuerzas armadas de Egipto dieron ayer al presidente islamista Mohamed Mursi un ultimátum para que comparta el poder, instando a los políticos a acordar una "hoja de ruta" para el futuro del país en 48 horas, bajo el apercibimiento de ser el ejército el que marque esa hoja de ruta.
Un dramático comunicado militar emitido por la televisión estatal declaró que la nación estaba en peligro luego de que millones de egipcios salieran a las calles el domingo a exigir que Mursi renuncie y de que las instalaciones del partido gobernante Hermanos Musulmanes fueran saqueadas.
"Si las demandas del pueblo no son atendidas dentro del período definido, será deber (de las fuerzas armadas) anunciar un mapa de ruta para el futuro", advirtió el comunicado firmado por el general Abdel Fattah al-Sisi, cuya difusión fue seguida de música patria. El comunicado recordó a un similar emitido en 2011 y que fue decisivo para la caída de Hosni Mubarak.
El pueblo ha expresado su voluntad con una claridad sin precedentes en las manifestaciones masivas y perder tiempo sólo aumentaría el peligro de división y conflicto, agregó el comunicado de unas fuerzas armadas que gozan de enorme poder y prestigio después de haber ayudado a derrocar a Mubarak. El ejército señaló que controlaría la implementación de la hoja de ruta delineada "con la participación de todas las facciones y partidos nacionales, incluidas las personas jóvenes", pero que no se involucraría directamente en en el gobierno.
Manifestantes opositores a Mursi reunidos en las afueras del palacio presidencial celebraron el comunicado del ejército y el Frente de Salvación Nacional, principal partido de la oposición que ha demandado un gobierno de unidad nacional, también festejó el anuncio. En la plaza Tahrir de El Cairo, decenas de miles celebraban la acción del ejército: "Queremos que un nuevo Consejo de las Fuerzas Armadas gobierne hasta nuevas elecciones", dijo el contador Mohamed Ibrahim, de 50 años. "El ejército sólo respalda la voluntad revolucionaria legítima del pueblo". El fundador del movimiento de protesta egipcio "Tamarud" (Rebelión) que alega haber recolectado 22 millones de firmas pidiendo la renuncia del presidente Mursi, también celebró el ultimátum del ejército.
Es la segunda vez en apenas una semana que las fuerzas armadas lanzan una advertencia formal a los políticos gobernantes, sumando presión para que Mursi conceda compartir el poder con la oposición liberal, secular y de izquierda.
Mursi se encuentra en una encrucijada que le puede significar la pérdida del poder, luego de 80 años de que su partido intentara acceder a él y de lograrlo hace menos de un año en elecciones democráticas. "Entendemos esto como un golpe de Estado", dijo un asesor del gobierno al New York Times. "Lo que no sabemos es qué forma tomará".
Los manifestantes egipcios expresan el hartazgo por la inseguridad, la debacle económica y las tensiones entre las distintas ramas islámicas, pero coinciden en que Mursi no ha podido gobernar más allá de los intereses de su propio partido.
Depende de Mursi el futuro inmediato de la política egipcia. Deberá decidir si abre su gobierno para formar una coalición, si renuncia o si da la pelea para sostener en la práctica lo que obtuvo hace apenas 10 meses en las urnas.
Ataque y saqueos. La sede en El Cairo de los Hermanos Musulmanes fue asaltada e incendiada ayer. El movimiento islamista, que operó en las sombras hasta el derrocamiento de Mubarak en 2011, dijo que estaba buscando cómo defenderse.
Las masivas manifestaciones del domingo fueron las más grandes desde la Primavera Arabe, aunque los saqueos de las oficinas de Hermanos Musulmanes pusieron de manifiesto la profundidad de la polarización de la sociedad.
Cinco ministros del gobierno que no pertenecen al partido de Mursi renunciaron, aparentemente como señal de empatía con los manifestantes, y subrayando la sensación de aislamiento del grupo islamista que ganó varias elecciones el año pasado.
Ocho personas murieron en una noche de enfrentamientos en los alrededores del edificio de los Hermanos Musulmanes, donde los guardias dispararon a jóvenes que arrojaban piedras y bombas molotov. Otras ocho personas murieron y 731 fueron heridas en enfrentamientos en otros puntos del país el domingo, según el Ministerio de Salud. Estados Unidos y la Unión Europea han instado a Mursi a compartir el poder con la oposición, diciendo que sólo un consenso nacional puede ayudar a que Egipto supere la severa crisis económica y construya instituciones democráticas.