Al menos 21 militares murieron en Colombia en dos ataques de las Farc, en el más duro golpe del grupo rebelde a las fuerzas armadas desde que se inició una negociación de paz en Cuba a fines del año pasado. El presidente, Juan Manuel Santos, un impulsor de las negociaciones, reaccionó con ira a la ofensiva. Viajó a la zona atacada y pidió a las tropas "no dejar de disparar", mientras él sostiene por su lado las negociaciones. Santos rechaza el pedido de las Farc de instaurar un cese del fuego mientras se negocia el fin definitivo del conflicto.
El ataque más potente, en el que murieron 17 militares, ocurrió en una carretera del departamento de Arauca, una próspera región petrolera y ganadera limítrofe con Venezuela en donde la guerrilla tiene una fuerte presencia. Se sospecha en Colombia que las Farc utilizan la frontera de Venezuela como refugio y que la cruzan para escapar del ejército.
Los militares muertos, que tenían a su cargo la seguridad de las obras de construcción de un oleoducto, fueron atacados con armas de largo alcance y explosivos, dijo el Ministerio de Defensa, que además reportó la captura de 12 guerrilleros. Los militares reportaron que los guerrilleros estaban vestidos con uniformes del ejército y que fueron secuestradas de manos de los rebeldes armas muy avanzadas y letales, como un lanzagranadas múltiple y dos ametralladoras M-60. Estas armas podrían haber sido capturadas a su vez por los guerrilleros a alguna unidad militar de élite.
El presidente Juan Manuel Santos, quien se trasladó a la región para participar en un consejo de seguridad con altos mandos militares, dijo que ordenó el envío de un batallón completo de fuerzas especiales para continuar las operaciones para capturar o aniquilar a los rebeldes. Las operaciones continuaban ayer en Arauca.
En tanto, en otro combate en el departamento del Caquetá, al sur del país, murieron seis guerrilleros de las Farc y cuatro soldados, según informó el ejército. También en este caso las operaciones continuaban ayer, con el envío de refuerzos. Tanto en Arauca como Caquetá soldados y guerrilleros heridos capturados fueron evacuados en helicóptero desde la zona de los combates.
El gobierno del presidente Santos y las comunistas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) iniciaron en Cuba en noviembre de 2012 una ambiciosa pero difícil negociación, con la que se busca poner fin a un conflicto armado de casi medio siglo, que ha dejado más de 100.000 muertos y millones de desplazados.
El diálogo de paz, el primero en más de una década, se realiza en medio de fuertes dificultades. De un lado, existe la negativa del gobierno de firmar un cese bilateral del fuego como pide la guerrilla, con el argumento de que las Farc podrían aprovechar ese alto para dilatar el proceso y reforzarse, como han hecho en el pasado. Actualmente las Farc se hallan en desventaja militar, han perdido a sus principales comandantes y muchos territorios que antes dominaban han vuelto bajo el control del Estado. Su fuerza es estimada en unos 5.000 hombres armados y bien entrenados. Una fuerza considerable, pero que es sólo una fracción de los 17.000 hombres que podían disponer las Farc entre fines del siglo XX y 2002. Ese año tomó el poder el presidente Alvaro Uribe y comenzó una ofensiva sin precedentes contra las Farc y otras guerrilleras. Santos fue el Ministro de Defensa de Uribe durante buena parte de sus dos presidencias.
Ayer, desde la zona de operaciones de Arauca, Santos remarcó: "Estas son las condiciones y las instrucciones a nuestras fuerzas: no dejen de disparar un solo instante hasta que lleguemos al final del conflicto". El mandatario reiteró que Colombia está ante la mejor oportunidad de su historia de lograr la paz con la guerrilla, y aseguró que cree en la seriedad del proceso y ve sus resultados. "Pero para llegar a la paz, y también lo he dicho en una forma clara y contundente, hay que continuar la ofensiva militar, no podemos bajar la guardia", dijo el mandatario. Santos es cuestionado por los sectores "uribistas", declarados adversarios de la negociación con la guerrilla.
El gobierno y las Farc lograron en mayo un acuerdo sobre el tema agrario, el primero de cinco asuntos que negocian en la mesa establecida en Cuba.Las partes reanudarán próximamente en La Habana las discusiones sobre las garantías para la participación de la guerrilla en política en caso de abandono de las armas, un tema en el que han mostrado posiciones radicalmente opuestas ambos negociadores, por lo que se prevé un lento avance. Posteriormente, pretenden abordar otros complejos temas, como el narcotráfico, la compensación a las víctimas de la guerrilla y el fin del conflicto.
Las Farc son consideradas una organización terrorista por Estados Unidos y la Unión Europea y son acusadas de obtener millonarios ingresos del narcotráfico y el secuestro. Sus líderes niegan a través de sus voceros y agrupaciones amigas estos cargos, pero las evidencias sobre la activa participación de las Farc en el narcocultivo y el narcotráfico de cocaína son abrumadoras.
El viernes pasado las Farc informaron que tienen en su poder a un ex militar de Estados Unidos capturado en una zona selvática del sur del país y pidieron una comisión humanitaria para liberarlo, como un gesto dentro del proceso de paz.
Pedido maoísta.El grupo guerrillero maoísta Ejército Popular de Liberación (EPL), mayoritariamente desmovilizado en 1991 y el más pequeño de los tres existentes en Colombia, quiere negociar la paz con el Estado, anunció uno de sus jefes. "Es necesario el diálogo y para que haya paz debe tenerse en cuenta a todas las organizaciones de izquierda", afirmó Víctor Navarro, alias Megateo. El guerrillero lamentó que el gobierno haya desoído dos peticiones anteriores de diálogo. El entrevistado aseguró que son "una difamación del Estado" las imputaciones formales de la policía que lo sindican como el mayor narcotraficante de la zona del Catatumbo, fronteriza con Venezuela, así como las afirmaciones oficiales sobre la debilidad militar del EPL.
Belisario Betancur pidió perdón
El expresidente colombiano Belisario Betancur pidió perdón por su gestión durante el copamiento por guerrilleros del Palacio de Justicia de Bogotá, en 1985, episodio que dejó un centenar de muertos. Betancur gobernó entre 1982 y 1986. Afirmó que mientras estaba tratando de llegar a un acuerdo de paz con las guerrillas “se presentaron situaciones inmanejables, o que manejé mal; si las manejé mal, les pido perdón a mis compatriotas”.