En la última década, en la provincia de Santa Fe, se han realizado tres elecciones generales llamadas de medio término, donde se han elegido legisladores nacionales y concejales municipales o presidentes de comuna, según sea el caso.
En la última década, en la provincia de Santa Fe, se han realizado tres elecciones generales llamadas de medio término, donde se han elegido legisladores nacionales y concejales municipales o presidentes de comuna, según sea el caso.
Comparando los resultados en este tipo de elecciones realizadas en los años 2005, 2009 y las recientes de 2013 en el cargo de diputados nacionales, puede observarse el comportamiento del electorado en relación a sus preferencias por las distintas fuerzas políticas en pugna.
El Frente Progresista Cívico y Social, en las distintas elecciones mencionadas, ha promediado una cifra levemente superior al 40 por ciento de los votos validos emitidos por los santafesinos.
Es más complejo el análisis de los votos dirigidos a las fuerzas políticas de raíz justicialista, cuyo resultado fue dispar en cada contienda electoral, y que junto con el Frente Cívico han polarizado el caudal de votos santafesinos de medio término, hasta la participación de Unión Pro en las elecciones del domingo pasado.
Las fuerzas ligadas al justicialismo que han participado en las elecciones de medio término, son: en 2005 el Frente para la Victoria (FPV) obteniendo el 33 por ciento de los votos; en 2009 el FPV, que cautivó menos del 10 por ciento de los sufragios y la Alianza Santa Fe Federal (ASF) que logro el 40 por ciento, sumando ambos espacios puede decirse que casi el 50 por ciento de los santafesinos votó una opción de expresión justicialista en ese año. Por último, en la reciente elección, tanto el FPV como la agrupación política Cien por Ciento Santafesino lograron menos del 25 por ciento del apoyo de los ciudadanos de la provincia que sufragaron.
Centrándonos en la última elección, puede afirmarse que el Frente Progresista conserva el porcentaje de adhesiones obtenidas en las anteriores elecciones de medio término, de 2005 y 2009. Y que, parte de los votos de quienes apoyaron una opción justicialista anteriormente, en esta oportunidad lo hicieron en favor de Unión Pro, que con aproximadamente el 27 por ciento de los votos, se ubicó como la segunda fuerza política, en esta ocasión.
Esta última afirmación se sustenta en la premisa que, mientras el caudal de votos obtenido por el Frente Progresista prácticamente no registra variaciones en las sucesivas elecciones de diputados nacionales, el voto a opciones justicialistas varió de un 33 por ciento en 2005, a casi un 50 por ciento en 2009 y menos del 25 por ciento en 2013. Y particularmente, en cuanto al FPV: 33 por ciento en 2005, cerca del 10 por ciento en 2009 y 22 por ciento en 2013.
Estos resultados, plantean en la provincia una nueva realidad electoral. Desde el bipartidismo imperante en la década pasada, parece inaugurarse un período con mayor competencia, que sólo pareciera sostenible en la medida en que el voto de tendencia justicialista se disperse en agrupaciones políticas diversas.
Desde la visión del justicialismo provincial, aparece el desafío de contener la diversidad de intereses e inquietudes que han caracterizado a este gran movimiento histórico. Una situación que puede considerarse compleja, al observarse que la crisis del Justicialismo es profunda y se manifiesta en una división interna a veces subterránea y otras evidente, que es algo más serio que el clásico posicionamiento dirigencial, hoy aparecen posturas ideológicas que se muestran como irreconciliables.
En gran parte del territorio provincial, para la elección de concejalías y presidencias de Comuna, se presentaron listas con candidatos de origen justicialista que competían entre sí en partidos distintos, provocando pérdidas de bancas y de gobiernos distritales a ese sector político.
En definitiva, se puede comprobar una migración de votos para que no gane "el otro", teniendo en cuenta que, tanto en elecciones nacionales como locales, se presentaron entre dos y tres listas con candidatos de historia peronista, pero en distintas agrupaciones políticas que no se dirimieron internamente en las PASO (Elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias).
Si no se produce una unidad integradora de los sectores de tradición justicialista, que con la actual realidad parece muy difícil, al Justicialismo de Santa Fe le esperan largos años fuera del poder provincial.
(*) Grupo de Estudios Políticos y Estratégicos.
Por Claudio Berón