El encendido del rojo del semáforo de la esquina de Ovidio Lagos al 5700 se transforma en una luz verde para el pillaje de granos cuando los camiones se detienen respetando la señal de tránsito. Los vecinos del barrio reconocieron que la ampliación de la avenida trajo mayor comodidad para todos, incluso para los delincuentes, que convirtieron ese flamante ingreso a la ciudad en un improvisado "puerto seco", fundamentalmente de noche.
Francisco vive desde toda su vida a pocos metros de la avenida. Invita con un mate y cuenta que hasta el invierno pasado aprovechaba esas detenciones obligadas por el semáforo para vender tortas fritas.
"Ahora, todos los días escuchás que a un camión, o a más de uno, le robaron la mercadería", se lamentó. Y agregó a su descripción: "Ves a los pobres camioneros que, en ese momento, lo único que piden es que no los revienten ni les rompan el camión".
"Tendrían que poner una cámara ahí", agregó este hombre de mediana edad, al tiempo que señaló una columna de luminaria que está en la avenida. "Pero creo que si no vuelven la policía o Gendarmería, difícil que se pare esto", agregó, después de recordar que durante mucho tiempo en esa esquina, a pocos metros del viejo camino a Soldini y del Puente Gallego, "un patrullero estaba todo el día".
En la actualidad, el único uniformado que se ve en la zona es un policía que realiza adicionales en el supermercado chino de esa cuadra.
Los vecinos históricos del barrio se quejan del asentamiento que crece, desde hace un año, a unos cien metros por Ovidio Lagos. Otros dirigen sus denuncias hacia los "muchachos" de la barriada que está sobre el nuevo camino a Soldini, en dirección al límite del municipio.
A un empleado que trabaja en la limpieza de zonas cargadas de basurales improvisados le tocó, nuevamente, esa zona arbolada de la avenida, entre Piamonte y el arroyo Saladillo. "Si antes robaban, ahora que el semáforo funciona los atracos son todos los días", coincidió con Francisco. Y dirigió su mirada hacia el colchón de granos de soja y trigo esparcidos en esa intersección de la ciudad.
La presencia de una cámara en el lugar despertó inquietud y nerviosismo en varios jóvenes. Y, en un abrir y cerrar de ojos, pasaron de uno a varios los que se fueron apostando en las esquinas circundantes.
"Te aconsejo que no te metas más allá", señaló a este diario el hombre que recién terminaba de remover y cargar la mugre del parque que bordea el Saladillo en un camión. Todavía el sol hacía sentir el calor de febrero. Aludió, de ese modo, al asentamiento de Lagos al 5600. "Imaginate esto de noche, es tierra de nadie", agregó.
Las obras viales de Ovidio Lagos, entre el Puente Gallego y Circunvalación, se terminaron de concretar y inaugurar en 2014.
Los vecinos, los propietarios de las fábricas radicadas en esa zona y sus obreros festejaron un viejo anhelo. Porque, además de la nueva traza, se completaron las luminarias. En ese momento estaban convencidos de que, con esos cambios, mermarían los robos.
Pero ahora, y pese a esa importante obra de infraestructura, notan que el nivel de delitos volvió a crecer. "Este también es un acceso a la ciudad. No sé por qué no está Gendarmería, que dijo que se iba a hacer cargo de los ingresos a Rosario", se quejó una vecina.