La salud fiscal de las provincias asoma como un tema excluyente de cara a 2010,
un año en el cual se prevé la economía dejará de mostrar signos de retracción, pero empezarán a
sentirse sobre las arcas públicas los coletazos de un año de flacos ingresos.
En ese esquema, el gobierno nacional blindó la caja y mediante una inteligente
estrategia parlamentaria reforzó el esquema de coparticipación que viene repitiéndose desde la
crisis de 2001 para mantener aliviadas las cuentas del Tesoro hasta el final del mandato de
Cristina Fernández de Kirchner.
En medio de esta disputa, la estrategia de los gobernadores fue avalar la
prórroga de la emergencia fiscal y el paquete impositivo para atarse así a la posibilidad de que el
gobierno nacional pueda tomar deuda en los mercados externos y lograr recibir el derrame de esos
recursos que aliviarían en el endeudamiento provincial.
En tanto, pelean peso por peso las deudas cruzadas con la Nación y como recurso
de última instancia amenazan con la posiblidad de emitir bonos, más como una presión hacia el
gobierno nacional que como medida económica viable para sanear las finanzas.
En ese marco, la promulgación de la ley 26.545 que extiende la vigencia del
impuesto a los débitos y créditos bancarios (IDCB), más conocido como impuesto al cheque
—cuyas características de alícuota y distribución se mantienen vigentes hasta el 31 de
diciembre de 2011— viene a reforzar esta estrategia, que muestra una clara decisión del
gobierno nacional de consolidar sus ingresos a costa de la detracción de recursos a las
provincias.
Si bien se trata de un debate que nunca fue saldado —en rigor amerita una
discusión profunda sobre una reforma de la ley de coparticipación que aún no logra madurar en la
Argentina— vuelve a convertirse en un foco de discusión por la estrechez fiscal que
enfrentarán los estados subnacionales, que en un año electoral deberán recurrir a la Nación para
evitar profundizar sus rojos.
Un informe elaborado por el Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf) no
sólo cuestiona el carácter “distorsivo” del impuesto al cheque sino que además explica
los beneficios que hubiese aportado a las finanzas provinciales si desde su creación hubiese sido
coparticipado con un esquema similar al del IVA.
“Las provincias en su conjunto hubieran recibido 29.128 millones de pesos
más que lo que efectivamente recibieron por la distribución del impuesto”, sentencian Nadin
Argañaraz y Ariel Barraud, autores del trabajo “Distribución de la recaudación del impuesto
al cheque: nuevamente al tope de la discusión política”.
Ese número corresponde a cálculos a valores corrientes, pero trepa a 37.657
millones de pesos si se actualiza por CER, una cifra que “representaría un 54% de la deuda
que las provincias en su conjunto mantienen con el gobierno federal”, señalan.
En el desagregado, Santa Fe es la segunda provincia que más pierde, después de
Buenos Aires, ya que en el lapso 2001-2009 dejó de percibir 2.542 millones de pesos en términos
corrientes, un nivel que medido en valores constantes suman 3.274 millones de pesos.
Como contrapartida, se trata de un tributo que engorda las arcas nacionales
alpunto tal que “ganó un espacio en la estructura tributaria argentina” en función del
peso que le aporta. Según el estudio del Iaraf, la recaudación del IDCB se mantuvo en el orden del
2% del PBI en los últimos años y se estima que aportará unos 20.500 millones de pesos a la
recaudación total de 2009, es decir casi un 9% de la recaudación total (excluyendo seguridad
social).
Tras la prórroga de este gravamen poco antes de que el kirchnerismo perdiera la
mayoría en el Congreso, el gobierno se garantizó el mantenimiento del statu quo fiscal para 2010.
“Teniendo en cuenta el presupuesto para el año que viene y la recaudación del IDCB estimada
en el mismo, las provincias continuarían resignando un monto relevante, aún en la comparación con
un esquema como el del IVA que, no implica una coparticipación total del tributo”, señalan
los investigadores.
De acuerdo a los cálculos de Iaraf, las provincias resignarían en 2010 6.939
millones de pesos por coparticipación del impuesto al cheque, de los cuales 613 millones
corresponden a Santa Fe.
El impuesto al cheque es coparticipable a partir del año 2002. Sin embargo, y a
diferencia de lo estipulado en la ley de coparticipación (ley Nº 23.548) acerca de que los tributos
creados sin afectación específica (o cuando cesa el objeto de su creación) deben formar parte de la
masa total de fondos a distribuir, el IDCB ingresa un 70% de su recaudación directamente al Tesoro
Nacional, mientras que el 30% restante se distribuye entre Nación y provincias (y seguridad social
también, dado el enmarañado esquema de coparticipación).
A los efectos de la comparación, el IVA no se coparticipa en un 100%
actualmente, sino que se siguen los siguientes pasos: de la recaudación del impuesto se detraen los
reintegros a las exportaciones; del saldo, un 11% se envía al régimen nacional de previsión social
y el 89% restante conforma la masa coparticipable bruta.
A su vez, ésta sufre una detracción del 15% con destino a la seguridad social,
para por fin constituir la masa neta de recursos a distribuir entre la Nación y las provincias.
Peor que ingresos brutos
Aunque el impuesto al cheque puede encuadrarse en el mismo rango que ingresos
brutos, como un gravamen indirecto que incide sobre las transacciones de una economía, para los
especialista se Iaraf, su aplicación en la Argentina “ tiene mayor incidencia en las etapas
intermedias del proceso productivo y resulta más distorsivo que ingresos brutos”.
El informe de Iaraf explica que tanto el impuesto al cheque como ingresos
brutos, por su incidencia en cascada, tienen consecuencias sobre la estructura productiva, pero el
agravante es que el primero tiene una alícuota uniforme, mientras que el segundo, alícuotas
progresivas. “De acuerdo a la teoría, mientras más progresiva sea la alícuota, concentrándose
mayormente en las ventas finales, el impuesto resulta menos perjudicial para el proceso
productivo”, explican.
Por tanto, “si se hace un análisis comparativo de la incidencia de ambos
impuestos en una cadena de transacciones, se aprecia que el IDCB es más distorsivo puesto que recae
en etapas intermedias en una mayor proporción que lo que lo hace ingresos brutos, que con amplio
consenso es uno de los peores impuestos de la estructura tributaria argentina”, apuntan para
reafirmar el concepto distorsivo.
Por eso, desde Iaraf insisten en la necesidad de que la Argentina reduzca el
nivel de carga tributaria para “mejorar la estructura que recae sobre el sector formal de la
economía”.
En ese marco, señalan que “el impuesto al cheque instrumentado de manera
tal que su pago pueda ser tomado a cuenta de otros, contribuiría enormemente a la bancarización de
la economía, factor esencial para una mayor formalidad de las transacciones y consecuentemente de
un aumento en los grados de cumplimiento tributario de todos los impuestos”.