No era un secreto, pero él mismo lo confesó ayer en la tribuna desde la que hizo su último discurso como candidato: hace cinco meses a Infantino ni siquiera se le había pasado por la cabeza aspirar al trono de la Fifa.
No era un secreto, pero él mismo lo confesó ayer en la tribuna desde la que hizo su último discurso como candidato: hace cinco meses a Infantino ni siquiera se le había pasado por la cabeza aspirar al trono de la Fifa.
Este presidente por accidente es un abogado de 45 años apenas conocido públicamente más que nada por “revolver las pelotitas” en los sorteos de las competiciones de la Uefa, de la que era secretario general, como dijo malévolamente Diego Maradona.
Su cabeza pelada se hará ahora mundialmente famosa, pero hasta hace bien poco, en concreto hasta el 26 de octubre de 2015, Infantino era el hombre en la sombra del francés Michel Platini, entonces jefe del ente rector del fútbol europeo.
Ese día, sin embargo, la Uefa tuvo que asumir que Platini, suspendido poco antes por sospechas de corrupción, no podría presentarse a la carrera por la Fifa, para la que era el máximo favorito hasta que saltó el escándalo. Infantino fue presentado como alternativa y el número dos salió de la sombra del mito.
“Cuando Platini tenía deseos de una rueda de prensa, buscaba la tribuna. Cuando no o cuando se tornaba muy incómodo, enviaba a Infantino por delante”, contó el diario suizo Neue Zurcher Zeitung.
Ayer, el ex subordinado de Platini, hizo una exhibición políglota difícilmente igualable en el estrado del congreso de la Fifa, al dirigirse a los delegados en inglés, italiano, alemán, francés, español y portugués. El suizo está casado además con una libanesa, así que el árabe no le es tampoco desconocido.
A partir de esa facilidad para los idiomas, entró a la sede de la Uefa en Nyon en 2000. A partir de ahí fue creciendo paso a paso hasta convertirse en 2009 en secretario general.
Con él al frente, la organización impuso el fair play financiero al tiempo que hacía despegar la Liga de Campeones. “En un periodo de crisis, la Uefa multiplicó por más de tres sus ingresos”, dijo ayer para justificar la viabilidad de su plan financiero para Fifa, muy generoso con las federaciones nacionales y calificado por sus rivales como garantía de bancarrota. “Cuando hablo de cifras sé de lo que hablo”, se defendió.