Miguel Angel Santos Guerra casi no necesita presentación entre los educadores argentinos.
Libros, apuntes, conferencias y capacitaciones que involucran al pedagogo español han pasado por
las lecturas obligadas de los docentes. Una vez más el profesor de la Universidad de Málaga
(España) estará en Rosario, esta vez será el 19 de junio próximo para dictar una jornada de
formación que tiene un bello título: “Pasión por la enseñanza”.
La actividad es organizada por la Universidad Católica Argentina y la Fundación Anfora, y apunta
a tratar entre otros temas el de la evaluación educativa. También el doctor Santos Guerra
presentará su nuevo libro “Pasión por la escuela. Cartas a la comunidad educativa”.
Pero antes de su llegada a Rosario, conversó con La Capital, entre otras cuestiones, sobre
por qué la enseñanza es una tarea que enamora.
—”Pasión por la escuela”, así se titula su nuevo libro. ¿Por qué la
enseñanza es una tarea que apasiona?
—La enseñanza es una tarea apasionante por muchos motivos. El primero es su extraordinaria
importancia, tanto para las personas como para las sociedades. “La historia de la humanidad
es una larga carrera entre la educación y la catástrofe”, dice Herbert Wells. La solución a
los problemas de la humanidad no está en los cuarteles, ni en los despachos ministeriales, ni en
las grandes industrias, ni en los negocios de las multinacionales. La solución profunda y verdadera
está en la educación, está en las escuelas. El segundo motivo es porque el proceso de enseñanza y
aprendizaje se realiza entre personas. El educador trabaja con sentimientos, expectativas,
emociones, valores. Se trata de “materiales” de altísima calidad. El tercer motivo es
su gran complejidad. Educar es un reto apasionante. El cuarto motivo tiene que ver con el carácter
colegiado de la tarea: la educación se realiza en equipo, no es una tarea individualista.
—Ya sea por las condiciones de trabajo o por nuevas exigencias para el oficio, muchos
docentes parecen que han perdido amor por lo que hacen. ¿Cómo hacer para que vuelvan a enamorarse
de la profesión?
—Los docentes tienen que aprender a convertir las dificultades en retos y en desafíos.
Claro que hay problemas, quizás más que nunca. Pero, precisamente por eso, tenemos que tener un
coraje mayor. Si apareciese en Rosario una epidemia desconocida, ¿cómo reaccionarían los médicos?
Los buenos sentirían un reto extraordinario y dirían: “La vida de los afectados depende de
nosotros. No los dejaremos morir”. ¿Y los médicos malos? Dirían: “Qué desgracia con la
epidemia. Sólo queremos trabajar con los sanos. Si se mueren, allá ellos”. Hay un hermoso
arte en la vida que consiste en convertir dos signos menos en un signo más. Por otra parte, es
necesario reinventar la profesión, redescubrir sus dimensiones más emocionantes. Es preciso
combatir la rutina y el desaliento. Es necesario también poner amor en la tarea.
Tarea de todos
—¿Y cómo despertar la sensibilidad necesaria para que la sociedad comprenda que la
educación es tarea de todos?
—La educación es una tarea de toda la sociedad. De la familia, de la escuela, de la
Municipalidad, de los medios de comunicación. Dice un proverbio africano que hace falta un pueblo
entero para educar a un niño. O mejor: hace falta un buen pueblo para educar bien a un niño. Para
despertar esa sensibilidad y esa convicción hace falta pensar, dialogar, leer, formarse. Hace falta
también responsabilizarse de la parcela en la que cada uno puede actuar.
—La preocupación por elevar la calidad educativa está siempre presente. ¿Qué claves
hay que tener presentes para que esto no sea sólo una expresión de deseo?
—Para elevar la calidad hay que mejorar muchas cosas. Tienen que aumentar los políticos su
preocupación por el sistema educativo y liberar más dinero para la educación. Tiene que
transformarse la selección y la formación de los profesionales de la educación. Tienen que
mejorarse las condiciones de trabajo y los sueldos de los profesores. Es preciso que los
profesionales de la educación pongamos todo nuestro empeño en mejorar las formas de actuación. Los
alumnos, que no sólo tienen derechos sino también obligaciones, han de esforzarse más en aprender.
Y las familias deben comprometerse más en la educación de los hijos y en perfeccionar la relación
con las escuelas.
—¿Qué riesgos plantea hoy el neoliberalismo para la educación?
—La escuela, hoy en día, tiene que ser una institución contrahegemónica. Porque la cultura
neoliberal se sostiene sobre unos ejes que contradicen muchos planteamientos de la verdadera
educación: individualismo, competitividad, obsesión por la eficacia, relativismo moral, olvido de
los desfavorecidos, imperio de las leyes de mercado. La educación tiene que ayudar a pensar y a
convivir. La finalidad de la educación es aprender a ser personas inteligentes y honestas. No basta
con saber muchas cosas porque, si se empleasen esos conocimientos para mejor engañar a los demás,
no podríamos contar de educación auténtica sino de mera instrucción.
Marcela Isaías
Formación para docentes
La Jornada de formación docente “Pasión por la
enseñanza” será dictada por Santos Guerra el sábado 19 de junio. Está organizada por la
Facultad de Derecho de la Universidad Católica Argentina y la Fundación Anfora. Comienza a las 8
con las acreditaciones y se extenderá hasta las 16, en Pellegrini 3314. Se trabajará sobre
“La evaluación como aprendizaje” y el tema de su último libro “Pasión por la
escuela”, entre otros. Está previsto un debate sobre la exposición, a través del cual se
formularán preguntas, propuestas y experiencias. Desde la UCA anticipan que se facilitará
bibliografía y material complementario para la ampliación posterior. Informes en la Facultad de
Derecho de la UCA, de 14 a 20, en Pellegrini 3314, teléfonos 4305902 / 4370201, o bien al email:
derecho—rosario@uca.edu.ar
Pasión por la enseñanza
Santos Guerra cuenta sobre su último libro
“Pasión por la escuela” (Editorial Bonum) que se trata de una colección de cartas a la
comunidad educativa. “Las he escrito en los dos últimos años; y hay cartas dirigidas al
profesorado, al alumnado, a las familias, a las autoridades y a otros agentes educativos. Lo que se
refleja en todas ellas es un compromiso por una escuela de calidad para todos”, comenta. El
educador es catedrático de didáctica y organización escolar en la Universidad de Málaga. Ha sido
maestro de primaria, profesor de bachillerato y profesor de la Universidad Complutense y de otras
universidades españolas y extranjeras. Fue distinguido con por sus escritos e investigaciones. Y ha
publicado numerosos libros y artículos sobre organización escolar, evaluación, género y formación
del profesorado. Es padrino de tres escuelas argentinas en la provincia de Mendoza, Santa Fe y
Jujuy.