La producción porcina es una actividad central para preservar la agricultura familiar y la tradicional chacra mixta de la región pampeana, con todo lo que eso representa: diversificación, valor agregado, empleo y desarrollo local de pequeños y medianos productores. Pero una historia de crisis cíclicas lo llevó a una situación de estancamiento.
"En los años 60, Chañar Ladeado era reconocida en Europa como un polo importantísimo de producción porcina; los brasileños venían a llevarse nuestro material genético, cuarenta años después ellos tienen 50 millones de cabezas y nosotros no pasamos de 3,5 millones". Así lo cuenta Raúl Oddino, veterinario de esa localidad del sur santafesino.
Hijo de productores, productor, investigador y profesional, es un referente histórico de la actividad. Fue en los años 70 uno de los promotores de la creación del Instituto de Porcinotecnia de Chañar Ladeado, un centro de características únicas dedicado a prevenir, investigar y combatir enfermedades que, básicamente, afectan a la producción porcina, aunque también se extiende a otras especies.
Uno de los primeros pasos fue reconstituir la asociación de apoyo al instituto, que reúne a veterinarios, productores, entidades de la producción y autoridades comunales, entre otros. Juan Lombardi, presidente de la asociación, recordó que "el instituto estuvo a media máquina hasta 2011, cuando comenzó a implementarse un proceso de recuperación que incluyó una fuerte inversión pública en aparatología, la jerarquización profesional y la recreación de la red de instituciones que lo apoyan".
Melisa Fossaroli, veterinaria representante de la Sociedad Rural de Chañar ladeado, y Eliana Murray, microbióloga, están en la línea de batalla de los análisis, ensayos, tratamientos e investigaciones que se realizan en el instituto. Con la incorporación de material de laboratorio sofisticado, confían en "ganar eficiencia y rapidez" en el diagnóstico y tratamiento de problemas sanitarios sensibles, como la enfermedad de Aujeszky, la brucelosis porcina y la anemia infecciosa equina.
Centro de referencia. La meta, aseguran, es convertirlo en un centro de referencia en sanidad, no sólo en el terreno del diagnóstico sino también en el de la investigación. "Contamos con el apoyo de la facultad de Veterinaria de Casilda y somos auditados por el Senasa", recuerda Fossaroli. Murray describe que el instituto cuenta con una sala de necropsia y laboratorios de serología, triquinelosis, bacteriología y serología Aujeszky.
Jorge Goizuetta, director del Senasa en el departamento Caseros, destacó el reposicionamiento del instituto de porcinotecnia en la red de laboratorios del organismo sanitario, "un status que se había caído". Recordó que la actuación del instituto no se circunscribió al combate de problemas sanitarios porcinos. En 2001, fue una de las bases de operaciones para combatir el brote de aftosa. Ahora mismo, es parte de la red que lleva adelante el plan de erradicación de la brucelosis bovina.
Territorios. Pero la recuperación de las capacidades del instituto en el control sanitario es el punto de partida de un plan más ambicioso. La idea del Ministerio de la Producción, y más específicamente de la Secretaría de Agricultura, que conduce Luis Contigiani, es que este emprendimiento sea la cabeza de un proyecto de desarrollo regional.
Adrián Sbodio, director de Regiones del Ministerio de Producción, explicó que para el gobierno de la provincia, el desarrollo de la ganadería menor es "la primera versión del desarrollo en los territorios". En el caso de Chañar Ladeado, subrayó, se trata de "recuperar su historia productiva, sus productores y su pueblo". La recuperación del instituto fue el primer paso porque "ahí aparece la trama de actores que fortalece la red de trabajo".
El segundo paso, añade Raúl Steffanazzi, asesor técnico del Ministerio de Producción, es avanzar en la comercialización. El modelo, en este sentido, es el que ya se comenzó a implementar con las pequeñas y medianas industrias lácteas nucleadas en Apymil. El asociativismo y la comercialización directa, con anclaje en los mercados regionales.
En las distorsiones del circuito de comercialización de la producción porcina anidan buena parte de las responsabilidades por la errática historia de este negocio. "Soy la tercera generación de criadores de cerdos, la comercialización nos tiene como pelotita de tenis, los que estuvimos con cerdos toda la vida enfrentamos problemas de mercado y de cobranza", se quejó el productor Juan Cataldi, representante de a Federación Agraria en el instituto.
El veterinario Carlos Jones, tesorero de la Asociación de Apoyo, consideró una barbaridad que "un chancho se venda a 9 pesos el kilo y en góndola cueste 70 pesos". Y describió que "mientras de Chañar salen 10 mil cerdos por mes, sólo hay dos frigoríficos en la provincia para faenarlos".
Venta directa. Lombardi, de la asociación de apoyo, enfatizó que el asociativismo del productor para la venta directa y la apertura de carnicerías de cerdo en los pueblos y ciudades del interior. "La carnicería propia de cerdo en el pueblo desprende al precio de este producto del de la carne vacuna", subrayó.
Oddino recordó que "en el mundo se consumen 45 kilos por habitante por año, mientras que en Argentina ese nivel es de 10 kilos". Eso marca un déficit pero también un potencial de mercado, que según el referente de los veterinarios, sólo podrá convertirse en desarrollo local en la medida en que los porcinicultores sigan el camino de sus colegas polleros: "Los avicultores salieron de sus crisis cíclicas cuando empezaron a vender el pollo muerto, mientras nosotros no vendamos el chancho muerto no vamos a salir".
Sbodio, del Ministerio de Producción, comprometió el apoyo de la provincia en financiamiento y en la promoción de instalaciones de faena. De hecho, ya se puso en marcha un fondo rotatorio, que va por la segunda etapa. Son más de un millón de pesos destinados a la compra de reproductores, infraestructura, reserva de forrajes, blanceados y sanidad por parte de los pequeños y medianos productores porcinos.
También se destinan recursos a la capacitación y promoción de la actividad. En una primera etapa, los recursos llegaron a unos 19 productores.
Testaje. La próxima gran apuesta es la creación de un centro de testaje de reproductores porcinos puros de pedigree. Una iniciativa que implica un diálogo con los cerca de 40 cabañeros que hay en el país. "Los países que progresaron en esta materia lo hicieron por tener centros de testaje, que permiten evaluar a los mejores reproductores y usar su genética para avanzar en la producción de carne", explicó Oddino, quien está convencido de que la recuperación del cerdo criollo requiere dar el salto de la selección fenotípica al control de otros aspectos como la conversión, el crecimiento, el peso diario y la calidad de la carcaza. La puesta en marcha de un centro de testaje demanda una inversión de 4 millones de pesos. También un trabajo de sensibilización. "El tema es que hay un control mayor sobre los reproductores, se ve qué hay debajo del cuero, pero no hay otra alternativa que seguir el avance genético", completó Goizuetta, del Senasa.
Ya se están realizando gestiones oficiales para que se permita la importación de semen de reproductores de Estados Unidos y Australia, en busca de superar el estancamiento genético que se produjo por los altos niveles de cosanguinidad en las existencias del país.
La visión del desarrollo territorial orienta esta y otras iniciativas relacionadas con la recuperación de producciones que fueron tradicionales antes de que el agronegocio a escala uniformara el paisaje de la región pampeana. Oddino recuerda que cuando se creó el instituto de porcinotecnia, en la zona de Chañara Ladeado había 250 criadores. "Hoy queda un 15 por ciento", se lamentó.