La ribera volvió a marcar la agendas luego de que saliera a la luz que el club Remeros Alberdi tiene una cesión municipal para uso privado del área que ocupa, espacio sobre el cual el Plan Urbano proyectaría espacios de acceso público. La contradicción se conoció a través de La Capital y ayer encontró eco en el Concejo, donde no fueron pocos los ediles que pidieron detalles sobre el destino previsto para el lugar cuestionado ( la costa y continuación de la bajada Puccio), así como la documentación del permiso concedido, que las autoridades del Palacio de los Leones calificaron de "provisoria". Por lo pronto, entre el Ejecutivo y las bancas se recorta un nuevo frente de tormenta, aunque también hay un acercamiento en puerta (ver aparte).
"Hay que correr el velo sobre la costa", dijo el concejal del PJ Diego Giuliano, autor de la iniciativa que esta semana buscará su lugar en el recinto de sesiones. Y habló de una "cesión displicente por parte del municipio de una porción de la costa para la cual hay un proyecto urbanístico de uso público". Para el edil, el caso de Remeros es sólo botón de muestra del "desorden, la falta de control y la informalidad con la que la ciudad, a través de su municipio, trata la costa".
Giuliano pidió, además, datos y plazos sobre la cesión de la zona al club para uso exclusivo, detalle de autorizaciones para el desarrollo de construcciones como amarraderos o guarderías náuticas y las razones por las cuales, a la fecha, no se desarrollaron en esa zona las obras previstas en el Plan Urbano (2007-2017).
"Si un intendente cede por diez años una parte de la costa rosarina y lo hace entre gallos y medianoche, debe investigarse los motivos y las consecuencias de semejante incumplimiento", indicó Giuliano, cuando aún no se aquietó el oleaje que las concesiones levantaron en el Palacio Vasallo la semana pasada. Y que terminó con la constitución de una comisión investigadora.
Poca arena. "¿Por qué una ciudad costera tiene sólo 800 metros de playa?", interrogó el edil al repasar los 17 kilómetros que el río Paraná comparte con Rosario, sobre los cuales describió: "Hay áreas intervenidas y amarras sin autorización, o se construyen edificios hasta donde quieren y se lo excepcionan (caso Rowing)". A su entender, la realidad contradice el plan que la Municipalidad diseñó para la ribera, "que parece de vanguardia pero que a esta altura es un dibujo fenomenal porque está bloqueada para los que quieren acercarse a la costa". Esto sin contar que las intervenciones realizadas amortiguan la sedimentación de las aguas para formar más espacios balnearios.
Para Giuliano, de Encuentro por Rosario, "el Ejecutivo no tiene ninguna autorización para otorgar el permiso de uso de tierras fiscales a Remeros, que las usufructúa de manera exclusiva, como hoy se ve con la construcción de una guardería náutica". Incluso, anticipó que, de existir un decreto que permita al club hacer uso de esas tierras, solicitará que se revoque".
En su edición del domingo pasado, La Capital dio cuenta de la cesión de la zona que ocupa el club a través de un decreto firmado por la intendenta Mónica Fein.
Hecho confirmado desde la institución por su presidente, Guido Ineichen, quien aseguró que obra un documento que "permite el uso de las tierras que ocupa el club por cinco años más (a partir de 2011), renovables por otros cinco". Además, dijo que las tratativas se iniciaron durante la gestión de Miguel Lifschitz.
Un día después, el subsecretario de Planeamiento municipal, Eduardo González, negó que Remeros haya sido beneficiado con una cesión de tierras por diez años al conjeturar que, "si en ese lapso aparecen los fondos para concretar varios proyectos presentados en torno a la playa pública, se avanzaría con los mismos".