La oposición no logra reaccionar y no encuentra el perfil de campaña que debe hacer para enfrentar la elección general del próximo 23 de octubre.
La oposición no logra reaccionar y no encuentra el perfil de campaña que debe hacer para enfrentar la elección general del próximo 23 de octubre.
Ricardo Alfonsín está entre enojado y deprimido, por el poco acompañamiento que le ha dado su partido, y ha pedido un mayor compromiso por parte de sus correligionarios.
Eduardo Duhalde sólo apareció en un encuentro reservado de sus dirigentes de mayor confianza, para tratar de "inflar" un poco las expectativas y decir que quedó segundo, en las primarias del 14 de agosto.
Elisa Carrió prácticamente ya está bajada de la carrera presidencial y sólo dará testimonio de cuerpo presente frente a aquellos candidatos que requieran su presencia.
Jorge Altamira disfruta de "las mieles" de haber entrado en la carrera presidencial y de ser un poco el "héroe" de las pasadas primarias, pero no tiene perspectivas halagüeñas mirando a octubre.
Hermes y el Alberto. Sólo Hermes Binner y Alberto Rodríguez Saá parecen estar entusiasmados de seguir en la carrera presidencial.
Mientras, el gobierno hace la plancha y trata de "no hacer olas" esperando que la fecha deseada llegue mañana, si es posible.
Los radicales no pasan por su mejor momento. Alfonsín no encuentra el apoyo necesario para impulsar su candidatura y observa como varios candidatos en las provincias harán campaña dándole la espalda.
Es el caso de La Pampa, Entre Ríos y Mendoza. En esta última provincia, los radicales cerraron un acuerdo con Duhalde, que a pocas horas estalló por los aires.
El candidato en Entre Ríos, el actual diputado Atilio Benedetti, concretó en esa provincia un frente similar al de la provincia de Santa Fe, con socialistas, el ARI y radicales. Por lo tanto, deberá recibir tanto a Binner y a Alfonsín en su territorio.
En la estratégica provincia de Buenos Aires, Francisco de Narváez también ha definido realizar una campaña netamente provincial, "olvidándose" de Alfonsín.
En la intimidad, De Narváez se queja por el excesivo internismo de los radicales y los obstáculos que han puesto para el desarrollo del acuerdo.
El, en persona, llamó la semana pasada al titular de la UCR, el senador Ernesto Sanz, para requerirle su presencia en la campaña de Alfonsín. Pero comentan en su entorno que la respuesta del mendocino no lo dejó satisfecho.
El duhaldismo ha entrado en estado deliberativo. Saben que esta es la "última oportunidad" para su jefe y todas las expectativas que tenían se han desmoronado.
Cenizas volcánicas. Las cenizas volcánicas han sido una buena excusa para que su candidato a vicepresidente, el chubutense Mario Das Neves, ni aparezca por Buenos Aires.
Refugiado en su provincia, Das Neves tiene muy pocas ganas de encarar la etapa final.
"Duhalde nos vendió pan crudo, prometió fiscales, dijo que manejaba el conurbano, que nos iba excelente y todo fue mentira", comentan resignados desde la intimidad del patagónico.
"Mario hará un poco de campaña, pero ya no va a poner la trucha para defender a un tipo que nos engañó", dijo con dureza uno de los colaboradores que desde hace años acompaña al gobernador del Chubut.
Binner está mas que contento. Algunas encuestas nacionales ya lo están dando en el segundo lugar y se encamina a conformar un polo de centroizquierda que pueda perdurar a la elección de octubre. Para el todo es ganancia pura en esta elección. A principios de año analizaba ser segundo, detrás de Alfonsín y las vueltas de la política lo han puesto en un lugar expectante, jugando en la cancha grande.
Rodríguez Saá endureció su discurso contra Duhalde. Cree que así logrará sacarle votos al ex presidente y quedar bien posicionado en la interna peronista, para el debate que se viene el año próximo, de renovación de autoridades nacionales del partido.
En realidad, esa es la final que juegan Duhalde y Rodríguez Saá, sabiendo que no tendrán oportunidades en esta elección y que al menos deberán conformarse para pelear espacios de poder internos dentro del justicialismo.
Haciendo la plancha. El kirchnerismo, a todo esto, hace la plancha y la presidenta comienza a planificar su próximo gobierno.
Habrá renovación de casi todo el gabinete. Sólo Julio de Vido, Alicia Kirchner, Alberto Sileoni y Nilda Garré están casi seguros de seguir si la presidenta es reelecta. Todos los otros casilleros, pueden ser modificados.
Cristina ya piensa en el perfil de su futuro ministro de Economía.
Algunos piensan en el actual titular de la Ansés, Diego Bossio; otros creen que la presidenta debe poner a alguien de mayor experiencia y peso, que pueda capear tormentas si la crisis internacional se profundiza. Y otra vez aparece el nombre de Mario Blejer. Pero sólo ella sabe quién será el elegido.
El actual secretario de medios, Juan Manuel Abal Medina, está entre los futuros "ministeriables".
Y se sabe que Amado Budou, en caso de ser electo vicepresidente, no se conformará con tocar la campanilla del Senado. Algunos, en su entorno, analizan de todas las formas posibles la Constitución nacional para ver si hay alguna posibilidad de que ocupe, paralelamente, otras funciones en el Ejecutivo.
Y el actual Jefe de gabinete, Aníbal Fernández, que pasará a integrar el Senado de la Nación, se prepara para ser "una pieza clave" en el nuevo armado político de ese cuerpo.
"Pero los votos se comienzan a contar cuando la elección se cierra y las urnas se abren" repiten una y otra vez en el kirchnerismo, alejando toda sensación de triunfalismo.
Todavía falta un poco más de un mes y si bien nada hace prever cambios, nadie quiere hacer pronósticos antes de tiempo.
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