La oposición obtuvo la presidencia de 25 comisiones de la Cámara de Diputados,
en tanto el oficialismo retuvo la titularidad de 20. La integración de las comisiones reflejarán la
proporción entre opositores y oficialistas. El kirchnerismo comprobó anoche, cinco meses después
del traspié electoral, la pérdida de poder en un Congreso nacional que durante seis años fue el
brazo ejecutor de las políticas encarnadas por el matrimonio Kirchner.
El jujeño Eduardo Fellner fue reelecto presidente y el
radical bonaerense Ricardo Alfonsín fue designado como vicepresidente primero del cuerpo. En la
vicepresidencia segunda de la Cámara fue electa la kirchnerista mendocina Patricia Fadel, mientras
que la vicepresidencia tercera quedó vacante a raíz de la falta de acuerdo para nominar un
legislador en ese puesto. También se aprobó la distribución de las comisiones de la Cámara tras un
arduo acuerdo entre oficialistas y opositores.
Dos síntomas marcaron en Diputados que la derrota electoral
sufrida por el oficialismo el 28 de junio, más allá de la inoperancia posterior de la oposición, no
fue una pesadilla: el antikirchnerismo no sólo obtuvo quórum propio después de varios años sino que
obligó a los diputados del gobierno, con Néstor Kirchner presente, a negociar, y después hizo pesar
su mayoría para designar autoridades y conformar las comisiones.
Sin embargo, la ofensiva opositora encontró la audacia de
la que careció desde el 28 de junio hasta la fecha, en una dirigente peronista como Graciela
Camaño. La ex ministra de Trabajo, cuando el oficialismo no bajaba al recinto, se hizo cargo de la
sesión y llevó adelante el primer triunfo opositor desde que Kirchner asumió la presidencia en
2003.
La picardía de la dirigente duhaldista fue largamente
aplaudida por Elisa Carrió, Francisco De Narváez, Felipe Solá, Oscar Aguad y Gabriela Michetti,
entre otros. Luego sobrevino la cesión por parte del oficialismo de las vicepresidencias primera y
tercera, además de la presidencia de algunas comisiones que supuestamente eran innegociables, así
como la proporcionalidad en las comisiones.
Detrás de esa "comprensión" habría estado el contacto
permanente de Cristina Fernández con su esposo. La mandataria avizoró una dura derrota como el
rechazo a la resolución 125 si el oficialismo mantenía su intransigencia, y debió suspender su
asistencia a la ceremonia de jura, entre otros, de su esposo. Se optó por el mecanismo de elección
de las autoridades y la distribución de las comisiones de la Cámara baja.
Pese al rechazo del kirchnerismo a definir ambos puntos, la
oposición hizo valer su mayoría, y aprobó una moción para votarlos en simultáneo. Quien se opuso
fue Agustín Rossi, señaló en el recinto: "La primera expresión de esta mayoría circunstancial viene
a imponer una votación violando todas las cuestiones reglamentarias. Esta sesión preparatoria no
tiene facultades de modificar el reglamento porque asume el 10 de diciembre". Y agregó: "Nos iremos
con todos los sinsabores. Hicimos lo correcto". Había perdido.
La jura.
Fue Graciela Camaño quien efectuó la
propuesta e inmediatamente cedió la presidencia provisional del cuerpo a Lidia Pinky Satragno, por
ser la legisladora de mayor edad de la Cámara baja.
Luego, el diputado del bloque
Solidaridad e Igualdad Eduardo Macaluse pidió un cuarto intermedio para culminar las negociaciones
entre la oposición y el oficialismo. Sin embargo, en ese momento ingresaron los diputados
kirchneristas al recinto y el pedido, por lo tanto, quedó sin efecto. Una noche triste para el
kirchnerismo.
Después de varios años, la oposición alcanzó quórum propio en la
Cámara de Diputados y logró iniciar la sesión en la que juraron los 127 legisladores electos. Con
la ausencia del kirchnerismo, la oposición propuso el inicio del debate de manera sorpresiva y
generó un clima de incertidumbre y tensión que persistió hasta el cierre de esta edición.
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