La investigación judicial del acampe y posterior desalojo de un grupo de personas que el fin de semana se asentó en un predio de Empalme Graneros donde la hermana María Jordán desarrolla sus tareas comunitarias determinó, en principio, que cuatro personas quedaran detenidas señaladas como instigadoras y organizadoras de la usurpación. Se las acusó de "coacción agravada" y "daño calificado", entre otros delitos. Y las pericias determinaron que las fuerzas de seguridad no utilizaron balas de plomo para despejar la zona, como lo denunciaron al menos tres heridos durante los hechos.
Más allá de la controversia sobre el déficit habitacional y la relación que tiene la hermana Jordán con la comunidad de Empalme Graneros, donde desarrolla sus tareas comunitarias en un predio de Cabal 1400 bis, la investigación penal sobre las motivaciones del acampe ya arrojó los primeros resultados.
Tras la denuncia judicial de al menos tres personas sobre la supuesta utilización de balas de plomo y de una excesiva represión —heridos el sábado cuando la policía desalojo el espacio ocupado el viernes anterior— durante el desalojo, el juez de Instrucción Nº 9, Javier Beltramone, descartó que los agentes hubieran utilizado balas de plomo.
"Se descarta, al menos en este caso, por pruebas científicas claras y directas, que las heridas hayan sido causadas por armas policiales", dijo ayer el magistrado en una conferencia de prensa.
A esa conclusión llegó tras explicar el resultado de las pericias y los informes practicados sobre el perdigón de plomo extraído de la espalda de un joven de 16 años herido en el tumulto.
"Frente a declaraciones de algunas personas y en función de las fotos de cartuchos rojos, verdes y blancos que circularon en la prensa ante la supuesta represión policial ilegal, quiero decir que la policía tiene prohibida la compra de cartuchos rojos, que llevan perdigones de plomo", aclaró.
Y razonó: "En un procedimiento que ordena un juez (correccional Nº 5, Carlos Leiva) presente en el lugar del hecho junto al fiscal, es francamente improbable que la policía utilice cartuchos de plomo".
Tras descartar esa hipótesis, agregó que "no hubo orden institucional o policial para la utilización de postas de plomo. Entonces, nos tenemos que preguntar qué pasó con la posta de plomo que se le encontró al chico de 16 años herido en la espalda", diferenció.
"Conforme las pericias balísticas, se habría disparado por un arma reglamentaria (escopeta calibre 12) que pudo ser proveniente de la policía o de un particular. Pero por la multitud que había, si es disparada dentro de un cartucho que contiene postas de plomo —tienen una roseta que los dispersa— razonablemente tendría que herir a 10 o 15 personas más", analizó.
No obstante, descartó que el disparo fuera de un arma oficial: "Es técnicamente imposible que la posta hiera a una sola persona y por la espalda, cuando la policía estaba frente al grupo. Pudo haber sido recogida y utilizada para recargar un cartucho".
En ese camino explicó que si "la posta se utiliza para ser recargada y tirada nuevamente con cartuchos de plomo, se vuelve a deformar. Y esa (la hallada) no tiene esa segunda deformación. Por lo cual fue utilizada por un pistolón o tumbera", concluyó.