"La relación entre salarios y productividad de 2012 está un 20 por ciento por abajo del nivel de finales del neoliberalismo. Pese a las mejoras dadas hasta 2007, la situación aún es regresiva", planteó Martín Schorr, sociólogo, docente e investigador del Conicet y Flacso.
Pronto a publicar un libro centrado en las causas estructurales del proceso inflacionario, el escritor participó del precongreso de la Asociación Argentina de Especialistas en Estudios del Trabajo (Aset) que se realizó en la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario (UNR).
Schorr abrió el panel final del encuentro que reunió a especialistas y dirigentes gremiales bajo el título "El mundo del trabajo en discusión. Avances y temas pendientes". Con su trabajo de investigación fundamentó la tesis de que el proceso inflacionario tiene como causa principal la gran concentración económica que en la última década no sólo no se ha combatido, sino que se ha profundizado. Un posicionamiento que lo ubicó como partícipe de jugosos debates con economistas ligados al kirchnerismo que, ante el tema inflacionario, no dicen «me quiero ir», como acuñó el ministro de Economía, Hernán Lorenzino.
Partiendo de un análisis económico pormenorizado, Schorr consideró que la inflación no es un problema coyuntural, sino que está vinculado a cómo funciona la economía argentina. El elemento central es la concentración económica desplegada sobre todo a partir de la megadevaluación de 2002 y el comportamiento de los actores más concentrados en un proceso político que potenció su poderío. Para el investigador del Conicet, la depreciación de la moneda nacional generó una gran transferencia de ingresos del conjunto de los trabajadores a los capitalistas argentinos o que operan en el paísa.
A través del estudio "Oligopolios y formación de precios. La Argentina en la posconvertibilidad", Schorr mostró el estancamiento de la distribución del ingreso desde 2007 lo que, consideró, "se opone al planteo difundido de que los grandes ganadores del modelo son los trabajadores. La relación entre salarios y productividad de 2012 está 20 por ciento por abajo del nivel de finales del neoliberalismo", dijo.
Mientras en 1993 las 100 empresas industriales más grandes explicaban el 27 por ciento de lo que generaba anualmente la industria, en 2001 explicaron el 35 por ciento, y en 2010 el 41 por ciento. "Desde el punto de vista de la inflación esto es muy importante. Porque en la convertibilidad los salarios representaban un 30 por ciento del valor agregado que generaban la cúpula industrial y hoy no explica más del 20 por ciento. Esto se debe a que el corazón concentrado de la economía, el núcleo fuerte de la industria argentina, son en su mayoría plataformas exportadoras a partir de salarios bajos. Ese es el germen estructural del proceso inflacionario", dijo Shorr y explicó que "toda política de distribución del ingreso desplegada desde el gobierno desde 2007 encuentra el veto de los formadores de precios por vía del proceso inflacionario".
En este punto, aparece el debate sobre la base productiva sobre la que se consolidó la economía argentina, "donde hay más elementos de continuidad que de ruptura con el neoliberalismo", consideró.
Ganancias sin inversión. En combinación con el crecimiento, la concentración y la inequidad en las cargas fiscales y de distribución del ingreso, aparecen interrogantes vinculados a problemáticas muy mediatizadas. Entre ellas, la fuga de capitales, la política industrial desplegada por el gobierno y la restricción externa. Según los datos expuestos por el investigador del Conicet, la estrategia de expansión de las empresas que se insertan en mercados fabriles altamente concentrados no estuvo impulsada por sus esfuerzos de inversión, sino más bien por su capacidad oligopólica en la formación de precios.
Esa fijación oligopólica les otorgó a las grandes empresas excedentes diferenciales que se mantienen gracias a "la falta de políticas industriales en la Argentina", lo que a su vez les da poder de veto de políticas y transferencia de costos a los proveedores menores.
"Los pocos instrumentos de incentivo se lo comieron las grandes empresas, que acapararon los fondos estatales transferidos por diversa vía, que les aumentan las espaldas y les permiten crecer más que el resto de la economía", afirmó Schorr.
Los datos arrojados por el estudio demostraron en consonancia el comportamiento de la variación de precios según el nivel de concentración de las ramas industriales. Los sectores más oligopólicos son los que más aumentaron sus ingresos, en desmedro de la pequeña y mediana industria.
"Los supuestos enemigos del planteo desde el punto de vista político, son entonces los grandes ganadores desde la caracterización económica", analizó el especialista quien detalló que los rubros que más contribuyeron al aumento de precios en 2007-2010 fueron las industrias manufactureras vinculadas al mercado interno —como Ledesma, Atanor, Mastellone, Molinos Río de la Plata, Vicentín, Clarín, etcétera— y las elaboraciones de insumos básicos y bienes de consumo final no durable, con escasa complejidad tecnológica, como Techint, Acindar, Aluar, Arcor, Loma Negra y las petroleras YPF, Petrobras, Esso y Shell. Estas ramas altamente concentradas, explicaron el 65 por ciento del aumento de precios industriales ente 2001 y 2010.
Pero, aunque la tasa de ganancia se fue por las nubes, la tasa de inversión de la cúpula empresaria no avanzó. "La pregunta del millón es cómo hicieron para ganar tanto si no invirtieron, cómo hicieron para consolidarse tanto. La respuesta es la fijación oligopólica de precios. Sobre dónde está la plata, la respuesta es que se fue por dos vías: remisión de utilidades, ganancias que se dolarizan y se van del país y la fuga de capitales. Una parte muy importante de lo que ganaron se fue del país y es lo que está detrás de la restricción externa", analizó el miembro de Flacso.
Pensando alternativas para superar las causas estructurales de la inflación, Schorr exhortó primordialmente a la estricta aplicación de la legislación vigente en materia de defensa de la competencia y la regulación de las cadenas productivas de modo de acotar fuertemente los comportamientos oligopólicos u oligopónicos. En tal sentido, establecer límites a la expansión de los grupos económicos y fijar nuevas relaciones entre el capital concentrado y las firmas de menores dimensiones, mientras se defina un plan de desarrollo industrial de mediano y largo alcance que, considerando las alianzas sociales y políticas que le den sustento, se oriente a completar numerosos casilleros del entramado manufacturero. Y, como último y vital punto, impulsar actividades más complejas en lo tecnológico y aquellas en las que su reproducción ampliada tenga a la demanda interna como impulso esencial.