La cantante Eva Ayllón, máxima voz del Perú, inició anoche en Córdoba una serie de seis conciertos por Argentina y que la traerá esta noche al teatro Broadway en la que repasará sus cuatro décadas de trayectoria asumiendo la rica y muchas veces negada tradición cultural de su tierra desde una concepción que, señaló, “requiere de mucho amor, paciencia y dedicación”.
“Siento mucha responsabilidad ante un trabajo de preservación cultural que requiere de mucho amor, paciencia y dedicación. Pero yo disfruto haciendo este trabajo y más me alegro cuando la gente lo recibe con cariño”, expresó Ayllón.
La vocalista, de 55 años, que asume con brillantez un repertorio que combina las diversas corrientes culturales presentes en la música peruana, sostuvo: “Mi tierra es una amalgama cultural que en la música se siente claramente con la presencia del andino, del negro y del criollo que son fuentes de riqueza única”.
Con ese bagaje —que por caso plasmó en el álbum “Kimba Fá”—, Eva está regresando a la Argentina en compañía de un grupo integrado por Marcos Campos (percusión), Mariano Liy (bajo), Moisés Lama (teclado) y Eric Kurimske (guitarra), al que se agrega el armoniquista argentino Franco Luciani.
“Después de homenajear a Chabuca Granda en la que fue mi última visita, regreso con un repertorio retrospectivo, canciones que les gustan a los fans y también algunas sorpresas”, adelantó de cara a los recitales de esta gira.
—¿Los recitales forman parte de una gira latinoamericana?
—Por ahora es un tour sudamericano que empieza en Argentina, después vamos a Chile, luego a Ecuador y más adelante a Colombia y Bolivia.
—¿Estas presentaciones tienen que ver con lo que actualmente canta por el mundo o contienen un repertorio diferente?
—El repertorio es un tanto diferente porque viajo con un formato musical que es distinto, pero lo que sí conservo es el mismo sabor y el mismo sentimiento.
—¿Qué puede contar acerca de su presente y en qué se encuentra trabajando?
—Me siento afortunada de poder seguir trabajando en tiempos tan difíciles alrededor del mundo. Sigo viajando a donde me soliciten y sigo grabando para dejar un legado claro a los que vienen. Ultimamente también he tenido la suerte que me llamen a participar en proyectos de TV, así que solo me queda dar gracias a la vida.
—¿El hecho de radicarse en los Estados Unidos ha modificado el modo de abordar su carrera?
—Para mí esto ha sido solo un cambio de dirección porque igual sigo trabajando en donde me soliciten, desde los pueblos andinos hasta las grandes metrópolis. Aunque te diría que este cambio me acercó a muchos de los grandes artistas de ahora y me siento llena de dicha por el cariño que sigo recibiendo del público.
—¿Le pesa ser considerada “la voz” del Perú?
—Me parece que es una responsabilidad grande representar a todo un pueblo con mi voz. Pero se tiene que afrontar la responsabilidad y no creo haberlos defraudado.
—¿Siente que su labor es, de alguna manera, salvadora de la herencia musical peruana?
—Creo que yo aporto lo que me toca en este esfuerzo porque no soy la única, sólo tal vez una de las mejores conocidas. Hay otros artistas en mi patria que día a día están envueltos en este trabajo y que también merecen ser reconocidos.
—¿A qué atribuye el poco cuidado que los pueblos tenemos para con nuestras raíces culturales?
—Creo que la responsabilidad es compartida, los gobiernos deben comprometerse más en apoyar la cultura y a su vez los ciudadanos deberíamos consumir mucho más de lo nuestro. José Martí decía que “un pueblo sin música es un pueblo sin cultura,” pero es evidente que el arte necesita el apoyo de espacios y auspicios.