La frase retumba en el bar La Percanta, en el corazón de Puerto Madero. “No sólo es el partido más importante en la historia de San Lorenzo, desde lo futbolístico y como técnico también lo es para mí, porque si logramos ganar una Libertadores con un equipo argentino es muy trascendente”. Así define Edgardo Bauza la final del miércoles ante Nacional de Paraguay en una charla con Ovación, quien ya ganó este trofeo con Liga de Quito, y que aún sigue ubicando como instancia importante desde lo sentimental aquella semifinal copera como conductor de Central ante el mejor Cruz Azul de México de todos los tiempos.
—Buena manera de volver al fútbol argentino. ¿Pensabas que iba a ser así?
—Hoy se puede decir que sí porque estamos en esta instancia, pero cuando llegamos sabíamos que era todo un desafío llevar a San Lorenzo a una final de Copa Libertadores, porque nuestro diagnóstico cuando asumimos era que este equipo debía crecer y mucho para al menos acercarnos al objetivo. Y nos pusimos a trabajar muy duro, y gracias a una predisposición tremenda de los jugadores fuimos transformando aquel presente para hacer esta realidad de estar muy cerca, que más allá de lo que suceda San Lorenzo está transitando la previa del partido más importante de su historia. Y todo esto se logró con un grupo ganador, abocado al trabajo y al esfuerzo, muy solidario. Pero también hay una particularidad que es la primera vez que me pasa como técnico, acá no hay un líder en el plantel, hay cinco o seis, que se reparten esos liderazgos de acuerdo a los momentos, uno en el vestuario, otro en la cancha, otro antes de salir, uno en la práctica exigiendo y guiando a los más jóvenes, y esta distribución inteligente ayuda un montón. Nunca me pasó. Siempre conduje grupos con uno o dos referentes.
—No tenías pensado volver a la Argentina pero sin embargo te convencieron, fundamentalmente tus colaboradores. ¿Futbolísticamente, te encontraste con una realidad diferente a la que creías?
—No, porque sabía que mucha jerarquía había emigrado y que es difícil encontrarse con aquellos jugadores en cantidad como los cuatro fantásticos de River, o un equipo como aquel Boca de Bianchi. Hoy hay buenos jugadores, pero la jerarquía en cantidad emigró. Ahora no comparto cuando dicen que tenemos un fútbol malo, sí tenemos un fútbol muy complicado para jugar y dirigir, porque acá el gran reto es armar un equipo competitivo.
—¿Por qué tan complicado?
—Porque tiene que ver con nuestra idiosincrasia. Acá juegan el último y el primero, y el último le quiere ganar, no se resigna. Esta debe ser la única liga del mundo donde los tres primeros no cuentan por anticipado los tres puntos cuando juegan con los tres últimos, como ocurre en España, Italia, Alemania o Inglaterra. Y lo vivo de cerca con el Pitu Barrientos, a quien le dije te va a costar readaptarte al fútbol argentino, y si bien al principio se mostró escéptico ahora se está dando cuenta que es así, porque en Europa la mitad de la cancha es transición, acá es todo marca, presión, y si no te apurás para jugar te comen. Cada vez se juega menos en las áreas. Y este es un lindo desafío para todos. Porque yo también me tuve que adaptar, porque estoy jugando con un esquema que no es con el que yo vine, pero como no soy preso de los esquemas me adapté a las variantes que me da el plantel.
—¿La adaptación de los técnicos gana en flexibilidad con la experiencia?
—Sin dudas, si no fuera por la experiencia aquí en San Lorenzo me tendría que haber ido al mes. Porque cuando llegué y tras el diagnóstico nos pusimos a trabajar, y en ese camino es lógico también que tengas resultados adversos, y allí fue cuando me acusaron de mezquino, por eso a algunos colegas tuyos les decía que estaban viendo mucho Espn y Fox Sports cuando transmitían fútbol europeo, que estaban viendo mucho Bayern Munich y Barcelona. A mí me pueden decir lo que quieran, pero cuando yo me convenzo de algo y no lo aceptan, me voy a tener que ir. No es lo mismo capricho que convicción. A estos años es muy difícil que le erre en el diagnóstico, tal vez no compartan la solución, pero quien decide qué hacer es el técnico. Y se los dije a los jugadores apenas llegué, que si no encontrábamos equilibrio no íbamos a poder crecer. Y por eso trabajamos para encontrarlo. En lugar de ser tan vertical y de pensar sólo en el arco contrario también comenzamos a pensar en el nuestro, porque no conozco equipo que haya alcanzado logros sin saber defenderse. Hoy los resultados indican que yo tenía razón, pero esto es lo que más bronca me da, porque los resultados dan y quitan razón, que tiene que ver con nuestra idiosincrasia, porque si hubiera sido al revés la razón la habrían tenido ellos, y no es tan lineal. Porque no creo que sea así. Hay una franja de periodistas jóvenes, de entre 24 y 35 por así decir, que creen que el fútbol es una frase en Twitter o Facebook, o un concepto radial y televisivo copiado de otros, y no es así. El fútbol no se reduce a un porcentaje de posesión de pelota o tantos remates al arco. O a consignas como vamos todos para adelante o equipo ofensivo o defensivo. Hay un análisis que deben hacer en base a un conocimiento, no mirando a Barcelona o Real Madrid. Que miren también a Rayo Vallecano y a otros equipos modestos.