El presidente Barack Obama planteó reconstruir el pacto social entre los estadounidenses, ya que consideró que se rompió por la creciente brecha entre ricos y pobres y el desmoronamiento del sueño de la movilidad económica ascendente. “Es el reto que define nuestra época”, aseguró. Para ello esbozó una “hoja de ruta” para el crecimiento de una “economía que funcione para todos”.
Obama no propuso iniciativas novedosas en el discurso realizado a mediados de semana en el Center American for Progress, un think thank vinculado con la Casa Blanca —y ubicado en Anacostia, uno de los barrios más empobrecidos de Washington—, pero sus palabras parecen desempolvar un programa de gobierno, una doctrina, que pretende impulsar hasta el final de su mandato.
El presidente de Estados Unidos manifestó la necesidad de recuperar el valor del salario mínimo y de la negociación colectiva, de avanzar en leyes contra la discriminación y la reforma migratoria, de mejorar la inversión en educación —desde el preescolar hasta las universidad—, de reforzar la red de la seguridad social, de simplificación del código de impuestos corporativos, de terminar con los incentivos para enviar empleos al extranjero, mayores recursos para obras de infraestructura, que incluye el rescate de zonas y/o ciudades industriales quebradas como Detroit.
En este sentido, el presidente de EEUU estableció, de algún modo, el borrador de lo que será su discurso del estado de la Unión, que anualmente los mandatarios del país del Norte pronuncian en el mes de enero. Al punto que bromeó al respecto ante los presentes, al señalarles que la disertación que estaba realizando no era esa, más allá de que se pareciera.
Obama intenta dejar atrás las dificultades relacionadas con la nueva ley de gastos médicos que ocuparon la agenda pública y todos sus esfuerzos en los últimos meses.
Recuperar la clase media. El discurso del presidente estadounidense giró siempre en torno a la recuperación de la clase media como sujeto y actor clave de un crecimiento económico más igualitario. Dijo que su objetivo es recuperar la movilidad ascendente.
Obama lo argumentó repasando los principales hitos históricos de Estados Unidos en materia social que contribuyeron al crecimiento de la Nación del Norte: el fin de la esclavitud, el establecimiento de la jornada laboral de ocho horas, la creación de la seguridad social, el establecimiento del salario mínimo y el New Deal. Citó para ello a tres presidentes republicanos: Abraham Lincoln, Franklin D. Roosevelt y Lyndon B. Johnson.
El mandatario dio su discurso en medio de una creciente atención global a la disparidad de ingresos, que se vio reforzada en los últimos días con los pronunciamientos del Papa Francisco y con las protestas laborales en los restaurantes de comida rápida en EEUU. El presidente mencionó el interrogante planteada por el Pontífice, de por qué no es noticia cuando un anciano sin techo muere de frío y sí lo es cuando el mercado bursátil pierde dos puntos.
Obama dijo que la creciente disparidad de ingresos es más acentuada en Estados Unidos que en otros países ricos, y similar a la que existe en Jamaica y Argentina. Los estadounidenses deberían sentirse ofendidos porque un niño nacido en la pobreza encuentre tantas dificultades para superarla, dijo.
“Déjenme repetirles que las tendencias combinadas de aumento de la desigualdad y una movilidad descendente significan una amenaza fundamental al sueño americano”, apuntó.
Concentración. Desde 1979, la productividad estadounidense creció más del 90%, pero los ingresos de una familia típica aumentó menos del 8%. Un CEO antes ganaba aproximadamente 20 a 30 veces el ingreso de un trabajador medio, hoy la brecha es de 273 veces, detalló el jefe de gobierno.
“Un estudio encuentra que el crecimiento es más frágil y las recesiones son más frecuentes en los países con mayor desigualdad”, recordó Obama.
“Tenemos que acabar con el mito de que los objetivos de crecimiento de la economía y la reducción de la desigualdad son necesariamente en conflicto, cuando en realidad deberían trabajar en conjunto”, apuntó.
El mandatario pidió elevar el salario mínimo nacional actualmente de 7,25 dólares la hora. Así como aprobar leyes que apunten a que “las mujeres tengan más herramientas para pelear contra la discriminación en el trabajo”.
Criticó que con el aumento de la presión competitiva, “las empresas presionaron a Washington para debilitar a los sindicatos y el valor del salario mínimo”.
Por una oportunidad real. Obama se mostró preocupado por la precarización laboral: casi la mitad de los trabajadores a tiempo completo y el 80% de los trabajadores a tiempo parcial no hacen aportes para una futura jubilación. Un estudio muestra que la mitad de los estadounidenses experimentarán la pobreza en algún momento de su vida. “Así que vamos a tener que hacer más para fomentar el ahorro privado y apuntalar el seguro social para las generaciones futuras”, dijo.
“No debemos debilitar las protecciones fundamentales construidas a lo largo de generaciones, porque dada la rotación constante en la economía actual y las discapacidades que muchos de nuestros amigos y vecinos viven, se necesitan más que nunca”, añadió.
“Los resultados de los debates que estamos teniendo en este momento —si se trata del cuidado de la salud, o el presupuesto, o la reforma de los sistemas de vivienda o financieros— todos tendrán implicaciones prácticas reales para todos los estadounidenses. Y estoy convencido de que las decisiones que tomamos sobre estos temas en los próximos años determinarán si nuestros hijos crecerán en un país donde la oportunidad es real”, aseguró.