Hay que levantar la convocatoria. Si la Argentina lo hace, dejaría atrás muchos problemas económicos. Si omite este paso, tendrá que manejarse de contado y esto nos complicará en el corto y mediano plazo.
El gobierno comunicó la emisión de una letra de 8.000 dólares para convalidar el uso de reservas, con el objetivo del pago de la deuda pública. Esta política dejó al 2 de octubre de 2013 con reservas por un total de 34.743 millones de dólares. En diciembre de 2011 las reservas eran de u$s 46.376 millones de dólares. Bajo la administración de este gobierno se perdieron u$s 11.633 millones.
Más allá de compartir o no la política económica, está claro que durante los años 2012 y 2013 el gobierno nacional erró el camino a la hora de administrar los recursos monetarios del país. En igual período de tiempo, la base monetaria pasó de 222.922 a 325.233 millones de pesos, una suba de 102.311 millones. Esto implica que los pesos crecieron el 46% y las reservas descendieron el 25% aproximadamente.
Todo haría indicar que esta política, lejos de corregirse, se profundizaría luego de las elecciones. Argentina vive una virtual convocatoria de acreedores, ya que no les paga a los bonistas en litigio, al Ciadi, al Club de París y a YPF. Esto le implica, el corte del crédito a escala internacional. En este escenario, Argentina se maneja de contado desde el año 2002.
Menos liquidez. El problema de los últimos 23 meses surge por la fuerte pérdida de liquidez que sufrió el Banco Central que lidera Mercedes Marcó del Pont y la consecuente sangría de divisas, con la falta de inversión extranjera directa. Hay sequía de dólares y nadie riega el mercado cambiario.
Con estas restricciones, y sin cambio de política económica a la vista, el año 2014 será un año con escasez de dólares y abundancia de pesos. No se puede decir que la inflación se moderará, como tampoco pensar en que el dólar oficial o blue retrocederán, tendremos que proyectar una armónica devaluación que nos permita acompañar el proceso productivo del país.
En materia del dólar oficial, ya se encuentra en 5,82, y casi, inadvertidamente, se devalúa a un ritmo del 3% mensual. Esto podría colocar al país en un dólar oficial de 6.40 para fin de año y 7,40 para cosecha, mayo de 2014.
En el caso del blue, la proyección no es tan simple, el precio surge de diferentes fuerzas del mercado. En primer lugar la cantidad de reservas, que deberían dejar de caer para estabilizar el valor del peso frente a la moneda estadounidense. En este escenario el proyecto blanqueo fue un rotundo fracaso, y no ayudo a atemperar la devaluación.
Sin embargo, la inyección de 500 millones de dólares para comprar bonos Baade por parte del grupo Bulgheroni podría dar un cambio de expectativas al escenario futuro. El gobierno permitió ingresar dinero declarado bajo una puerta que no es el control de cambio del Banco Central, y se podrá cambiar a pesos a un valor más elevado que el tipo de cambio oficial de 5,82. Es decir, con dinero blanco se le abrió una puerta al precio del dólar negro. Esto podría multiplicarse, para aquellas empresas que desean llegar a la Argentina y tomar posición en el sector petrolero y minero.
Si este mecanismo es exitoso (así lo creemos de esta columna) no deberíamos esperar a una baja sustancial de reservas de cara a los años venideros. Al menos, no vemos en el horizonte una baja de u$s 11.633 millones como sucedió en los primeros 23 meses. Por otro lado, parecería que pasadas las elecciones los impuestos al turismo crecerán y los autos importados dejarían de venderse al dólar oficial.
Después de octubre. Por el lado de los pesos, recordemos que su emisión está ligada al déficit del sector público. Todo indicaría que luego de las elecciones del 27 de octubre, el gobierno reduciría algunos subsidios, en especial a la energía y transporte. Si ello ocurriera, el déficit fiscal disminuiría, y habría que emitir mucho menos dinero para financiar al Estado.
En resumen, este octubre que comienza no será dramático, como tampoco lo serán los próximos dos años de gobierno. No viviremos en la abundancia, pero la escasez tampoco ahogará a los inversores. Son años muy buenos para crecer, aquellos que tengan dinero atesorado, verán como los precios se acomodan a la baja, dando lugar a oportunidades únicas. No parece que 2014 sea el año del crecimiento, en cambio 2015 será el año del despegue del país, estaremos próximos a una elección presidencial, y todo hace pensar que el próximo presidente no se manejará de contado, levantará la convocatoria de acreedores y hará de Argentina un país más razonable en el manejo financiero. Cuando todos ven dos años malos, nosotros vemos oportunidades en 2014, y una mejora sustancial en 2015. Todo esto, si solo sí, levantamos la convocatoria, algo que por ideología y tozudez no realiza este gobierno. Argentina no tiene un problema económico, el conflicto es político e ideológico, lo que no nos permite aprovechar las ventajas y oportunidades del mundo actual. •