Hispanoamérica, Iberoamérica y América latina, tres denominaciones de una sola idea que han competido en España durante la mayor parte del siglo pasado. La primera, Hispanoamérica ha sufrido el fuerte descrédito de haber sido adoptada por el franquismo y de referirse un tanto abusivamente a su sujeto, como si España siguiera siendo la propietaria de vidas y hacienda y América, una colonia. Iberoamérica es un término que mete a Portugal y Brasil en la foto y describe una realidad indiscutible, pero sigue potenciando lo ‘europeo' en la designación de algo que no lo es. Y América latina es el triunfo del sentimiento cosmopolita, la difuminación de uno de los dos progenitores y el más inexacto de los tres términos por geografía, raza e historia, pero aquel que ha criado más vástagos que ninguno. La reciente cumbre de Panamá, que se auspiciaba como la de la renovación y un nuevo comienzo, ha consagrado, sin embargo, la victoria de lo latinoamericano sobre lo iberoamericano.