En 2021 se construyó en Rosario más que en 2019, antes de la pandemia, y la proyección 2022 muestra que seguiría el repunte porque la actividad sigue siendo un refugio de valor, principalmente traccionado por fondos provenientes del agro. Según datos de la Asociación Empresarios de la Vivienda (AEV), de enero a diciembre del año pasado se autorizaron casi 600 mil metros cuadrados para edificación, un 94 por ciento más que en un 2020 cuando el Covid frenó muchas obras durante algunos meses y luego enlenteció el avance.
Sin embargo, la comparación arroja también que se ubicó un 25 por ciento por encima de 2019, momento en que había normalidad sanitaria pero todavía se sentían los coletazos de la crisis económica desatada en 2018. "La expectativa para este año es que crezca, venimos de un letargo o sedación que se dio naturalmente por la pandemia, cuesta poner en marcha nuevamente las obras, la economía y el ritmo. Hoy ya estaría todo encaminado, y suponemos que volverá a crecer", Gonzalo Espíndola, presidente de la AEV de la provincia de Santa Fe.
Para el directivo, la ciudad continuará en un ritmo similar hacia un leve repunte, ya que "sigue siendo un refugio de valor, un bien de cambio para el sector agropecuario de la región, que ha traccionado a nuestros productos y se vuelca hacia el ladrillo".
Los relevamientos de la institución arrojan que la construcción privada genera, por cada peso que se invierte, un impacto de 2,2 veces en la actividad económica, un efecto multiplicador de más del doble. Un edificio tipo (el común denominador está alrededor de los 2.500 o 3.000 metros cuadrados, planta baja y 10 pisos) crea 500 puestos de trabajo formales y de calidad entre directos e indirectos, es decir dentro de la obra o como subcontratistas.
Por fuera de ese formato, cree que sería más beneficioso ir a la torre, donde el alejamiento de las medianeras permite tener cuatro lados que ventilen e iluminen. Sin embargo, la ciudad está formada por un damero de lotes de 8,66 metros de frente, que no permite ese tipo de edificio, que para Espíndola es "el ideal en condiciones de salud, higiene y crecimiento". El otro modelo que se impuso es el de condominios, tiras de vivienda en bloque, juntas, que optimizan y bajan los costos al hacer más eficientes los usos, mediante los amenities y espacios en común.
Entre los desafíos para el sector, uno de los problemas históricos y fundamentales es la energía. "Tenemos que mejorar y resolver, porque tiene mucho tiempo, la cuestión con la EPE. Sin energía no podemos iniciar una obra, ni dar la posesión de las unidades y que el cliente pueda acceder a su vivienda", analizó. Si bien dijo que están en diálogo permanente, y vienen mejorando mucho los tiempos, todavía hay demoras en iniciar nuevas obras o poner en marcha edificios, por lo que se trata de un inconveniente a resolver.
Por otro lado, si bien celebró que todos los trámites hoy se hayan digitalizado, se hayan desburocratizado y sea más sencillo lidiar con los organismos del Estado, también se quejó de que algunas reparticiones públicas se sigan manejando todavía con algunas normas y pautas de la pandemia, y no se han actualizado, no han abierto o no están funcionando al ciento por ciento.
Panorama
En cuanto a los pedidos al Estado, el presidente de la AEV dijo que a nivel nacional debe potenciarse el crédito como mecanismo universal de acceso a la vivienda. En ese sentido, llamó a reproducir "otros casos de éxito, no solamente de países desarrollados sino también de vecinos, con modelos a adaptar como el chileno o el uruguayo, donde intervienen los bancos como instituciones crediticias que permiten financiar a la población para que compren su casa".
A nivel provincial, observó "ciertas exenciones que puedan motivar desde el punto de vista impositivo". Y desde lo municipal, se expresó sobre la reglamentación de la edificación: "Necesitamos que sea permisible, posible, que abra la economía", y en esa línea pidió "que no se sigan inhibiendo muchas propiedades de valor patrimonial, porque ese catálogo se vio y se demostró estadísticamente que quedó grande". "Hay casa antiguas y desocupadas que terminan indefectiblemente en demolición si no se ponen en valor. Hay que sacarles el cerrojo", reclamó.
Desde el punto de vista de la normativa actual, admitió que "alienta el desarrollo y el crecimiento" y "está pensada más hacia el usuario, con balcones más amplios, que prácticamente se convierten en un ambiente más" luego de que la pandemia consolidara la necesidad de espacios abiertos, ventilados, con conjunción de verde.
Hoy está de moda todo lo que sea ecológico, y los quinchos y salas de usos múltiples en las terrazas: "¿A quién no le gusta tener un parrillero y comer un asado en el edificio? Hoy eso está reglado, antes se hacía de hecho. No entorpece a nadie y contribuye a la felicidad del usuario", señaló.
En tanto, dijo que las modificaciones que se están haciendo al Código Urbano "lo hacen más permisible en los corredores, ya que antes se circunscribían a algunas cuadras, y hoy se están ampliando. Cuando se hace la exención, debe ser a lo largo de todo un barrio, de modo lineal en un sector importante", expresó.
"Con estas mejoras reglamentarias vemos una Rosario que se puede, que se abre a expresiones e ideas innovadoras que puedan ser atendidas y escuchadas. Siempre en el marco de la norma y lo permitido, pero con la posibilidad de solucionar situaciones y proponer alternativas en conjunto que sean razonables para mejorar el espacio urbano", cerró Espíndola.