Pablo Dacal anduvo de gira por Europa, grabó un disco con Los Viajeros, está preparando su álbum “El progreso” y esta noche a las 21.30 en McNamara toca junto al pianista Nacho García, con quién se cruzó en París hace unos meses.
Pablo Dacal anduvo de gira por Europa, grabó un disco con Los Viajeros, está preparando su álbum “El progreso” y esta noche a las 21.30 en McNamara toca junto al pianista Nacho García, con quién se cruzó en París hace unos meses.
Dacal es un artista muy inquieto. Multi-rubro. Formó un par de bandas en los 90, escribió una novela “mala” llamada “La 99” y editó una corta tirada de su primer disco solista “Absolutamente moderno” en 1998, año en que se radicó en Rosario por tres años, donde formó parte de Coki & the Killer Burritos. También formó el grupo Violeta Plástica antes de volver a Buenos Aires. Otras de sus incursiones fueron la Orquesta de Salón y sus “13 grandes éxitos”, un disco de bolsillo con cuatro canciones a guitarra y voz, y el disco que llevó a Europa “La era del sonido”; la música de la opereta “Lovely Revolution” recién reestrenada en el teatro La Comedia de Buenos Aires; coros en el nuevo disco de Fito Páez, “Confiá”; un dueto con La Chicana; además fue el protagonista del mediometraje “Pablo Dacal y el Misterio del lago Rosario”, y acaba de lanzar su nuevo álbum junto a Los Viajantes, todo un guiño al atardecer de los 70.
Está dicho, “El progreso” será el próximo disco de Pablo Dacal. “Es medio aventurado hablar de un disco que estás haciendo. Tendrá un sonido más eléctrico. Un sonido como de era industrial. Además, el título es elocuente: una serie de digresiones sobre qué es el progreso y el progresismo argentino”, explica.
—¿Cómo fue la experiencia de girar por Europa?
—Viajé solo y terminé armando combos con músicos de allá. Pensaba que España podía funcionar bien pero no así París, donde toqué en desde antros en Montmartre muy nocturnos y locos hasta un teatro de la ciudad universitaria. En España giré mucho con un cancionista gallego llamado Xoel López, que tiene una pequeña empresa underground, y luego terminé armando una orquesta de salón ibérica en Madrid.
—Como artista multi-rubro que sos, ¿sabés qué concepto une las distintas disciplinas con las que trabajás?
—Trato de guiarme bastante por la intuición y por lo que voy encontrando de interesante. Me gusta mucho el cruce de los diferentes mundos, no me interesan los mundos en estado puro.
—¿Cuál fue la referencia que posibilitó que seas este artista que sos hoy?
—La verdad es que estudié bastante. Creo que me acerqué a gente muy luminosa en momentos clave de mi vida. Y eso de alguna forma me fue guiando. Traté de ir construyendo una vida y una obra que vayan juntas, que la obra alimente a la propia vida y que la vida esté expuesta en la obra.
—Si bien tu mundo hoy son las canciones, en algún momento fue la literatura.
—Sí, y quizá algún día me convierta en un viejo escritor.
—En una particular gacetilla hablás mal de tu novela “La 99”.
—(risas) Me pareció interesante contar que la había hecho porque fue todo un verano de escritura, pero la verdad, la novela era bastante mala y por suerte nadie tiene copia.
—Quizá “La 99” fue el disparador para dedicarte a otra cosa, por ejemplo la música.
—También. Es que expresaba muchas inquietudes juntas. Giraba en torno a mi generación y es un pensamiento que estoy abandonando, porque ya no estoy seguro de que tenga sentido pensar en términos generacionales.
—Coki Debernardis y los Burritos, ¿qué significaron para vos?
—Un aprendizaje increíble y una experiencia única. Siento que ahí me recibí en el rock, porque tenía mucha información pero no sabía cómo articularla. Con ellos grabé un disco en un gran estudio y giré por primera vez por Europa.
—Sos un caso extraño, como una experiencia inversa de la mayoría de los artistas rosarinos que se van a Buenos Aires a probar suerte. ¿Por qué?
—Exacto. En realidad, cuando yo me fui de la casa de mis viejos me vine a Rosario. Me sirvió mucho. Buenos Aires es una ciudad muy linda pero también te pasa por encima un poco, no la podés dominar. En Rosario pude meterme bien en la salsa.