Cómo lograr las metas que se imponen en Rosario en la búsqueda de la tan ansiada convivencia. Para la intendenta Mónica Fein, esta palabra, omnipresente en su vocabulario, resume los objetivos de una gestión compleja. El escenario no se presenta fácil: hay anomia en cada esquina y a muchos ciudadanos parece no importarles nada; se apropian del entorno como si se hallaran solos y nada tuviera valor.
Quizás llegó la hora de tomar otro tipo de medidas, sanciones ejemplificadoras para quienes arremeten contra todo, pintando, quemando y destruyendo la propiedad privada y los espacios públicos. El ostensible aumento de las inscripciones callejeras para marcar la rivalidad en el fútbol no encuentra una luz de solución. La última reunión en el Palacio de los Leones entre la intendenta y los presidentes de Newell's y Central dejó, hace un año, únicamente palabras de buenas intenciones dentro de un despacho.
Mientras tanto, no sólo de rojinegro y auriazul se ven las calles de la ciudad. Basta que una adolescente cumpla 15 años para que ese registro quede plasmado en el deteriorado pavimento rosarino.
La luz roja de los semáforos parece, en innumerables oportunidades, un elemento decorativo de un aparato que cambia de colores. Muchos no advierten que es una señal que obliga a detenerse sin más.
Las temerarias picadas clandestinas se mudan de distrito a distrito y se ensayan decenas de veces cada noche, en especial los fines de semana, como si las arterias fueran pistas liberadas para los inconscientes corredores.
La madrugada de ayer tuvo al sector ubicado debajo del puente a Victoria nuevamente como escenario de estas competencias ilegales. Los vehículos pasaban rápidos y furiosos ante la presencia de público apostado para ver el espectáculo en "tierra de nadie" o, mejor dicho, tomada, como el área parquizada de los laterales.
Una situación similar de ocupación quedó en evidencia esta semana frente al gimnasio vidriado de Presidente Roca y el río. El lugar usaba los juegos infantiles de una plaza para dar clases de aerobic vulnerando el derechos de otros ciudadanos y sin autorización.
Según los dueños es una "tendencia comercial". Habría que repasar esa palabra para que este tipo de apropiaciones no se conviertan en aquello y quienes las practican entiendan que están equivocados. Tanto como los que detienen sus autos de alta gama en Francia y Carballo (Puerto Norte), esperan la entrega de un llamativo paquete y se van. Y tan asustados como los rosarinos que salen a correr por el lugar y observan el episodio como cotidiano. Una tendencia alarmante.