La pax política generada por la muerte de Miguel Lifschitz se evaporó el jueves en la Cámara de Diputados, donde el debate por las vicepresidencias expuso a cielo abierto no sólo las tensiones entre oficialismo y oposición, sino sobre todo la intención del radicalismo de reposicionarse en el nuevo escenario político.
La designación del socialista Pablo Farías como nuevo titular de Diputados baja salió sin problemas. El trámite se trabó después, con la integración del resto de la mesa directiva. Hoy la vicepresidencia primera está en manos de Lucila De Ponti (PJ) y la vicepresidencia segunda de Jimena Senn (UCR) pero la bancada radical, comandada por Maximiliano Pullaro, quiere subir un escalón más en el podio del poder de la Cámara baja. El bloque radical tiene 11 integrantes y el peronista 6.
La jugada elevó al máximo la tensión en el recinto y finalmente la definición quedó para la semana que viene, tras un pedido de cuarto intermedio formulado por el javkinista Ariel Bermúdez, quien dijo a este diario que “las mayorías deben respetar a las minorías”.
El jefe del bloque del PJ, Leandro Busatto, apuntó contra la UCR. “Lo que pasó es una muestra cabal de cómo transitan la política algunos espacios en este momento”, dijo a La Capital. Y agregó: “La sociedad está mirando atónita cómo la política resuelve problemas básicos y algunos sectores privilegian las roscas”.
Pullaro defendió el planteo de su bancada. “Somos el segundo bloque más importante de la Cámara, los lugares siempre se dieron en función de la representación política —argumentó—. El peronismo quería la vicepresidencia primera y no estamos de acuerdo, le corresponde a Jimena Senn”.
Más allá de los casilleros, el dato político es que el clima de concordia que se instaló en la escena pública santafesina tras la internación del ex gobernador y los primeros días después de su fallecimiento se esfumó. No sólo eso: sin Lifschitz, que era el gran ordenador del no peronismo, cada espacio busca ganar terreno en el mapa de poder provincial. Y la UCR es una pieza clave.
Para Busatto, la jugada del radicalismo está estrechamente vinculada a la interna del principal espacio opositor. “Claramente quieren marcar la cancha en el Frente Progresista”, sostuvo.
Pullaro lo negó. “Nada que ver, esas son pavadas de Busatto —retrucó—. No tenemos ningún problema con el PS”.
Lo cierto es que el próximo jueves los diputados y diputadas deberán resolver la situación.
El líder del bloque radical remarcó que irán a defender lo que consideran legítimo. “El bloque peronista se dividió en todas las votaciones importantes —cuestionó—. Nosotros fuimos un bloque totalmente ordenado”.
Busatto aseguró que si no hay consenso no harán absolutamente nada. “Quieren quedarse con la vicepresidencia primera de la Cámara y llevarse puesta la institucionalidad, háganlo, pero nosotros no nos vamos a parar como forros para que otro espacio político diga que tienen una puja política con nosotros cuando le están marcando la cancha a su propio frente político”, disparó.
Y añadió: “Le pido a los radicales que si tienen mayoría en la Cámara no sólo coloquen la vicepresidencia, aprueben leyes clave para la provincia, como las de seguridad y conectividad”.
La situación plantea un dilema a la bancada socialista: apoyar a la UCR y tensar la situación con el peronismo mientras se intenta reconstruir los puentes con la Casa Gris, o mantener el statu quo, a costa de generar ruido en la relación con un aliado clave para las elecciones.
En tanto, la asunción de Farías y la pulseada por las vicepresidencias no fue la única novedad legislativa del jueves: también se conoció que los bloques de Juntos por el Cambio, presidido por Julián Galdeano, y de Somos Vida y Familia, encabezado por Nicolás Mayoraz, buscan unir fuerzas en la Cámara baja, en sintonía con un acercamiento que se da en otros puntos del país. Entre ambas bancadas, que todavía no formarían un interbloque, suman 8 integrantes, por lo que podrían convertirse en la tercera fuerza y reclamar la vicepresidencia segunda.
Sin embargo, Galdeano adelantó que si no hay consenso no buscarán sacar ventaja. “Preferimos ser espectadores de ese proceso —indicó—. Estamos en una crisis del sistema salud y de la economía, la sociedad está crispada, nos parece más razonable dar señales de entendimiento que echar nafta al fuego con más divisiones”.