La "bushificación" de Obama
Reflexiones, por Moisés Naím / El País (Madrid). No es fácil esto de tener un tipo
tan popular en la Casa Blanca. Que el jefe del imperio estadounidense sea visto internacionalmente
con tanta simpatía y admiración es, para muchos, muy problemático. Hay gobiernos para quienes es
indispensable tener a los Estados Unidos de América como enemigo.
30 de enero 2009 · 01:00hs
No es fácil esto de tener un tipo tan popular en la Casa Blanca. Que el jefe del
imperio estadounidense sea visto internacionalmente con tanta simpatía y admiración es, para
muchos, muy problemático. Hay gobiernos para quienes es indispensable tener a los Estados Unidos de
América como enemigo. Y todos conocemos gente para quienes el antiamericanismo es casi un instinto
básico y la fuente principal de sus opiniones políticas.
Es por esto que bushificar a Obama se pondrá de moda.
La bushificación de Barack Obama es el próximo y casi inevitable capítulo de la
narrativa que comenzó con la seguridad de que era imposible que los estadounidenses pudiesen elegir
a un negro como presidente de su país, la sorpresa de la victoria de Obama, la desbordada emoción
durante su toma de posesión y las enormes expectativas acerca de su capacidad para resolver los
inmensos problemas que hereda. Ahora vendrá una etapa en la cual muchos explicarán que en el fondo
no hay mucha diferencia entre George W. Bush y Barack Hussein Obama. O como ya lo dijo el lírico
presidente de Venezuela "son la misma miasma", es decir, que ambos son efluvios malignos que se
desprenden de cuerpos enfermos o materias corruptas (aunque el presidente Hugo Chávez
inmediatamente nos aclaró que los llamaba miasma "por no usar otra palabra". ¿En cuál estaría
pensando?).
Y no es sólo Chávez; la bushificación será una tendencia global. Para el régimen
iraní será importante demostrar que por más que el segundo nombre del nuevo presidente sea Hussein
y que en farsi Obama significa "el que está con nosotros" en realidad sigue siendo, al igual que su
predecesor, el representante máximo del gran Satanás.
Tres días después del comienzo del gobierno de Obama, Estados Unidos bombardeó a
un grupo de presuntos talibanes en el noroeste de Pakistán dando de baja a 14 personas. El gobierno
paquistaní protestó contra la nueva violación de su soberanía y confirmó que su esperanza de que
Obama no continuase con la política de Bush en este sentido era tan sólo una ilusión. Después que
Timothy Geithner, el nuevo secretario del Tesoro estadounidense, acusara a China de estar
manipulando su moneda, el gobierno de ese país reaccionó furiosamente: "Dirigir acusaciones
infundadas a China con respecto a su tasa de cambio sólo ayuda al proteccionismo estadounidense y
no contribuye a buscar una solución real al problema", dijo el comunicado oficial.
En su discurso inaugural Obama alertó: "Quienes se aferran al poder a través de
la corrupción, el engaño y la represión a sus opositores deben saber que están en el lado errado de
la historia; pero también que les tenderemos una mano si están dispuestos a abrir su puño". ¿Qué
habrá pensado Vladímir Putin de esta invitación? ¿O el sirio Bachar el Asad? ¿O Raúl Castro? Que no
ven diferencia entre Obama y Bush.
Se sabe además que Obama está convencido de que se debe aumentar la intensidad
de la guerra en Afganistán, que no permitirá que Irán disponga de armas atómicas y que apoya el
derecho de Israel a defenderse de los ataques de Hamás. "Si alguien estuviese lanzando cohetes de
noche a la casa donde duermen mis hijas yo haría cuanto estuviese a mi alcance para pararlo. Y de
hecho cabe esperar que los israelíes hagan lo mismo", ha dicho Obama repitiendo una idea con la que
es difícil disentir. Sin embargo, a nadie sorprende que en el mundo árabe ya haya quienes denuncian
al gobierno de Obama como la simple continuación de la administración de Bush, sólo modificada con
una mayor cantidad de judíos en el gabinete y en otros cargos de máxima relevancia.
En algunos casos la bushificación de Obama tendrá asideros en la realidad de que
habrá continuidad entre las políticas del nuevo presidente y las de Bush. Pero en muchos otros
casos sólo responderá a los esfuerzos propagandísticos de quienes necesitan siempre tener a un
enemigo en la Casa Blanca. Pero no les será fácil. Una de las características de la trayectoria
política de Barack Obama es que siempre ha sorprendido a sus críticos y a los escépticos. Y, en
este caso, no le resultará difícil sorprenderlos de nuevo. Entre otras razones porque, a pesar de
lo que digan sus críticos, él no es George W. Bush.